Ángel Eléctrico
“Ahí va la tempestad / Ya parece un paisaje habitual / Un árbol color sodio / Y la caída de un ángel eléctrico”, escribió Cerati en 1995. Otro Ángel eléctrico llegaría unos 78 años antes – la fecha siendo un 20 de abril de 1917 – para iluminar, por más de 20 temporadas, los parques del mejor béisbol en México.
Uno de esos grandes momentos electrizantes se llevó a cabo en un olvidado día del mes de junio de 1945. El equipo de sus amores, los Alijadores de Tampico (comandados entonces por Armando Marsans), se enfrentaba a los Ángeles de Puebla (quienes tenían a Adolfo Luque como timonel). El partido enfrentaba al culichi Jesús ‘Cochihuila’ Valenzuela con el puertorriqueño Tomás ‘Planchardón’ Quiñones en el Parque de Béisbol Alijadores – sí, ése famoso estadio por donde transitaba un tren en pleno juego –.
Fue un duelo de pitcheo, con ‘Planchardón’ habiendo lanzado un juego sin hit ni carrera por nueve entradas y con ‘Cochihuila’ – de quien se decía, tenía pacto con la brisa del puerto Jaibo, pues en ese parque parecía invencible –, aceptando uno que otro hit sin consecuencia. Con ambos equipos sin poder anotar ninguna carrera, el juego se alargó al extra inning.
Abriendo la décima entrada, Luque envía a tres de sus bateadores, a quienes Valenzuela retira en orden y sin dificultad. Llega la parte baja de la décima entrada, lo cual anuncia el turno del sonorense también conocido entonces como ‘El Bateador Elegante’. Luego de dos strikes, Quiñones le lanza una rápida al zurdo, quien, con sus conocidos reflejos y su ‘swing perfecto’, envía a la blanca pelota al otro lado de la barda, dejando al Puebla en el campo y arruinando con ello el juego perfecto de puertorriqueño.
La multitud, enloquecida, irrumpe en el terreno de juego y levanta en hombros al autor de esta proeza, dándole a éste una vuelta olímpica por los confines del mismo. Al mismo tiempo, sentado en el montículo y con la cabeza sobre sus rodillas, ‘Planchardón’ llora amargamente su derrota mientras le dice adiós a su lugar entre los inmortales. Al verlo, el zurdo se dirige a él, lo levanta, lo abraza y le dice: “Eres un gran pitcher, te felicito sinceramente.” Luego se dirige a la afición diciendo: “Él también merece salir en hombros, es de los mejores pitchers de la Liga y tiene un gran sentimiento deportivo.”
Acto seguido le pide a ‘Pepito’, un cargador con raíces africanas que trabajaba en los muelles, que lo lleve en hombros hasta el hotel en el que Quiñones se hospedaba. Por la noche, el sonorense envía por ‘Planchardón’ para invitarlo a cenar con su familia en su casa, donde su esposa, Amelia, había preparado una exquisita cena. Después de cenar y antes de despedirlo, el zurdo le entrega un regalo al talentoso pitcher como recuerdo de ese momento, mismo que éste acepta con agradecimiento.
Ése zurdo fue Ángel Castro. Antes de Héctor Espino, de Claudio Solano o incluso de Epitacio ‘La Mala’ Torres, Ángel Castro fue el jonronero más popular de la Liga Mexicana de Béisbol. Conocido por su poder y por su elegante swing, Castro siempre fue comparado en México con el americano Ted Williams.
Entronizado en el Salón de la Fama del Béisbol Mexicano en su primer año de elección (1964), el sonorense jugó 20 temporadas en la Liga Mexicana de Béisbol, convirtiéndose en el segundo mexicano en conectar tres jonrones en un juego (Tampico, 1939), en uno de los pocos que han conectado dos cuadrangulares en un inning (Veracruz, 1957) y, por mucho tiempo, en el dueño del récord de más jonrones de todos los tiempos (230).
