La Carrera de Armas: Maris y Mantle

1961. Año en que el ruso Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio; en que las autoridades de la DDR (Deutsche Demokratische Republik) cerraron la frontera que dividía a Alemania del Este y Alemania del Oeste – dando origen al Muro de Berlín –; en el que John F. Kennedy fuera ungido como el 35° Presidente de los Estadios Unidos – comenzando éste con el pie izquierdo, tras el desastre de la Operación de Bahía de Cochinos en Cuba –. 1961 es también recordado por ser un año en el que imperó sobre el mundo entero el sombrío amago de una guerra nuclear tras la creación de la “Tsar Bomba” – la bomba nuclear más grande del mundo, autoría de los soviéticos –.

Mientras el gobierno de los Estados Unidos se encontraba en una dura carrera de armas con la Unión Soviética en plena Guerra Fría y la amenaza de un holocausto nuclear se había vuelto muy real, en el béisbol, dos titanes miembros del club de los Yankees de Nueva York se encontraban también en una dura competencia, al proponerse ambos romper uno de los récords más importantes del deporte – el récord de más jonrones por temporada de todos los tiempos en Grandes Ligas, marca impuesta por Babe Ruth (60 jonrones en 1927) –.

Si uno hubiera leído o escuchado la cobertura de aquella época en los medios de comunicación, se llevaría también la impresión de que Mickey Mantle (20/Oct/1931 – 13/Ago/1995) y Roger Maris (10/Sep/1934 – 14/Dic/1985) – los también llamados ‘M&M Boys’ – eran enemigos a muerte. Sin embargo, entre ellos existía una muy buena amistad – vivían juntos en una residencia de Queens junto con Bob Cerv y, lo más importante, eran buenos compañeros de equipo que se apoyaban mutuamente –. A pesar de las presiones por parte de los fanáticos y de la prensa de la época – grupos que estaban decididos a enfrentarlos entre sí para sus propios propósitos –, Mantle y Maris continuaron con ese gran lazo de amistad, que fue más allá de la vida de ambos. Cuando Maris murió en 1985 a la edad de 51 años, Mantle no solo asistió a su funeral, sino que fue incluso uno de los portadores del féretro de su amigo.

A pesar de su amistad, ambos peloteros no podían ser más diferentes. Según informes, Mickey Mantle era la imagen del Yankee perfecto. Nació en Oklahoma y se crió en el sistema agrícola del club neoyorkino. Era extrovertido, bien parecido y amaba la vida nocturna de Nueva York junto con Eddie ‘Whitey’ Ford y Billy Martin. Para la temporada de 1961, Mantle – portador del número 7 en la tradición de las grandes figuras de los Yankees, con Ruth vistiendo el 3, Lou Gehrig el 4 y Joe DiMaggio el 5 – tenía 29 años y estaba profundamente arraigado en la cultura Yankee, habiendo estado en la novena durante casi una década. Era el alma del equipo y todos buscaban que asumiera el liderazgo del mismo. Maris, por otro lado, era todo lo contrario a Mantle.

El joven nacido en Hibbing, Minnesota era muy introvertido y hasta él mismo admitía que nunca iba a ser aceptado como una de las figuras históricas de los Yankees. Maris tenía 26 años y acababa de ser canjeado a Nueva York el año previo a la carrera de jonrones. El cambio le sentó bien: en 1960 fue condecorado como Jugador Más Valioso – premio recibido de manos de la viuda de Babe Ruth –. En lugar de disfrutar ser el centro de atención, Maris se alejaba de él, lo cual lo hizo llevar una fría relación con la prensa, siendo muy escueto en sus entrevistas o incluso dejando plantados a los reporteros – por lo cual se rumorea que la prensa deportiva nunca lo consideró para el Salón de la Fama de Cooperstown –.

La carrera de ambos por batir el récord de Ruth cautivó a los fanáticos del béisbol en todo el país – hasta tal grado que, por un momento, los americanos estaban más preocupados por el desempeño de ambos beisbolistas y menos sobre el aviso de J.F. Kennedy acerca de que cada familia debería construir un refugio anti-bombas como resultado de la crisis de los misiles en Cuba –. A lo largo de la temporada del 61’, el líder de jonrones cambió muchas veces, lo que hizo que el frenesí de los medios y los fanáticos fuera aún peor.

