Como una Semilla de Mostaza
Bien decía el famoso Germán Valdés ‘Tin Tan’: “no le pido a Dios que me dé, sino que me ponga donde haya”. Mientras existen en este mundo personas que se lamentan de sus vidas, de sus tragedias y de sus limitaciones, hay muchas otras que llegan a hacer grandes cosas con lo muy poco que tienen. Como en el caso de estos últimos, así fue la historia de un chico salido de la pizca de frutos cítricos al sur de California, quien llegó no sólo a convertirse en el tercer jugador nacido en México en Grandes Ligas – después de Baldomero ‘Melo’ Almada y de José Luis ‘Chile’ Gómez –, sino también en el primer lanzador mexicano que hiciera su debut en este circuito. Y por si esto nos resultara poco, el joven sería condecorado también con el paso del tiempo como el Cazatalentos del Año de la Costa Oeste de los Estados Unidos.
Comenzando en la pizca de naranjas en los campos agrícolas, Jesús Flores Sandoval – conocido en el medio beisbolero como ‘Jesse’ Flores – pasó a ser gran seleccionador de joven talento en los campos de béisbol, convirtiéndose en uno de los mejores de la historia del béisbol de Grandes Ligas. Superando la adversidad y la discriminación local, el protagonista de esta columna logró en su edad madura construir grandes equipos de béisbol para los Mellizos de Minnesota.
Como muchos otros grandes de este deporte, ‘Jesse’ Flores llegó al mundo en el seno de una familia muy pobre. Nació un 2 de noviembre de 1914 en Guadalajara, Jalisco, siendo hijo de Juan Flores y Fortina Sandoval. Fortina, ama de casa, trabajaba en lo que podía, mientras Juan limpiaba establos y se desempeñaba como jornalero. En 1923, Juan decide llevarse a su familia a Orange County, California, instalándose en el Campo Rojo de La Habra – un campamento compuesto por jornaleros de ascendencia mexicana –. Mientras los hombres recolectaban naranjas y limones en los cientos de parcelas, las mujeres eran empleadas en la empacadora de las cercanías. Contando con tan sólo 15 años de edad, el joven ‘Jesse’ trabajaba a punta de sol recogiendo frutos junto a su padre. Fue tanta la necesidad económica de la familia que el chico abandonó sus estudios de educación secundaria en la ‘Washington Junior High’ para dedicarse de lleno a su labor.
Como era costumbre en la época, las empresas establecían ligas de béisbol como manera de esparcimiento para sus trabajadores. Ahí, sin esperarlo, el joven ‘Jesse’ encontró la oportunidad que tanto necesitaba para sacar a su familia de la miseria. Los campos en los que el humilde adolescente jugó por muchos años – ubicados en lo que es actualmente el City Park de Portola, a unas 150 millas de Sacramento, California –, son hoy en día conocidos como el ‘Complejo Deportivo Jesse Flores’, en honor a este mexicano. En esos campos jugó para el equipo conocido como ‘Los Juveniles’, como tercera base y como lanzador relevista.
Según una investigación de Jim Sandoval, fue en 1938 cuando llegó la gran oportunidad para ‘Jesse’ Flores. En ese año, los Cachorros de Chicago convocaron a la juventud a un campamento de pruebas en el Wrigley Field en Los Ángeles. ‘Jesse’ fue a la prueba con la intención de mostrar sus habilidades como tercera base, pero estando en el evento, se percató que de la competencia para esta posición era demasiada. Sin aferrarse a ser jugador de cuadro, ‘Jesse’ se inscribió en el concurso como lanzador diestro, probando sus habilidades con lanzamientos como el ‘screwball’, la curva y la bola rápida.
Flores dejó tan buena impresión con los Cachorros que éstos de inmediato lo firmaron. Se fue a jugar a su sucursal de Bisbee, Arizona – cuna profesional de grandes peloteros mexicanos como Manuel ‘Negro’ Morales y Manuel Magallón –, por $80 USD al mes. Ahí lideró la Clase D de la Liga Arizona-Texas en victorias, con un impresionante récord de 24-6 y efectividad de 2.38. Con tremendo debut, era lógico que fuera ascendido a AA, por lo que hizo su cambio con los Serafines de Los Ángeles de la Pacific Coast League en 1939, dejando marca de 9-9, efectividad de 3.54 y recibiendo ahí $225 USD al mes. Regresó a la siguiente temporada con Los Àngeles, compilando una marca de 7-5 y efectividad de 4.43. Fue un 14 de septiembre de 1940 cuando el mexicano lanzaría uno de los mejores partidos de su carrera: tuvo un juego perfecto hasta la novena entrada, pero Marvin Gudat le conectó de último minuto un sencillo con dos outs.