Ángel Castro Pacheco (1917-1983) nació y creció en la ciudad de Empalme, Sonora, cuna de otros grandes como Ronaldo ‘Ronnie’ Camacho, ‘Pilo’ Gaspar y del clan de los Leal – ‘Coty’, ‘Lupe’ y Héctor, el último mejor conocido como ‘La Comadre’ –. Al igual que a ‘La Comadre’, en el México en el que a Castro le tocó nacer, no existían clínicas de béisbol ni ningún sistema de cultivo de jóvenes prospectos, pero eso no fue ningún impedimento para desarrollar su talento.
Castro comenzó desde temprana edad a jugar en Empalme al lado de una generación de chicos que con el paso de los años serían leyendas, como Francisco ‘Pancho’ Alcaraz, Jesús ‘Cochihuila’ Valenzuela y Héctor ‘Comadre’ Leal. Ya para 1934, Castro había sido llamado para unirse al equipo ‘Estrellas’, manejado por uno de los más grandes mecenas del béisbol en México, Homobono Márquez. Con esta novena jugaría al lado de José Luis ‘Chile’ Gómez y su paisano, Héctor ‘Comadre’ Leal.
En 1935, luego de jugar con la Selección Sonora en la capital del país, el novato de 18 años se une al equipo sostenido por el Partido Nacional Revolucionario (PNR) – novena organizada por grandes figuras del béisbol en Hermosillo, como Fernando M. Ortiz y Francisco ‘Viejo’ López –. Ahí milita al lado de Jesus ‘Cochihuila’ Valenzuela, Manuel ‘Ciclón’ Echeverría, así como los hermanos Héctor y Coty Leal. Su destacada participación llamó la atención de los organizadores de la Selección Nacional, quienes lo convocaron para representar a México en el torneo internacional amateur de béisbol de Puerto Rico (1936).
Después de foguearse a nivel amateur, llega en 1938 su salto al profesionalismo. Firmado por Guillermo ‘Yamo’ Ornelas para jugar en la primera base, Ángel Castro hizo su debut en la Liga Mexicana de Béisbol con los Alijadores de Tampico, con quienes deja un porcentaje de bateo de .354 en 43 juegos, produciendo 62 hits, 11 dobles, 9 triples, 9 jonrones y 40 carreras remolcadas.
Los jaibos terminarían la temporada con récord de 32-15 en el tercer lugar, pero Ángel Castro con tres reconocimientos por parte de la Liga: Novato del Año, Líder en Carreras Producidas (40) y Líder en Cuadrangulares (9).
La temporada de 1939 vio a Castro, de 22 años, bateando para .328 en 58 juegos, con 121 hits, 10 dobles, 4 triples, 9 jonrones y 50 carreras remolcadas. 3 de esos cuadrangulares los pegaría en un solo juego, siendo así el segundo mexicano en lograrlo. Nuevamente se le premiarían sus esfuerzos con el título de Campeón de Carreras Producidas (50) y Jonrones (9).
En una época en que los mexicanos tenían dificultades para mantenerse en la Liga Mexicana, Castro supo sobresalir – decidido a elevar el nivel del espectáculo, Jorge Pasquel contrataba a un gran número de jugadores extranjeros, entre ellos de Ligas Mayores y de Ligas Negras –. Fue llamado a jugar para los Azules de Veracruz en 1940, quienes tenían en su roster a personajes como Santos Amaro, ‘Cool Papa’ Bell, Ramón Bragaña, Laureano Camacho, Ray Dandridge, Leon Day, Martín Dihigo, Josh Gibson, Lázaro Salazar, Fermín ‘Burbuja’ Vázquez y Willie Wells, entre otros.
Estaba claro que con un equipo como éste, Pasquel, manager del equipo, se llevaría el campeonato de 1940. Según podemos observar en el sitio Baseball Reference, Ángel Castro destacaría como el tercer pelotero con el mejor porcentaje de bateo en este equipo estelar (.362), después del ‘Maestro’ Martín Dihigo (.364) y del americano Josh Gibson (.467).
En 1941, Ángel Castro regresa al Tampico, club con el que permanece hasta 1947. Durante estos años, el zurdo entrega .292 de porcentaje de bateo y 68 cuadrangulares en 603 juegos. Sus mejores temporadas con el equipo a nivel individual fueron en 1941 (PCT: .336) y 1942 (PCT: .327).
