¡Vuelta Alto, Cometa!

En la historia del béisbol de la Costa del Pacífico existen grandes figuras que se han convertido en el orgullo de la ciudad conocida anteriormente como Pitic – ‘lugar rodeado de ríos’ –: Hermosillo. La capital de Sonora ha sido semillero de grandes figuras del Rey de los Deportes – como David ‘El Llorón’ Ocampo, Ramón ‘Paletas’ González, Ernesto ‘Natas’ García, Alejandro ‘Cabezón’ Uriarte, entre muchos otros más –.

También es la casa del mejor bateador que se haya visto en todo México: el chihuahuense Héctor Espino – personaje que fuera tan importante para el club de Naranjeros de Hermosillo, que sus habitantes decidieron bautizar con su nombre al estadio conocido entonces como ‘El Coloso del Choyal’ en 1976 –.  Pero la columna de esta semana no va dedicada a la vida e historia del gran ‘Supermán de Chihuahua’. Muchas décadas antes de que este gran pelotero mexicano llegara para hacer historia, existió un hombre que, en su momento, mereció sin duda ser reconocido con los mismos honores en su natal Hermosillo.

El año es 1954 y el día el sábado 16 de enero. Corría la IX temporada de la Liga de la Costa del Pacífico (1953-1954) y habían transcurrido ya 13 meses desde que Don Florencio Zaragoza pusiera un punto final al negocio del béisbol en Guaymas, desintegrando al Club de los Ostioneros y vendiendo a sus estrellas a otras franquicias. Mientras que ‘El Bule’ Guzmán pasaba a los Mayos de Navojoa, ‘Gilillo’ Villarreal a Ciudad Obregón, y los entonces llamados Medias Azules del Guadalajara se nutrían con gran talento – como Santiago Ayala, Manuel Magallón, Beto Rodríguez y Aurelio Espericueta –, Don Florencio Zaragoza vendió a Leo Rodríguez y a su campeón de bateo de la temporada 1952-53 – y protagonista de esta entrega –, Claudio ‘Sordo’ Solano, a la novena hermosillense – regresando así este último al club con el que debutaría en la Liga de la Costa del Pacífico –.

Don Larsen (07/Ago/1929 – 01/Ene/2020) – pitcher ganador de las Series Mundiales de 1956  y 1958 con los New York Yankees y en ese año lanzador de los Arroceros de Ciudad Obregón – fue al bat un verdadero dolor de cabeza el viernes 15 ante Hermosillo y ese sábado no pintaba mejor para los capitalinos, con Obregón a la cabeza al son de 6 carreras por 0 al cierre de la séptima entrada.

En un esfuerzo desesperado por frenar a Obregón, el timón de Hermosillo, Virgilio Arteaga – ‘El Tigre de Regla’ –, envió al montículo a Jesús ‘Manopas’ Alcántar – un joven vecino del barrio de las Palmas – quien logró frenar con éxito a la ofensiva del emergente Eddie Escalante tras el desfile de lanzadores de su equipo en las entradas anteriores – Arnulfo Manzo, Manuel ‘Ciclón’ Echeverría y Alonso Ruiz –.

En la parte baja de la octava entrada, la capital sonorense produjo al fin sus primeras 3 carreras del partido, con dobletes de Claudio Solano y de Santiago ‘Dumbo’ Ayala, quienes le encontraron la pelota al futuro pitcher productor de un juego perfecto en Serie Mundial (1956). Llega el turno del ‘Manopas’, quien logra retirar a tres bateadores en línea en el noveno episodio, provocando en Arteaga y en la afición una gran sensación de alivio. Llega la parte baja de la novena entrada. Larsen poncha a ‘Beto’ Rodríguez, con David ‘Chamaco’ García logrando colarse al cuadro mientras que ‘Chanquilón’ Díaz se poncha para el segundo out. Con el ‘Chamaco’ robándose la tercera base, Leo Rodríguez consigue un apretado ‘infield hit’, anotando así la cuarta carrera del encuentro.

