“¡Ésto se Acabó!” – El Adiós del Magnate

DEDICADO
A LA MEMORIA DEL SHORTSTOP
DE LOS TUNEROS DE SAN LUIS,
GILBERTO ‘GILILLO’ VILLARREAL
(26/Dic/1926 – 05/Ago/2020),
EN SU 3er ANIVERSARIO LUCTUOSO.

En aquellos días del ayer, la temporada de la Liga Mexicana de Béisbol se llevaba a cabo en dos vueltas y el campeonato se disputaba entre los clubes ganadores de ambas. En 1951, el equipo de los Tuneros de San Luis – dirigidos por José Luis ‘Chile’ Gómez – había sido la sensación de la primera vuelta, en la cual se posicionó como líder indiscutible y con cuatro juegos de ventaja sobre el segundo lugar.

Siendo el Azul del Veracruz – comandado entonces por Ángel Castro, pero en realidad, como todos sabemos, por Jorge Pasquel – el club ganador de la segunda vuelta, los Tuneros se enfrentaron al equipo porteño en la serie que decidiría el campeonato.

El San Luis de 1951 contaba con figuras como ‘Gilillo’ Villarreal (ss), ‘Beto’ Rodríguez (2b), Carlos Blanco (3b), René González (1b), Raúl Navarro (c), Claudio Solano (lf), Fernando García (cf), Celso Zendejas (rf) y Alfonso Zárate (rf), así como con un cuerpo de pitcheo conformado por Wenceslao González, Armando ‘Indian’ Torres, Francisco ‘Panchillo’ Ramírez, Ramiro Cuevas y Roberto Delgado.

Por otro lado, el Veracruz tenía en sus filas a personajes como Felipe ‘La Muñeca’ Iturralde (2b), José Castro (cf), Leon Kellmann (c), Ángel Castro (1b), Archie Brathwaite (rf), Antonio Jiménez (ss) Alejandro Crespo (lf-3b), Florencio Quezada (3b), y pítchers de la talla de Ramón Bragaña, Rufus Lewis, Juan Crespo y Pat Scantlebury.

Para principios de octubre de ese año, dos juegos se habían disputado ya. Los Tuneros, contando con Wenceslao González en la loma de los disparos, ganaron el primer encuentro con facilidad. En cambio, los Azules ganaron el segundo partido con marcador de 7 carreras contra 6. Con la serie empatada, se decidió que los próximos dos juegos, programados para el viernes 5 y sábado 6 de octubre, se llevarían a cabo en el estadio ‘20 de Noviembre’ de San Luis Potosí. Sin embargo, nadie hubiera imaginado que este recinto se convertiría en el escenario de un desastre que mancharía la credibilidad de la Liga Mexicana.

Según relata Fernando Manuel Campos – ‘Fray Kempis’ –, el partido inició con el pie derecho para el equipo tunero, con sencillo de Carlos Blanco y jonrón productor del poderoso toletero cubano, René González, al cierre de la primera. En la segunda, Ángel Castro llegó a primera base por error de ‘Beto’ Rodríguez, secundado por Scantlebury, quien también arribara a la inicial por un error más del mismo ‘Beto’, avanzando Castro a la antesala por otro yerro de Fernando García. Con un disparo al inner field, Brathwaite entregó a Scantlebury en segunda mientras Castro anotaba la primera carrera para los veracruzanos, seguida por un oportuno cuadrangular del ‘Kanguro’ Jiménez, quien puso a los Azules arriba en el marcador. No obstante, los Tuneros respondieron en la parte baja del tercer episodio con espectacular cuadrangular de Barbóu, empatando el marcador.

Llega la cuarta entrada y con ella, el arribo del primer conflicto del partido. Iturralde da roletazo a tercera, siendo puesto out en la inicial. No obstante, el ampayer Carlos Alberto González lo declara safe, ocasionando la protesta de los aficionados, quienes, en desacuerdo con la decisión, comienzan a arrojar cojines y botellas contra él. Una vez aplacados los ánimos, ‘Chema’ Castro roletea para doble matanza, pero ‘El Zurdo de Empalme’ castiga al equipo tunero con jonrón para colocar nuevamente a los porteños en ventaja.

