“Soy Vinicio”

“Señor, mi Señor, soy Vinicio”, fueron las últimas palabras de uno de los peloteros más icónicos de la época dorada del béisbol mexicano. García, afligido por afecciones cardiacas, hipertensión y diabetes, dejó este mundo un 17 de agosto de 2007 a las 16:30 a la edad de 82 años. Hace casi 15 años que el hombre partió, pero su recuerdo aún permanece vivo en la memoria de todos los aficionados del béisbol en México.

“Como una pintura, nos iremos borrando”, dijo el rey poeta Nezahualcóyotl. “Como una flor, nos iremos secando aquí, sobre la tierra”. “Meditadlo, señores, águilas y tigres: aunque fuerais de jade, aunque fuerais de oro, también alla iréis, al lugar de los descarnados.” La vida es efímera y pasa en un instante. La muerte es ausencia anunciada.

Nuestra existencia no es más que un paréntesis entre el no ser y el no estar. Por ello es que el ser humano anhela encontrar una ‘causa sui’ – su propio ‘proyecto de inmortalidad’ –. Cada quien tiene el deseo de crear o de convertirse en parte de algo que dure por siempre y que, a diferencia del cuerpo físico, no muera. Lamentablemente, no todos logramos nuestro cometido. Hay muchos que permiten que su mente se distraiga con hedonismo, drogas o con vano entretenimiento. Sólo unos cuantos usan el breve tiempo que tienen para dejar huella. Vinicio, como muchos de sus contemporáneos, fue uno de esos cuantos.

Fueron 33 de sus 82 años los que Vinicio García Uzcanga entregó al béisbol profesional como pelotero y mánager. Nacido un 24 de diciembre de 1924 en San Ignacio de la Llave, Veracruz, el joven Vinicio comenzó jugando en el puerto jarocho junto a ‘Memo’ y Bernando López, así como a Pedro ‘Charrascas’ Ramírez y Beto Ávila. Su talento pronto lo llevó a la Ciudad de México, donde fue recibido por el equipo Agricultura, de la Liga de Aficionados de la CDMX.

En la campaña de 1944, los Rojos de Ernesto Carmona estaban casi fuera de batalla. Por ello, el llamado ‘Marqués de San Basilio’ salió en búsqueda de nueva sangre para el equipo. La encontró en  novatos como el mazatleco Manuel Magallón, Jorge ‘Chorejas’ Bravo, Salvador ‘Rata’ Vargas, Filomeno ‘Memo’ Ríos y el veinteañero Vinicio García – todos estrellas del verano y del invierno en los siguientes años –.

Ambidiestro, el joven Vinicio vio acción por primera vez con el tradicional equipo escarlata un 2 de septiembre en el legendario Parque Delta. Entrando de emergente, se enfrentó a Daniel ‘Coyota’ Ríos del Monterrey, quien le concedió una base por bolas en su primer turno, mismo que bateó de zurdo. En su segundo, García le conectaría un hit dentro del cuadro al famoso lanzador para un muy buen debut. Su participación en 8 juegos en esa temporada arrojaría 12 carreras impulsadas y un porcentaje de bateo de .222.

Con el comienzo de la Liga Nacional – aquel circuito que se dice, nació apoyado por Grandes Ligas con el fin de restarle fuerza a Pasquel en su intento por elevar el nivel de béisbol mexicano a costillas de los americanos –, García intentó ver más acción en el campo, enfundándose en la franela de los ‘Mineros Grises’ del Parral en 1945. Ahí tuvo de manager a Vicente Moctezuma, quien fuera después reemplazado por Zenón Ochoa. Fue Zenón quien lo colocó en segunda base y como primero al bat. También fue este manager quien lo convenció de dejar de batear como zurdo. Su primer homerun como profesional fue en esta liga, donde produjo once dobles, 7 triples y 49 carreras con un porcentaje de bateo de .260.

Fue también en 1945 cuando García ingresó al destacado equipo de la Liga de la Costa del Pacífico, los Venados de Mazatlán. Ahí alineó junto a su compañero Manuel Magallón y a su anterior rival Daniel ‘Coyota’ Ríos. Con Manuel Fortes al mando de la escuadra, los Venados se convirtieron en el equipo a vencer y en el campeón indiscutible de la temporada debut de este circuito invernal (1945-46).

Después de ausente un año, Vinicio García regresa a la Liga Mexicana de Béisbol con los Tuneros de San Luis Potosí, con quienes permaneció de 1946 a 1947. Ahí estaba programado para ser la pareja de doble play de Vern Stephens – su futuro compañero en Grandes Ligas –, pero éste último tuvo un desacuerdo laboral con la gerencia y se regresó a la Gran Carpa.

En el invierno de 1946 es seleccionado para participar con el club México en Venezuela. Al terminar la contienda, se quedó en Cuba para alinear con los Elefantes Verdes de Cienfuegos, recomendado por el legendario Martín Dihigo, quien era manager del equipo. Ahí se encargo de estropear el juego perfecto de Max Lanier – de los Azules de Almendares – en la última entrada y a un out de completar la hazaña, así como la corona de bateo de su paisano ‘Beto’ Ávila – del Marianao –, quien con una magnífica atrapada de García quedó a un hit debajo de Lou Klein de los Rojos de La Habana. Con el equipo de Santiago seguiría en Cuba en el invierno siguiente.