Produciendo William ‘Ready’ Cash un sorpresivo cuadrangular, el partido se empata 6-6, para el desconcierto de Larsen y el desenfrenado júbilo de la afición capitalina. No terminaban de celebrar los aficionados cuando llega el gran Claudio Solano, quien con poderoso swing logra rematar al ligamayorista, produciendo un cañonazo que se llevó la barda del jardín izquierdo para dejar a Obregón en el terreno de juego.

Incontenible en su júbilo y orgullo por la inesperada victoria de Hermosillo, la afición se vuelca en el estadio para celebrar el emotivo momento. Al llegar al plato y tras anotar la carrera del triunfo, Claudio Solano – en gran acto de sencillez y humildad – le pide a sus compañeros que todos los honores y muestras de afecto caigan sobre el joven pitcher relevista. Sus compañeros acceden, llevándose al ‘Manopas’ por todo el campo del desaparecido ‘Fernando M. Ortíz’ y hasta el Estadio Madero, en medio de la emoción y algarabía del público. Y no fue poca cosa: con este cuadrangular de Solano – el décimo de 13 producidos en esa temporada y que le diera a Alcántar su primera y última victoria en la misma –, el joven ‘Manopas’ pasaría a la historia como ‘El Hombre que venció a Larsen’. 

A lo largo de su carrera, fue muy común que el gran ‘Sordo’ Solano resolviera un juego para su equipo por la vía del cuadrangular. “Si no hubiera existido Héctor Espino, todavía sería [Solano] el mejor bateador mexicano”, declaró sin titubeos Víctor ‘El Cadillo’ Saiz, uno de sus compañeros tanto como jugador como durante su tiempo como umpire.

Nacido un 14 de febrero de 1926 en la Calle Tercera de Hermosillo – hoy Enrique García Sánchez –, Claudio Miguel Solano Estrella se ganó el apodo de ‘Sordo’ debido al deterioro de su capacidad auditiva, mismo que comenzó a manifestarse después de un clavado malogrado en una alberca cuando era un jovencito. Saliendo del agua, el chico sintió un gran vacío en el oído derecho, mismo que ignoró. “No le di importancia en ese momento” – le contó al autor de su biografía, Jesús Arturo Llánes –, “cuando eres un joven no te asusta nada de eso”.

Los inicios de Solano en el béisbol profesional fueron durante el arranque de la Liga Sonora en 1944, cuando ‘El Viejo’ López Palafox lo asignó junto con Luis ‘Güerito’ Villanueva y Santiago ‘Dumbo’ Ayala a los Cheritos de Carbó, un club patrocinado por ganaderos de la región. Fue en esta ciudad donde Solano conocería a su esposa y compañera de toda su vida, Emma Noriega. Inició jugando tercera base, pero ‘El Viejo’ López, al darse cuenta del poder de su brazo, decidió moverlo al jardín izquierdo, posición en la que se desempeñó con gran calidad a lo largo de su fructífera carrera. Fue gracias a los cañonazos salidos de su bat, que Carbó quedó a un juego de arrebatarle el campeonato a los Queliteros de Hermosillo en el (segundo) debut de esa liga (1944).

Fue en 1945 cuando el buscador Yamo Ornelas lo firmó con los Alijadores de Tampico en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) – en un debut que se vio truncado tras una lesión de su brazo, por lo que regresó a Hermosillo –. “Cuando llegué, el Viejo López me ayudó muchísimo;” recordaba Solano con gran agradecimiento, “fuimos con un doctor que tenía su consultorio en el Edificio Seguros del Pacífico y me dejó mejor que como estaba”. 

Regresó a la Liga de Sonora en su segunda temporada con los Queliteros de Hermosillo, donde ganó el título de bateo (.383). Fue también en ese mismo año que Solano hizo su debut en la Pacific Coast League con los Padres de San Diego – donde participó en 7 juegos con un modesto .154 – así como en la Liga de la Costa del Pacífico con los Presidentes de Hermosillo, equipo también al mando del ‘Viejo’ López Palafox.

