Al Diablo lo que es del Diablo
“Al Diablo lo que es del Diablo… y a Dios lo que es de Dios…”, oíamos decir de la voz de los artistas que engalanaban la bien llamada Época de Oro del Cine Mexicano. Y mientras todas estas películas gozaban de una gran popularidad a lo largo de la República Mexicana, un diablo que llegaría a convertirse en todo un ídolo con el equipo escarlata del México llegaba al mundo un 8 de diciembre de 1940. En su adolescencia, el joven comenzó jugando béisbol amateur en los barrios de Mexicali – la ciudad de su nacimiento –, destacando en un principio como pitcher y como tercera base. No obstante, viendo el excelente brazo que el chico poseía, se dice que un entrenador de origen estadounidense cometió el gran acierto de cambiarlo a los jardines, lugar desde el cual destacaría a nivel nacional por el resto de su vida.
Para sus 18 años, el joven que todos en Mexicali conocían como ‘El Diablo’, había sido elegido para representar a su Estado, Baja California, en un torneo celebrado en León, Guanajuato. Su desempeño fue tal, que rápidamente fue invitado para ser parte del Equipo México en la Serie Mundial Amateur de Béisbol, celebrada en 1961 en la ciudad de Costa Rica – en ella, México quedó en segundo lugar detrás de Cuba con 4 juegos ganados y 1 perdido –. Impresionantemente, el joven mexicano recibiría el título como mejor jardinero central de aquel certamen internacional, lo cual sin duda llamó la atención de los buscadores de talento de Grandes Ligas, quienes comenzaron a tocar su puerta.
A pesar de las diversas ofertas, ninguno de ellos podía conseguir su firma. Sin embargo, quien al fin logró convencerlo resultó ser nada menos que un viejo conocido de la Liga de la Costa del Pacífico, Art Lilly (18/Mar/1916 – 26/Ene/1993), quien, representando a los entonces Atléticos de Kansas City, logró firmar al muchacho. Lo opcionaron a los Diablos Rojos en su sucursal de la Liga Central – las Águilas de León –, pero para no perder su calidad de amateur, el chico decidió firmar con el club bajo el nombre de Rodolfo Montoya.
Con ese nombre, el joven prospecto hizo su debut con el equipo escarlata en la liga más tradicional de México durante la temporada de 1961. Participó en 8 juegos, conectando 7 hits en 25 turnos al bat (.280). Su primer juego fue ante Poza Rica, donde el chico logró arrancarle dos imparables al zurdo José Soto. Al año siguiente, el joven se daría de alta en el equipo con su verdadero nombre: Ramón Montoya Lerma; nombre con el que aún es recordado en nuestros días. Ya en su primera temporada como miembro regular del equipo, participó en 125 juegos, bateando 115 hits y 2 jonrones para un promedio de .266 y un promedio de fildeo de .968.
El portador del número 32 rápidamente destacó en el club escarlata. Su agresivo estilo de juego cubría mucho terreno en el jardín central, mientras que su poderoso brazo evitaba el avance de los corredores en el diamante. A la ofensiva, Montoya brilló también por su eficiente bateo. No era un toletero de gran poder – sólo tiene 74 jonrones con su nombre en la Liga Mexicana de Béisbol –, pero sabía conectar imparables que se regaban por todo el parque. Con los Diablos Rojos, Montoya sería uno de los principales protagonistas de los campeonatos de 1968 (manager: Tomás Herrera), 1973 (manager: Wilfredo Calviño), así como 1974 y 1976 (manager: Benjamín ‘Cananea’ Reyes), dejando 10 temporadas con promedio de bateo mayor a .300.
En 1964, ‘El Diablo’ prueba suerte en el béisbol de los Estados Unidos, alineando con el equipo de El Paso, de la Liga de Texas (AA) – organización afiliada a los Gigantes de San Francisco –. Con ellos vio acción en 62 juegos, bateando para .300 – con 66 hits, 17 dobles, 1 triple y 1 homerun – pero una lesión en la clavícula truncó sus sueños de jugar en Grandes Ligas.
En la Liga Mexicana del Pacífico – circuito en el cual participó por 13 temporadas –, alineó con los Naranjeros de Hermosillo, los Algodoneros de Guasave, los Yaquis de Ciudad Obregón, los Tomateros de Culiacán, así como con los ya desaparecidos Ostioneros de Guaymas y Rieleros de Empalme. Ronnie Camacho, el otrora manager de los Rieleros, recuerda el día en que conoció a Montoya: “’El Bayo’ Castro, quien era nuestro gerente del equipo Rielero, llega y me comenta, ‘llegó el Díablo’. ‘Ah, cabrón, y yo qué tengo que ver, pinchi Bayo’…. ‘No, es el center field que estábamos buscando, Ramón Montoya, …le dicen “El Diablo”’. ‘Así ha de ser de cabrón…, a ver tráelo para verlo y preguntarle si ya puede jugar’”. “…Me gustó su actitud y pensé para mis adentros: ‘éste es bravo y nos va a ayudar’; y así fue, debutó con una formidable actuación, a la gente le gustó su juego y el carácter agresivo que mostró. Lo puse de tercer bat y ahí se quedó toda la temporada.”