En 1948, García regresa nuevamente a la Liga Mexicana, ésta vez con los entonces llamados Ángeles de Puebla de Napoleón ‘Nap’ Reyes. Ahí llegaría para ocupar la segunda base, misma que quedó vacante cuando su titular, ‘Beto’ Ávila, se marchó para buscar suerte en el béisbol americano. Ahí alineó con ‘Cocaína’ García, Felipe ‘Muñeca’ Iturralde, Pedro ‘Charrascas’ Ramírez y Alejandro ‘Cabezón’ Uriarte, entre otros grandes. Durante el invierno del 48-49 regresa a la Liga de la Costa del Pacífico con los Ostioneros de Guaymas, pero tanto él como Luis ‘Texano’ Castro tuvieron muy mala racha en el bateo, terminando el equipo en la última posición del tablero con 18 victorias y 42 derrotas.

Su mala racha no duró mucho: en 1949 se unió a los Indios de Ciudad Juárez de la Arizona-Texas League – equipo conformado por Francisco ‘Pancho’ Alcaraz, Manolo Fortes, Blas ‘Máscara’ Guzmán, Héctor ‘Comadre’ Leal, Guillermo ‘Memo’ Luna, Manuel Magallón, entre muchos otros grandes –, donde bateó nada menos que para .377, convirtiéndose en líder de carreras, hits y triples de la liga. Fue gracias a esta actuación que García ganaría la corona de bateo y la venta de su contrato al equipo Shreveport de la Texas League (clasificación AA) en 1950.

De 1950 a 1953, Vinicio García alterna entre Shreveport y Corpus Christi (Pacific Coast League), cosechando un porcentaje de bateo global de .280. Su último año con Shreveport (1953), García deja una notable marca de .305, misma que llamó la atención de los Orioles de Baltimore, quienes en 1954 lo convierten en el noveno pelotero nacido en México en jugar en Grandes Ligas a sus 29 años. Conocido ahí como ‘Chico’ García, en Baltimore jugaría junto con Clint Courtney, Bobby Young, Vern Stephens, Bob Turley y Don Larsen.

Lamentablemente, su paso por Grandes Ligas fue muy breve. Entrando como suplente del segunda base titular, Bobby Young, García sólo jugó en 39 partidos con 62 turnos al bat con los Orioles, bateando 7 hits – dos de ellos, triples –, anotando 6 carreras y siendo ponchado únicamente en 3 ocasiones, pero bateando para sólo para .211. Jimmy Dykes, manager del equipo, lo puso a disposición de los Dodgers de Brooklyn, quienes lo enviaron a Triple A.

Después de otros 5 años en Triple A – con Toledo (1955), Whichita (1956), Indianapolis (1957) y Dallas (1959) – y sin gran esperanza de subir de nuevo a Grandes Ligas, García regresa a México, alineando con el Monterrey (1960 – 1965, 1970) y con el Veracruz (1966-1970), para terminar su carrera como jugador activo con los Tigres de Ciudad de México (1970). Después regresó brevemente al bat por una última temporada a Ciudad Juárez (1975) a sus 50 años. Con el Monterrey produjo grandes resultados, como su porcentaje de bateo en 1960 (.351), 1961 (.346, estableciendo récord en dobletes (49)), 1962 (.341) y 1963 (.368), ganándole el título de bateo de la Liga Mexicana al tricampeón Al Pinkston por sólo ,0004 de diferencia.

Tras su retiro como jugador, Vinicio García se convirtió en manager. En el verano, dejó un porcentaje global de sólo .500 en 15 temporadas – liderando a Veracruz, Monterrey, Sabinas, Jalisco, Nuevo Laredo y Monclova –, pero en el invierno fue un exitoso estratega. Teniendo un excelente equipo de coaches constituido por Gilberto ‘Gilillo’ Villarreal y por Homobono de la Rocha, Vinicio García llevó a los Tomateros de Culiacán a la conquista de su primer campeonato en la temporada de 1966-67, así como en 1969-70. Así mismo, García llevó a Guasave al triunfo (1971-72, incluyendo una visita a la Serie del Caribe), así como a Los Mochis (1983-84). Con ello, García se convirtió en uno de los managers más exitosos de la pelota invernal, a sólo unos pasos de Francisco ‘Paquín’ Estrada. 

“Lo que he aprendido de la vida es aprovechar al máximo lo que tienes”, dijo el ya finado astrofísico afligido por la enfermedad de Lou Gehrig, Stephen Hawking. Sin duda, Vinicio García supo sacar provecho de todas las oportunidades que la vida le ofreció.  Por ello, el llamado ‘Chico’ García fue ingresado al Salón de la Fama del Béisbol Profesional Mexicano en 1981. Sus restos yacen hoy en el Parque Funeral Guadalupe de Monterrey, Nuevo León, ciudad que lo seguirá recordando con cariño.