Un nuevo conflicto se desata en el sexto episodio del partido. Con Ángel Castro en base, Scantlebury saca rola entre primera, misma que pega en el tobillo del primera base René González, rebotando hacia el cojín. El batazo de Scantlebury fue declarado por el ampáyer Miguel Arvizu como bueno, originándose la protesta del cubano y del público en general.

A pesar de la indignación de los aficionados, el árbitro mantuvo su decisión, por lo que René González se le fue encima, propinándole dos fuertes golpes en la cara. Los jugadores potosinos salieron corriendo para calmar los ánimos del cubano, quien fue expulsado del juego. Aún con la resistencia opuesta el primera base tunero ante el aparente atropello, Scantlebury avanzó a segunda base.

Con la finalidad de evitar más estragos, Brathwaite recibe de los Tuneros la base intencional, pintándose así el cuadro completamente de Azul. Inmediatamente llega ‘El Kanguro’ Jiménez con doble, lo cual ocasiona la salida del pitcher Ramiro Cuevas y la entrada de ‘Panchillo’ Ramírez, a quien Manuel Arroyo da sencillo, empujando dos carreras más. Con sacrificio de ‘Bibí’ Crespo y sencillos de Iturralde y Kellman, el Veracruz obtiene una ventaja de 9 a 3 sobre los Tuneros en la parte media del sexto inning.

San Luis cerró la sexta entrada sin novedad, pero en la séptima, según relata ‘Fray Kempis’, “vino el acabose”: “Abrió Ángel Castro con base y Cantlebury jonrón, saliendo Conde y entrando a lanzar Roberto Delgado en medio de gran agitación en el público. Brathwaite y Kanguro Jiménez ligaron sencillos. Un wild de Delgado anota Brathwaite y esto fue bastante para que del público partiera una verdadera lluvia de botellas sobre el diamante sin dirección determinada, pues lo mismo iban sobre los jugadores que los ampáyers.”

“El juez González”, continúa Kempis, “salió escudándose en ‘Chile’ Gómez, mientras que los jugadores del Veracruz se refugiaban en la caseta, en tanto que la policía y los soldados trataban de restablecer el orden. Se anunció por los altoparlantes que el juego se daría al Veracruz por forfeit si en diez minutos no se restablecía el orden, pero transcurrieron veinte y como no se calmaron los ánimos […], se dio la decisión en favor de los Azules.”

“Después de hecha la declaración, el público siguió agitado y luego amainó un poco la tormenta, mientras policías y soldados evitaban que público y jugadores chocaran. [Empezaron] a salir los del Veracruz, mientras que Jorge Pasquel se dirigía a su automóvil, y como al entrar notara que Bragaña discutía con algunos fanáticos – cabe mencionar que según el escritor John Virtue, uno de ellos incluso llegó a golpearlo en la cara –, [Pasquel] intervino en su ayuda, recibiendo un fuerte ladrillazo que le descalabró. Luego salieron al aeropuerto para dirigirse a México.”

A consecuencia del disturbio ocurrido ese 5 de octubre en San Luis, la post-serie fue reprogramada para ser concluida en la Ciudad de México. Un boletín publicado por la directiva de la Liga anunció al día siguiente: “El presidente de la Liga Mexicana ha comunicado que [,] en vista de los incidentes ocurridos durante el juego celebrado en el Estadio Veinte de Noviembre de San Luis Potosí, por falta de garantías y en uso de las facultades que le fueron conferidas en junta de Presidentes de clubes, ha decidido que la post serie termine en México.”