Fue un 19 de enero de 1941 cuando ‘Jesse’ se casó con su novia, Consuelo M. Gómez en La Habra. Tuvieron 4 hijos: Armida, Isabelle, Jesse Jr. y Steve. Ambos hijos varones jugaron en Ligas Menores y a su retiro se convirtieron en cazatalentos como su padre. Flores regresó con los Serafines en ese mismo año. Ahí tuvo marca de 12-15 y su efectividad subió a 3.23. Luego llegó el esperado ascenso a la Gran Carpa. En septiembre de 1941 fue vendido junto a ‘Peanuts’ Lowrey a los Cachorros de Chicago a cambio de tres jugadores y dinero en efectivo para los Serafines.
Flores hizo su debut con los Cachorros de Chicago de la Liga Nacional el 16 de abril de 1942 – convirtiéndose así en el tercer mexicano en Grandes Ligas y en el primer pitcher oriundo de México en la Gran Carpa –, permitiendo cuatro hits y perdiendo en un 11-6 con los St. Louis Cardinals. Lanzó en cuatro juegos con los Cachorros, con marca de 0-1 y efectividad de 3.38. Los directivos de los Cachorros estimaron que ‘Jesse’ aún no estaba listo para Grandes Ligas, por lo que lo enviaron de vuelta a Los Ángeles por el resto de la temporada, donde tuvo marca de 14-5 con efectividad de 2.63.
A pesar de su desafortunado debut, Flores – junto a sus amigos ‘Chico’ Hernández y Hi Bithorn – hizo historia al iniciar una transmisión en Español dirigida a países sudamericanos por la estación de radio norteamericana WLW de Cincinnati. En el apogeo de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos buscaba afianzar sus lazos de amistad con las naciones del Continente Americano. Según cita la revista The Sporting News, dicha transmisión contribuyó en gran medida a cimentar la amistad entre Estados Unidos y las naciones latinoamericanas.
‘Jesse’ Flores también se dedicó al béisbol invernal. Jugó en la Winter League de California. Sin embargo, en septiembre de 1943, los Cachorros lo vendieron a los Atléticos de Filadelfia de la Liga Americana. Flores abrió el primer partido en casa de los Atléticos en 1943, permitiendo solo dos hits ante los Medias Rojas de Boston, pero perdiendo 1-0. Continuó apareciendo en 31 partidos, ganando 12 juegos y perdiendo 14 para los Atléticos (con efectividad de 3.11), equipo que terminó en último lugar en esa temporada. Después de la temporada, Flores jugó para Long Beach Western Pipe y para los Steel Boilermakers. Debido a ésto, él y muchos otros jugadores fueron investigados por violar una regla que prohíbe a los peloteros de Grandes Ligas participar en juegos de exhibición después de 10 días del final de la temporada.
En 1944, Flores lanzó en 27 juegos, ganando 9 y perdiendo 11. A principios de 1945 visitó México durante sus vacaciones. Durante la visita, se comenzaron a correr rumores de que firmaría con algún equipo de la Liga Mexicana. Él mismo negó esos rumores. Otro informe decía que Flores había sido retirado por la junta de reclutamiento local, pero en 1945, Flores jugó nuevamente con el equipo de Filadelfia, lanzando 29 juegos con un récord de 7-10. Posteriormente, en 1946 ganó nueve juegos y perdió siete. En uno de ellos, celebrado el 22 de septiembre, permitió el primer jonrón de Yogi Berra en Grandes Ligas. En 1947 – su última temporada con Filadelfia – lanzó 151 1/3 entradas con un récord de 4-13. El equipo era menos que espectacular: en tres de sus cinco temporadas con este club, la novena terminó siempre en último lugar.