“En Navojoa por poco me muero del susto…”, continúa Camacho, “El ‘Papelero’ Valenzuela esa noche estaba mirando muy bien la pelota y ya tenía un homerun en su cuenta; perdíamos por una carrera (3-2) y había dos hombres en las bases con dos outs en la parte baja de la octava entrada. ‘El Pape’ bateó muy fuerte y hacia arriba. La bola tapó al Diablo pero [éste] siguió corriendo de espalda al home. Cuando faltaban escasos metros para llegar al límite de la barda, se voltea, brinca, levanta el brazo de la mano enguantada y atrapa la pelota. Se estrelló contra aquel muro y quedó tirado en el suelo. Cuando llegó el umpire antes que nosotros, ya estaba levantando el brazo en señal de que había sido out. Cuando llegué tenía todavía la bola en el guante y no la soltó, lo levanté ayudado por todos nosotros y nos lo trajimos a la caseta. No estaba inconsciente pero sí con mucho dolor en el hombro derecho.” Ramón Montoya terminaría la temporada 1963-64 con Empalme imponiendo el récord de hits conectados (133) y junto con Camacho se convertiría en líder en anotadas (67), marca que sigue vigente en el circuito.
Según cuenta José Alberto Rubio, con Hermosillo fue bicampeón en la temporadas 1960-61 y 1961-62 bajo órdenes de Virgililo Arteaga y con un equipo en el que figuraban estrellas como Juan de Dios Villarreal, Héctor Espino, Jorge Fitch y Marco Antonio Manzo; mientras que con los Algodoneros de Guasave fue miembro de la única novena que ha conquistado un campeonato con este club (1971-72) y responsable de conectar el primer hit en el ‘Coloso del Choyal’ – hoy Estadio Héctor Espino – un octubre de 1972 en Hermosillo.
LOS RÉCORDS DE RAMÓN ‘DIABLO’ MONTOYA EN LA LIGA MEXICANA DEL PACÍFICO:
Más carreras anotadas en una temporada: | 067 – Temporada 1963-1964 |
Más hits conectados en una temporada: | 133 – Temporada 1963-1964 |
Más hits conectados en un juego de entradas extra: | 006 – Temporada 1963-1964 |
Más temporadas consecutivas como líder en toques de sacrificio: | Temporadas 1961-62 y 62-63 |
Más outs consumados en una temporada como jardinero: | 229 – Temporada 1963-1964 |
De vuelta a los Diablos Rojos del México, Montoya participó en el legendario juego en que los Diablos Rojos vencieron a los Yankees de Nueva York – quienes contaban en sus filas con Mickey Mantle, Horace Clarke y Rubén Amaro, por mencionar algunos – por pizarra de 5-3, sin duda gracias también al pitcheo de Ramón Arano. Pero todo lo que comienza, tiene que terminar. Luego de 15 años en los jardines del Parque del Seguro Social, ‘El Diablo’ Montoya decidió retirarse. La fecha fue el 11 de julio de 1976 en un juego contra los Sultanes de Monterrey. En esa tarde, Montoya bateó 2 hits en 4 turnos y anotó 1 carrera. Al terminar el partido, la afición se lanzó al terreno de juego para despedirlo y felicitarlo.
Aunque todavía contaba con facultades para seguir jugando, Montoya decidió abandonar el juego estando en su mejor momento. No obstante, la pasión por el béisbol lo hizo regresar brevemente a los diamantes en 1983, recibiendo entonces un homenaje que se extendió por 4 juegos. Al terminar su tiempo como jugador activo, Montoya dejó una marca de bateo de por vida de .289 – según datos del Salón de la Fama, el tercero mejor de todos los tiempos en la Liga Mexicana de Béisbol, después de Héctor Espino (.329) y José M. Rodríguez (.301) –.
Tras haberse retirado de los reflectores, ‘El Diablo’ siguió su carrera con el equipo de sus amores. Con los Diablos se desempeñó como instructor y coach, llegando a ser considerado como el digno sucesor de Benjamín ‘Cananea’ Reyes. En su faceta como manager, Montoya dirigió al Unión Laguna (1987), Aguascalientes (1988), Tabasco (1989 y 2001), los Diablos Rojos (1991 y 1992), Jalisco (1994), Monclova (1995 y 1996), y más recientemente, Cancún (2003). En la Mexicana del Pacífico, Montoya destacó al llevar a los Venados de Mazatlán a su cuarto campeonato en la temporada 1992-93 al derrotar a las Águilas de Mexicali – equipo dirigido entonces por el inolvidable Francisco ‘Paquín’ Estrada – luego de siete encuentros. En esta temporada, Montoya recibiría el premio como Manager del Año.
Un 13 de julio de 1990, Montoya fue elegido para formar parte del Salón de la Fama del Béisbol Mexicano. Además, desde 2005, al ‘Diablo’ le fue otorgado un lugar entre los Inmortales de los Diablos Rojos del México, al lado de Óscar ‘El Rápido’ Esquivel, Roberto Mansur Galán, Benjamín ‘Cananea’ Reyes, Alfredo Ortiz, Abelardo Vega y Nelson Barrera. Los últimos años de su vida los dedicó siendo parte del staff de coaches e instructores de los prospectos inscritos en la Academia de Béisbol Alfredo Harp Helú.
Lamentablemente, la vida de ‘El Diablo’ Montoya vería su fin un 24 de enero de 2018. Falleció a los 78 años de edad, luego de luchar durante dos meses con una parálisis intestinal. De Ramón Montoya se expresaría la prensa especializada de manera muy positiva. José Alberto Rubio nos recuerda: “Fue uno de los mejores [jardineros] centrales de todos los tiempos, con entrega, fuerza, presencia y garra,… Era algo muy especial, todo un espectáculo, cómo fildeaba.”
Que en paz descanse el Diablo más Diablo de todos.