John Virtue asegura que Pasquel, a su estilo, enviaba desde la tribuna instrucciones a los ampáyers, incluyendo al árbitro Miguel Arvizu, para favorecer al Veracruz. Una nota del ‘Heraldo de San Luis’ reportó a la mañana siguiente, que “la Liga decidió suspender a éste indefinidamente, por considerarlo único responsable y causante de la bronca”, pero dicha información sería desmentida por la prensa jalisciense el 7 de octubre, la cual aseguró que Arvizu recibió de la Liga un “voto de confianza y gratitud.” Por otro lado, al cuarto bat tunero, René González, le fue impuesta una multa de $2,000 pesos, pero sin suspensión, “únicamente para que no se piense que la Liga trata de ayudar al club Veracruz restándole al San Luis un elemento clave, como indudablemente lo es”, como expresaría otro comunicado de la Liga.

La columna ‘El Deporte en Si Bemol’ del diario ‘El Informador’ publicó tras los hechos sucedidos en el estadio ‘20 de Noviembre’: “¡!Ésos de Azul! Con qué facilidad acuchillan un equipo, cuando esa es la consigna, y ha mediado, posiblemente, algún obsequio de substanciosa cuantía. Esto parece haber sido la causa de la bronca provocada en San Luis, por los ampayers de México, llevados por la dirigencia del Veracruz, posiblemente, para que hicieran ‘justicia’ a… su favor. Una cosa ya vieja, pero de uso todavía, y sobre todo en la capital, donde con tal de ganar, no se fijan en el medio […] Y sucedió lo que era de esperarse: que se fue Pasquel con su música a otra parte, y en avión, y ahora serán en México los juegos restantes. Para esto, naturalmente, obtuvo el acuerdo inmediato de los dirigentes de la Liga Profesional, que también controla, y por tanto los manda.”

La post-serie se reanudó en el Parque Delta con el partido del domingo 7 de octubre, en el cual el Veracruz se llevó la victoria con score de 6 a 0. Lanzando por el Azul, el pitcher Ramón Bragaña se impuso sobre Wenceslao González – el cual resistió sólo dos entradas y dos tercios –, Ramiro Cuevas – cuatro entradas –, ‘Panchillo’ Ramirez – dos entradas – y Roberto Delgado – una entrada –.

“De ahí en adelante”, declaró el Dr. Eduardo Quijano Pitman, dueño del club de los Tuneros de San Luis y presidente de la Liga Mexicana de 1948 a 1952, “el San Luis ya no hizo nada en la serie. Los muchachos se desalentaron muchísimo porque creían que no tenían el apoyo suficiente en ese tipo de situaciones por parte de quienes integrábamos la directiva de la Liga.”

Al día siguiente, en cerrado juego de 11 hits de los Tuneros contra 4 del Azul, el Veracruz se coronó campeón de la Liga Mexicana con pizarra de 3 carreras por 2. A pesar de llevar la ventaja en el score, un error de ‘Beto’ Rodríguez en la octava entrada permitió el empate, mientras que en la novena, el San Luis perdería con base para Iturralde, doble de Kellman, base intencional a Ángel Castro y fly de Brathwaite que permitió el pisa y corre de ‘La Muñeca’ para la carrera de la victoria.

Al poco tiempo después de ganado el campeonato, Pasquel anunció su retiro del béisbol profesional mexicano. Comenzó y terminó su carrera en la Liga con dos banderines para el club de su propiedad, el Azul de Veracruz (1940 y 1951). Tras su salida, vendió el Parque Delta al Departamento Central del Distrito Federal. Sin el apoyo económico de Pasquel y sin tener un parque en el cual jugar, las dos escuadras de la capital de la República  – los Diablos Rojos del México y el Azul del Veracruz – desaparecieron. El Dr. Quijano Pitman, su sucesor como Presidente de la Liga desde 1948, se encargó de preparar la temporada de 1952 con sólo 6 de los 8 equipos constituyentes de la temporada de 1951.

“Pasquel se salió del béisbol cuando le dieron la pedrada en San Luis”, declaró Quijano Pitman al escritor Carlos Garrocho Sandoval. “Se hacía en el campo lo que a él le daba la gana. Ese día, en la serie de campeonato contra nuestro equipo, les había dado instrucciones a los ampáyers para que favorecieran al Veracruz, y empezaron a cantar decisiones totalmente inmorales. El público, irritadísimo, armó la bronca y alguien lanzó una piedra que le abrió la cabeza, aunque el tiro probablemente ni siquiera iba dirigido a él.”