Diversos reportes indican que su debut en Ligas Mayores – con los Cafés de San Luis de la Liga Americana – fue interrumpido por Tampico, club que se negó a pagarle la cuarta parte de su transferencia – $1,000 dólares –, por lo que no se pudo concretar la venta de su contrato – ¿Le recuerda a usted esto un poco a la historia de Héctor Espino? –.

Llega en 1948 a San Luis Potosí – aquel equipo conocido como “Los Niños Catedráticos” y dirigido en sus años de gloria por José Luis ‘Chile’ Gómez –. Fue en este equipo en donde se ganaría el mote con el que también hoy se le conoce: ‘El Cometa de Carbó’. “Cuando jugaba con los Tuneros de San Luis Potosí siempre era muy serio; una vez que Kid Alto me andaba buscando para una entrevista, preguntó donde andaba ‘El Cometa’; al encontrarme le reproché porqué me decía así, a lo cual [me] contestó: ‘…es que nunca se te puede ver…’”. 

Con su ingreso a los Tuneros, Solano comenzó una historia de grandes éxitos a lo largo de 7 temporadas con la LMB (1948-1961), alcanzando .300 con 48 homeruns y .438 de slugging en 560 juegos, desempeñándose en grandes novenas como San Luis Potosí, Tampico, Monterrey, Ciudad de México y Veracruz.

Solano también jugó con Cananea y Nogales (de 1954 a 1958) de la Liga Arizona-Texas, dejando récord con los Mineros de Cananea de .394 con 47 homeruns y 188 de RBI (1954), .386 con 45 homeruns y 174 de RBI (1956) y un increíble .402 con 41 homeruns y 159 de RBI (1957). Con este último triunfo, “El Sordo” Solano fue electo como ganador de la triple corona de bateo de la Liga Arizona-Texas en 1957, siendo acreedor de un reconocimiento por la firma de bats Louisville.

En la Liga de la Costa del Pacífico – circuito donde brilló intensamente en novenas como Hermosillo, Ciudad Obregón y Guaymas –, Claudio Solano no sólo fue junto a Manuel Magallón, Daniel Ríos – su compadre – y “Gilillo” Villarreal partícipe de todas sus 13 temporadas, sino también gran protagonista de los Ostioneros de Guaymas, coronándose como campeón bateador (con .386) en 1952. El jonronero también tuvo una destacada participación con equipos como el Coatzacoalcos de la Liga del Sureste, Puerto México de la Liga Veracruzana, Santa Ana, de la Liga de Sonora y San Antonio, de la Liga de Texas.

En dicho equipo de Ligas Menores – y sucursal de los Cafés de San Luis –, Solano dejó también excelente marca: “Cuando jugamos en San Antonio, una vez me fui de 5-5; los periódicos norteamericanos me pusieron el Five-Five”, recordaba el gran bateador con orgullo. Sólo Dios sabe qué clase de jugador habría sido en Grandes Ligas, de habérsele concedido la oportunidad.

Después de su retiro como jugador activo, Solano hizo gran carrera como umpire (1970-1975), donde también dejó una marca personal. También se desempeñó como manager de los Naranjeros de  Hermosillo – en la séptima y octava temporadas de la Liga Invernal Sonora-Sinaloa –. Vivió por muchos años en Carbó – el lugar que dio origen a todo y que un 20 de marzo de 1996 retirara su número (25) en el estadio bautizado con su nombre – mudándose a su natal Hermosillo en los 60s.

Por fortuna, Solano fue destinatario de grandes homenajes antes de su fallecimiento un 04 de enero de 2007 – debido a complicaciones con la diabetes, enfermedad que padeció por muchos años –. Con una carrera tan excepcional, no es extrañarse que Solano haya sido reconocido con un lugar en el Salón de la Fama del Béisbol Mexicano en 1983 y como parte del “Equipo Ideal” del béisbol mexicano de todos los tiempos.

¡Grande, ‘El Cometa de Carbó’, precursor de Héctor Espino!