Un Veracruzano llamado ‘Beto’ – Parte 1 de 2

Muchos han sido los latinoamericanos que han logrado jugar en el mejor béisbol del mundo, pero pocos son los que han conseguido un título de bateo en éste. Famosos son los extraordinarios casos de Rod Carew (Panamá, 7 títulos), Roberto Clemente (Puerto Rico, 4 títulos) y Miguel Cabrera (Venezuela, 4 títulos), pero ninguno de éstos fue el primero en recibir este honor. Hoy – en la semana que hubiera marcado sido su cumpleaños número 98 –, es momento de recordar la historia del primer latino que lograra obtener esta distinción en Grandes Ligas. Nos referimos, por supuesto, al cuarto pelotero nacido en México en debutar en la Gran Carpa, Roberto ‘Beto’ Ávila – mejor conocido en los Estados Unidos como ‘Bobby’ Avila –.

Roberto Francisco Ávila González nació en Veracruz el 2 de abril de 1924 en el seno de una familia de cuatro hermanas y tres hermanos. Su padre, abogado de profesión, deseaba para ‘Beto’ que éste siguiera sus pasos. Mientras estaba en la escuela preparatoria, ‘Beto’ destacó en deportes como el fútbol, el baloncesto y el béisbol. Cuando tenía 14 años, el Club España de Veracruz le ofreció jugar fútbol profesionalmente. Con la aprobación de su padre, ‘Beto’ se unió al club y viajó por todo México. Sin embargo, su interés estaba centrado en el béisbol. Se unió al club semiprofesional de Córdoba en una época en que el béisbol de México no contaba con suficientes entrenadores. Afortunadamente, su hermano Pedro le enseñó los secretos del juego. Aunque comenzó en un principio como lanzador del Córdoba, ‘Beto’ decidió cambiarse a la segunda base para tener más tiempo de juego.

Fue en 1943 cuando la Liga Mexicana le ofreció un contrato para jugar con el Puebla. Esto le trajo problemas con su padre, quien no estaba de acuerdo con que ‘Beto’ fuera beisbolista profesional. Para satisfacer a su padre, ‘Beto’ se inscribió en la Universidad Autónoma de México para estudiar ingeniería al mismo tiempo. Con ello, Ávila firmó con el Puebla por 700 pesos al mes. En sólo tres años, ‘Beto’ se convirtió en uno de los mejores de la liga, terminando con un promedio de bateo de .340. Después jugó en el béisbol cubano, dejando una gran impresión. Fue tal su desempeño en la isla, que los cazatalentos de Grandes Ligas pusieron sus ojos en él.

Según nos relata John Stahl, los Dodgers de Brooklyn lo llevaron a su campo de entrenamiento de primavera para evaluarlo. ‘Beto’ consiguió ofertas que oscilaban entre los $6,000 y los $10,000 USD, pero decidió no tomarlas, optando por seguir jugando en México. Al año siguiente (1947), Ávila lideró la Liga Mexicana en bateo, con promedio de .347. Esto volvió a llamar la atención del béisbol americano. Cy Slapnicka, cazador de talentos de los Indios de Cleveland, fue quien recomendó a este club que le ofrecieran un bono de $17,500 USD para firmarlo. Con el apoyo de su padre, ‘Beto’ aceptó la oferta, convirtiéndose así en el cuarto pelotero nacido en México en entrar a Grandes Ligas.

Cleveland lo asignó a su sucursal de Baltimore en la Liga Internacional Triple-A. En 1948 jugó 56 partidos para los Orioles y bateó sólo para .220. Al principio, ‘Beto’ tuvo problemas para integrarse al béisbol americano debido a la barrera del idioma. Así, la gran estrella mexicana pasó al anonimato en el béisbol estadounidense. “Fue muy difícil para mí al principio”, revelo Ávila en entrevista. “Cualquier pelotero latino que venga aquí debe luchar con el idioma”. Para empeorar las cosas, Ávila también sufrió una hernia, misma que tuvo que ser operada post-temporada. A pesar de los obstáculos, Ávila comenzó a jugar con Cleveland en 1949. Compartió habitación con el lanzador Mike García – de ascendencia mexicana, pero nacido en Estados Unidos –, quien fue de gran ayuda en su transición a este circuito profesional. Ávila usó su tiempo en la banca en 1949 para aprender el idioma y las costumbres americanas. Apareció en 31 juegos – sólo en uno como titular – y tuvo 15 apariciones al plato, terminando con un promedio de bateo de .214.