Según Garrocho Sandoval, es falsa la versión, todavía sostenida por muchos, de que a causa del incidente en el estadio de los Tuneros, Pasquel determinó sacar al San Luis de la Liga. El autor asegura que, cuando lo curaban del ladrillazo, el magnate exclamó: “¡ÉSTO SE ACABÓ!”, expresando únicamente con ello su decisión de retirarse del béisbol.

Al año siguiente, ya con Pasquel fuera de la Liga, la temporada número 28 de la Liga Mexicana de Béisbol se llevó a cabo con los Charros de Jalisco, los Rojos del Águila de Veracruz, los Sultanes de Monterrey, los Tecolotes de Nuevo Laredo, el Unión Laguna y los Tuneros de San Luis, quienes fueran dirigidos en esa temporada por Ángel Castro

Gracias a las gestiones de Quijano Pitman, se acordó que el Departamento Central le alquilaría el Parque Delta a la Liga Mexicana para poder seguir jugando partidos en la Ciudad de México. Como el grueso de  las entradas procedía de este estadio, y ante la desaparición de los dos equipos capitalinos financiados por Pasquel, la directiva de la Liga Mexicana decidió llevarse a uno de los equipos de provincia a jugar a la capital, siendo el San Luis – propiedad de Quijano Pitman –, el seleccionado. Fue así como los Tuneros, después haber jugado 15 partidos en dicha temporada, dejaron de existir para convertirse así junto con todos sus jugadores en los Diablos Rojos del México.  

Alejado completamente del béisbol, Pasquel encontraría su fin un 7 de marzo de 1955 en un accidente aéreo. Estaba a sólo mes y medio de cumplir los 48 años. Según narra Julián Díaz Hernández, “el día que se enfrentó a su destino, [Pasquel] salió de México a las 3 de la tarde. Aún hasta las 2:30 pm estuvo en sus oficinas de (Calle) ‘Ramón Guzmán 71’ con todos sus hermanos, esperando noticias de su hijo Jorge, quien durante la mañana había sido operado de amigdalitis. Todavía al salir de la capital recomendó a su chofer, Gustavo Macías, que fuera a esperarlo al aeropuerto a las 10 de la noche.”

“Siguiendo ese plan, cerca de las 9 pm en ‘San Ricardo’, Pasquel dio la orden de regresar a México. Experimentado como era, el piloto Jacobo Estrada (ex-combatiente en la Segunda Guerra Mundial con el Escuadrón Mexicano 201), le hizo ver las condiciones riesgosas para volar, pero Jorge impuso la terquedad para aplicar su voluntad. Quería estar en la capital a como diera lugar y dio la orden tajante que le costaría la vida…”

“Ahí,” concluye el historiador Cesáreo Suárez Naranjo, “en un lugar llamado Tanchipa, rancho de su propiedad en el Estado de San Luis (¡gran casualidad!), fue cuando se terminó todo.”

A pesar de todos sus defectos y arbitrariedades, la influencia de Pasquel en el béisbol mexicano es innegable. Durante su tiempo al mando de la Liga Mexicana, no hubo deporte en todo México que fuera más importante que el béisbol. Por ello fue que el Salón de la Fama del Béisbol Mexicano tuvo a bien entronizarlo en el año de 1971. A manera de homenaje – entre los muchos otros que recibió tras su deceso –, el periódico ‘Esto’ dedicaría las líneas: “Nunca se olvidará, ni siquiera por generaciones en un futuro lejano, que Jorge Pasquel, al frente de su familia, hizo temblar el béisbol organizado de los Estados Unidos. Rompió la barrera del color y mejoró el juego en México. De todas las cosas que hizo, despertó al béisbol de nuestro país de su existencia somnolienta, lo sacudió y lo elevó a grandes alturas insospechadas”.