Después de la temporada de 1947, los Atléticos vendieron su contrato a San Diego de la Pacific Coast League. Consiguió un récord de 11-19 con San Diego en 1948 y con una efectividad de 4.36. En 1949, Flores ganó 21 juegos y perdió 10 con efectividad de 3.04. Fue el lanzador abridor del Equipo Sur en el Juego de Estrellas de la PCL. Su gran actuación le dio otra oportunidad en Grandes Ligas: los Indios de Cleveland (Liga Americana), que tenían un acuerdo de trabajo con los Padres, compraron su contrato. Lanzó en 28 juegos para los Indios de Cleveland de 1950, con récord de 3-3.
Flores pasó 1951, 1952 y parte de 1953 con el equipo Sacramento de la Pacific Coast League. En abril de 1952, falló un juego sin hits cuando permitió un hit con dos outs en el noveno. Flores luego lanzó para Oakland y Portland, y se retiró como jugador a la edad de 40 años después de lanzar para Modesto de la Liga de California en 1955.
De regreso en casa, Flores organizó y jugó para un equipo semiprofesional, los Tigres de La Habra, mientras trabajaba como empleado postal. En 1960 regresó al béisbol profesional como cazatalentos de tiempo parcial para los Filis de Filadelfia, y en 1961 se unió a los Mellizos de Minnesota como cazatalentos de tiempo completo, cubriendo el área desde Santa Bárbara hasta la frontera con México y del este hasta el condado de San Bernardino.
Flores se convirtió en una leyenda entre los cazatalentos en el sur de California, firmando a muchos jugadores para los Mellizos. Su trabajo llegó a ser tan admirado, que todos los que estaban relacionados con el béisbol lo conocían, lo respetaban y lo admiraban. Existieron muchas historias en La Habra que relataban cómo Flores siempre ayudaba a los menos afortunados. También era un hombre humilde, pues nunca hablaba de sus propias hazañas en Grandes Ligas.
Flores permaneció en la organización de los Mellizos hasta 1989, luego pasó las dos últimas temporadas de su carrera de cazatalentos con los Piratas de Pittsburgh (1990-91). Su hijo, Jesse Jr., se le unió como cazatalentos de los Mellizos de 1971 a 1988. Su hijo Steve también siguió los pasos de su padre.
Durante su tiempo como cazatalentos, ‘Jesse’ Flores firmó a Paul Abbott, Ruben Amaro, Erik Bennett, Bert Blyleven, Lyman Bostock, Bud Bulling, Bill Campbell, Larry Casian, Danny Clay, Jerry Cram, Jim Crowell, Roland DeLaMaza, Rick Dempsey, Mike Dyer, Dave Edwards, Luis Gómez, Dan Graham, Chip Hale, Tom Hall, Bobby Hughes, Jim Hughes, Steve Jones, Mike Misuraca, Marcus Moore, Jim Nettles, Alan Newman, Willie Norwood, Jesse Orosco, Derek Parks, Mark Portugal, Pete Redfern, Rob Ryan, Doug Simons, Gary Ward, Mark Wiley, Rob Wilfong, Gary Wilson y Al Woods.
Sin embargo, el final llegó inesperadamente. Flores estaba en el hospital recuperándose de una cirugía de reemplazo de rodilla cuando se le descubrieron problemas pulmonares. A consecuencia de esto, ‘Jesse’ falleció un 17 de diciembre de 1991 en el Hospital St. Joseph en La Habra, California.
Como la mostaza, cuya minúscula semilla se desarrolla en las más difíciles condiciones y produce a pesar de ello un árbol grande, frondoso y de gran descendencia, la vida de ‘Jesse’ Flores rindió grandes frutos a nivel personal y profesional. Con sus dos hijos y sus dos hijas, Flores llegó a tener 11 nietos. En el deporte de sus amores, ‘Jesse’ se ganó el respeto y la admiración de todos aquellos jugadores de Grandes Ligas que fueron firmados por él a lo largo de su carrera. En su funeral, uno de los jugadores que él mismo había fichado, Bert Blyleven – quien se convirtió además en miembro del Salón de la Fama en Cooperstown –, pronunció una elegía en su memoria. El Salón de la Fama del Béisbol Mexicano lo entronizó en el año de 1987 en la categoría de ‘Lanzador Derecho’.
En la actualidad, todos los años se juega un partido en el sur de California para darle promoción a los prospectos de nivel secundaria y para honrar la memoria del gran ‘Jesse’ Flores. La competencia se lleva a cabo en las cercanías de aquel remoto lugar donde él mismo pizcaba naranjas y limones.