Luego llegó el gran momento de Ávila: Joe Gordon, el segunda base de los Indios, sufrió una lesión en 1950 y Ávila fue llamado a cubrir la posición. Apareciendo en 80 juegos y con 201 turnos al bat, ‘Bobby’ Ávila terminó la temporada con un promedio de .299. Convirtiéndose en segunda base titular en 1951, Ávila jugó en 141 juegos, bateando para .304. Con el arribo del veterano Hank Majeski al cuadro – quien más tarde se convertiría en su gran amigo y mentor –, el desempeño de Ávila se mantuvo muy alto, bateando para .300 con 103 carreras. En esa temporada de 1952, ‘Bobby’ Ávila apareció en su primer Juego de Estrellas, convirtiéndose así en el primer mexicano en recibir este honor. Con ello, Ávila se volvió una estrella internacional, reconocido en Estados Unidos, Cuba y México.

En 1953, su porcentaje de bateo cayó a .286 – su más bajo en sus primeros cuatro años en Grandes Ligas –. A pesar de ello, Ávila fue el líder de la Liga Americana en la segunda base, con un promedio de fildeo de .986. Según comenta Stahl, el juego de pies aprendido en el fútbol le fue de gran utilidad durante la producción del doble play. También usó su entrenamiento de fútbol durante sus barridas: se dice que siempre que llegaba a una base, intentaba patear la pelota fuera del guante del oponente. Esto enfureció a algunos rivales, quienes amenazaron con tomar represalias.

Fue 1954 cuando ‘Beto’ Ávila tuvo su mejor temporada en Grandes Ligas. Lideró la liga en bateo con un promedio de .341 y fue el único de los Indios en batear por encima de .300 – siendo Al Rosen el segundo con exactamente .300 –. Con ello, Ávila fue reconocido con el título de bateo en ese año, mismo que ha sido objeto de controversia. Los fanáticos de los Medias Rojas de Boston aseguran que el legendario pelotero mexico-americano Ted Williams era merecedor del título en esa temporada. Diversas circunstancias se pusieron en el camino de Williams, quien se fracturó la clavícula en el entrenamiento de primavera del 54 – perdiendo 37 partidos –, obteniendo así sólo 386 turnos al bat en la temporada regular.

Aunque Williams terminó con un promedio de .345 – y 136 bases por bola –, para ser elegible al título de bateo se requerían 400 turnos al bat. Pero no sólo Williams sufrió de fracturas en esa temporada. El mismo ‘Beto’ se fracturó el dedo pulgar el 2 de junio, luego de una barrida a segunda de Hank Bauer. Al momento de su lesión, ‘Beto’ tenía ya un promedio de .392, por lo que se dice que su promedio pudo haber sido incluso más alto de no haber sido por esa lesión.

Con todo y fractura, el promedio de Ávila quedó en .341 y con 15 jonrones – el máximo de su carrera –. Ávila participó en su segundo Juego de Estrellas, yéndose de 3-3 e impulsando dos carreras en la victoria de la Liga Americana por 11-9. En ese año, Ávila lideró la liga en hits de sacrificio (19), anotando 112 carreras – otro máximo de su carrera –.

A pesar de que Yogi Berra fue votado ese año como el Jugador Más Valioso, Ávila recibió varios premios en postemporada. La revista The Sporting News lo seleccionó como su Jugador del Año de la Liga Americana y Segunda Base All-Star de Grandes Ligas. Los cronistas de Cleveland lo nombraron su Hombre del Año. A pesar de ello, los Indios fueron barridos por los Gigantes de Nueva York – quienes tenían en sus filas al poderoso Willie Mays – en la Serie Mundial. ‘Beto’ sólo bateó para .133 (2 hits en 15 apariciones). The Sporting News dijo que el pobre bateo de Ávila y de Lary Doby los convirtió en los “principales chivos expiatorios” de la Serie.

Pero esto no marcó un fin a las victorias profesionales de Ávila. En 1954 y con el permiso del Gerente General Greenberg, Ávila se convirtió en copropietario de los Diablos Rojos de la Ciudad de México de la Liga Invernal Veracruzana. Recibió una bienvenida de héroe a su regreso a territorio mexicano, siendo escoltado en motocicleta desde Nuevo Laredo hasta la Ciudad de México para comenzar sus labores como copropietario del famoso club, mismo que le traería grandes satisfacciones.

…CONTINUARÁ LA PRÓXIMA SEMANA.