El estilo de vida de Mantle contrastaba fuertemente con la disciplina y el rendimiento necesarios para dicha competencia. Las mujeres, el alcohol y la fiesta impedían que Mantle tuviera el descanso necesario. Luego llegó una lesión en su brazo derecho, seguido por problemas en el hombro y resfriados intermitentes. Cuando Mantle quedó fuera de la contienda en septiembre debido a una infección adquirida en la cadera por una inyección mal puesta, estaba claro que él no iba a ser quien rompiera el récord de Ruth. Mientras ‘The Mick’ produjo 54 jonrones antes de ser hospitalizado, Maris aún tenía una buena oportunidad.

Durante su carrera por el récord, Maris se enfrentó a la adversidad de los fanáticos, los miembros de la prensa e incluso la gerencia del béisbol, quienes pensaban que el atleta no tenía ni el carisma de Mantle ni la presencia suficientes para pasar a la historia como ‘el hombre que batió el récord de Ruth en la casa que él construyó’. De hecho, todos en el país, fanáticos de los Yankees o no, querían que Mickey Mantle fuera quien rompiera dicha marca. La afición se preguntaba: “¿Quién diablos es este tipo, Roger Maris, que se interpone en su camino?“.

La presión llegó a tal grado que los fanáticos abucheaban a Maris por cada homerun que éste conectaba. Oliver Keuchle, de ‘The Milwaukee Journal’ reflejó el sentimiento de todos los miembros de los medios con su declaración de que, cuando algún día se rompiera el récord de Babe Ruth, “debería ser por alguien de mayor estatura en el béisbol y mayor color y atractivo público… simplemente no hay nada profundamente heroico sobre Roger Maris”.

El comisionado de las Grandes Ligas de Béisbol, Ford Frick, también complicó las cosas para Roger Maris. Dado que la temporada se extendió de 154 a 162 juegos desde que Ruth estableció el récord, Frick dictaminó que si un jugador “no conecta más de 60 homeruns hasta después de que su club haya jugado más de 154 juegos, habrá una marca distintiva en el libro de récords para mostrar que el récord de Babe Ruth se estableció bajo un calendario de 154 juegos”. Toda la presión estaba afectando a Maris, quien incluso comenzó a perder el cabello. Sabía que las declaraciones del comisionado eran una forma de sabotearlo.

Para cuando los Yankees jugaron su partido 154 de la temporada, Maris ya tenía un total de 58 jonrones. Conectó un jonrón más en el juego 154 – el 59, contra los Orioles de Baltimore –, quedando a dos de romper el récord. Pero, al final de los 162 juegos, Maris logró la hazaña de 61 jonrones – uno más que Ruth – en el estadio de los Yankees, el cual ese día estaba lleno a sólo un tercio de su capacidad. Llegó a ser tal el odio a Maris, que la afición decidió no ir al partido para presenciar el gran momento.

Por si esto fuera poco, si bien el comisionado insistió en que hubiera un asterisco junto al nombre de Maris en el libro de récords, en realidad Maris conectó su jonrón número 60 en menos apariciones al bat (684) que Babe Ruth (689). Aún así, el récord de Ruth se mantuvo y ambos hombres figuraron como poseedores del mismo. No fue sino hasta 1991 que el comisionado de la MLB, Fay Vincent, insistió en que hubiera un solo récord de más jonrones en una temporada y que éste se le otorgara a Roger Maris. Lamentablemente, para ese entonces Maris tenía ya 6 años muerto y sin haber recibido en vida el merecido reconocimiento. El récord de jonrones de Maris se mantuvo durante 37 años, siendo batido hasta 1998 por Mark McGwire de los St. Louis Cardinals al conectar éste el homerun número 62 en 145 juegos.

Al final de la fabulosa temporada de 1961, los Yankees habían ganado el banderín de la Liga Americana y la Serie Mundial. ‘Whitey’ Ford ganó el Cy Young por su gran desempeño y Maris recibió su segundo reconocimiento como Jugador Más Valioso. Los ‘M&M Boys’ habían impulsado al equipo a lo largo de la temporada como el mejor par de compañeros de equipo en la historia del juego. Juntos todavía tienen el récord de más jonrones en una temporada por un par en un mismo equipo (115). Los Yankees honraron tanto a Mantle como a Maris retirando sus números (el 7 y el 9) y entregándoles placas que figuran en el Monument Park de Nueva York. De ellos, sólo Mantle fue inmortalizado en el Salón de la Fama de Cooperstown (1974).

A pesar de la presión de los medios y de la afición, Mantle y Maris nunca se trataron como enemigos. La actitud de ambos nos ofrece una verdadera lección de amistad, respeto y dignidad. Es demasiado fácil comenzar a odiar a alguien contra quien estamos compitiendo, pero Mantle y Maris convirtieron lo que podría haber sido una amarga rivalidad en una sincera amistad.