Al mando de Armando Marsans y con el apoyo de figuras como Bonnie ‘Grillo’ Serrell, Santos Amaro, Manuel ‘Negro’ Morales y por supuesto, Ángel Castro, los Alijadores de Tampico obtienen el primer campeonato de su historia al terminar en primer lugar con marca de 52-38 y a 4 juegos de ventaja sobre Nuevo Laredo y Monterrey. La hazaña se repetiría al año siguiente, con el equipo jaibo terminando en primer lugar con 56-41 y a un juego de ventaja sobre los Diablos Rojos del México – conviertiendo así a Marsans en el primer manager que debuta en la liga con un bicampeonato –.
Concluida su etapa con el Tampico, Castro es enlistado nuevamente por el Veracruz en 1948. Con ellos permanecería hasta 1951, año considerado por muchos como el mejor de su carrera, pues es durante esta temporada que el zurdo de Empalme conquista la Triple Corona de Bateo, produciendo un porcentaje de .354, 79 carreras producidas y 22 jonrones.
Con la salida de Pasquel y la desaparición del Azul de Veracruz, Ángel Castro llega a los Tuneros de San Luis en 1952, quienes en esa temporada, luego de 15 juegos de haber iniciado la campaña, se mudan a la capital para convertirse en los Diablos Rojos del México. Con ellos, Castro batearía para .316 con 18 cuadrangulares. Permaneció con el equipo hasta 1953, año en que prueba suerte en Monterrey.
En 1954, el México Azul, comandado por Agustín Bejerano, lo llama a sus filas. Castro responde con un porcentaje de bateo de .346. Un año más tarde, el México Azul deja de existir para dar paso a los Tigres Capitalinos, quienes sustituyen a Ángel Castro como manager por George Genovese. Con este movimiento, el zurdo entra a Nuevo Laredo, con quienes batea para .327.
En 1956, Castro regresa al Águila de Veracruz, club con el que permanece hasta el final de su carrera en 1957. A manera de despedida de su ejemplar trayectoria por la Liga Mexicana, Castro logra establecer el récord de dos cuadrangulares en una sola entrada – récord que años más tarde le empatarían Roberto Ortiz, Héctor Espino, y Andrés Mora –.
Su trayectoria por la Liga de la Costa del Pacífico es tan extensa, que sería injusto resumirla en un par de líneas. Por esta razón, nos limitaremos a mencionar que el zurdo de Empalme fue figura central de los clubes de Yaquis de Cd. Obregón, Venados de Mazatlán y Naranjeros de Hermosillo.
El otrora número 21 de los Alijadores – el mismo, por cierto, que usaba Espino –, ya retirado, terminó sus últimos años como empleado del IMSS en Tampico, mientras que en 1964, sería entronizado en el Salón de la Fama del Béisbol Mexicano junto a otras legendarias figuras como Martín Dihigo, Lázaro Salazar, Ramón Bragaña y Genaro Casas.
Víctima de un derrame cerebral, Ángel Castro falleció un 10 de enero de 1983 a las 09:00 horas en el puerto de Tampico. Tenía tan sólo 66 años. Sin embargo, su recuerdo vivirá por siempre, dejando notables cifras que en aquellos años mozos de la Liga Mexicana establecieron marcas: 1,666 juegos, 6,249 veces al bat, 1,048 carreras anotadas, 1,914 hits, 355 dobles, 83 triples, 230 jonrones y 1,219 carreras producidas.
De su deceso, Oscar ‘Rápido’ Esquivel escribiría: “A quien le ponen Ángel, parece que está destinado a triunfar. Castro no fue la excepción: el gran zurdo dio clases de bateo en todos lados, su swing está considerado como lo más perfecto que han visto, incluso personajes de la Ligas Mayores. Esa armonía, de plano, no se puede describir fácilmente, ojalá quien no la vio, encuentre algún día a alguien que le platique, lo que parecía un poema al ver la pelota volar arriba de la barda. Honradamente contrastó su carácter serio al lado de sus hazañas. Varios, con la mitad de lo que él hizo, se volvieron locos.”
Descanse en paz, Ángel Castro, primera gran estrella jonronera de México.