En busca de un Sueño

En nuestra adolescencia, todos nosotros queríamos ser Vinicio Castilla. Jugábamos pretendiendo ser el famoso shortstop y tercera base en aquellos lejanos partidos vespertinos de béisbol después de la escuela. Nos imaginábamos cómo debía ser la vida de toda una estrella consagrada en el mejor béisbol del mundo. El oaxaqueño, nacido un 4 de julio de 1967 en la ciudad que hasta 1821 era conocida por la Corona Española como ‘Antequera’, se había convertido durante la década de los noventas del siglo pasado y comienzo del presente en orgullo nacional tras sus grandes actuaciones con equipos como los Bravos de Atlanta, los Rockies de Colorado, los Devil Rays de Tampa Bay, los Astros de Houston, los Washington Nationals y los Padres de San Diego.

Al crecer en Oaxaca, Vinicio Castilla asistió a la escuela secundaria en el Instituto Carlos Gracida, y una vez que completó su educación allí, asistió a la Universidad Benito Juárez, también en Oaxaca. Ya desde entonces se le veían grandes aptitudes para este deporte. Ello hizo que, en 1987, Castilla, de 19 años, comenzara a jugar para los Saraperos de Saltillo en la Liga Mexicana. Jugó en el tradicional circuito durante tres temporadas – 2½ con Saltillo y la mitad de la temporada de 1988 con los Acereros de Monclova –. Después de su temporada de 1989, los Bravos de Atlanta compraron su contrato por $20,000 USD, de los cuales Castilla recibió $17,000 USD. Los Dodgers, Reds y Piratas también habían mostrado interés en sus capacidades. Sin embargo, la mayoría de los cazatalentos creían que no sería más que un jugador ‘utility’. Castilla tomó las críticas con calma y trató de demostrar que sus detractores estaban equivocados. Reflexionando sobre sus comienzos, Castilla reveló años más tarde en una entrevista: “Nadie me dio una oportunidad”.

Los Bravos asignaron a Castilla a su sucursal de los Bravos Clase-A de Sumter (Carolina del Sur) para la temporada de 1990. En 93 juegos de la Liga del Atlántico Sur, dio una actuación decente, con 9 jonrones y con 14 dobles. Por ello, al final de la temporada, Castilla fue ascendido a los Bravos de Greenville (Asociación del Sur Doble-A), donde quizás su poder disminuyó un poco, pero también sus errores. Kyle Eaton de la SABR sugiere que, a nivel personal, la temporada de 1990 fue dura para Vinicio. Estaba en un país extranjero, lejos de su familia, viajando en autobús de ciudad en ciudad, con la certeza de que esa sería su vida de aquí en adelante, incluso si progresaba rápidamente en las menores. Le pagaban $800 USD al mes en los Estados Unidos contra los $2,000 USD al mes que ganaba en México. Castilla tenía sus dudas sobre perseguir su sueño beisbolero y contemplaba dejarlo todo y regresar a México. Luego, una carta de su padre le recordó que los Bravos lo habían firmado con base en sus habilidades. “Pensé, ‘este es mi sueño. Si vuelvo, nunca sucederá’”. Decidió seguir adelante a pesar de las dificultades.

Castilla comenzó la temporada de 1991 en Greenville, donde su producción fue superior a la de su temporada anterior. No era el prospecto mejor clasificado en este equipo, pero aún así Castilla fue ascendido a Triple-A con los Richmond Braves. El trabajo de Castilla se mantuvo constante a la defensiva y declinó un poco a la ofensiva, pero no lo suficiente como para disuadir a los Bravos de llamarlo al final de la temporada para recibir su primer oportunidad con Grandes Ligas. Con ello, ‘Vinny’ había alcanzado el sueño de su juventud.

Vinicio hizo su debut en Grandes Ligas el 1 de septiembre de 1991, cuando llegó a un partido en casa como shortstop de los Bravos contra los Filis de Filadelfia en la parte baja de la novena. Su primer turno al bat llegó tres días después en Montreal cuando saltó a segunda en la novena entrada. La primera apertura y el primer hit de Castilla – un sencillo de línea –, llegaron contra los Astros de Houston el 6 de octubre de 1991, el último juego de la temporada regular de los Bravos. Al año siguiente, Castilla abrió la temporada del ‘92 con los Bravos en Richmond. Su producción de jonrones cayó de 14 a 7 en casi el doble de turnos al bate. En la defensa también dio un retroceso – cometió 31 errores –. Ello suscitó un cambio a los Rockies de Colorado.

Con los Rockies, Castilla debutó en su posición natural de shortstop en 1993, jugando en 104 juegos y dividiendo el tiempo con Freddie Benavides. Reflexionando sobre su carrera con los Rockies, Castilla dijo muchos años después: “Este equipo me seleccionó en el draft de expansión de 1992 y me dio mi primera oportunidad real y honesta de jugar a este nivel. He jugado para otras organizaciones, pero las franjas moradas siempre se han sentido mejor en mi cuerpo”. Pero en su primera temporada, Castilla aún no se había convertido en el poderoso bateador que muchos fanáticos de los Rockies recuerdan, y terminó sólamente con nueve jonrones y OPS de .686. Aún con esto, Vinicio produjo siete triples en la campaña, el mejor récord de su carrera. También fue en ese mismo año donde conocería a su esposa. Mientras compraba un teléfono celular, lo tentaron a firmar un contrato con la promesa de una cita con la hermana del vendedor, una chica llamada Samantha Owen. A pesar de algunas reservas para salir con un jugador de béisbol, la muchacha finalmente accedió a tener una cita con él y al año siguiente, la pareja contrajo nupcias.

Castilla abrió la temporada de 1994 como suplente de Walt Weiss en el shortstop, con la esperanza de aprovechar su temporada anterior y ganar más tiempo de juego. Jugó esporádicamente durante el primer mes de la temporada, siendo enviado a Triple-A con los Colorado Springs Sky Sox, donde recibió tiempo de juego constante y más turnos al bat. Castilla regresó a los Rockies en papel de utility, viendo acción en las cuatro posiciones del cuadro. En su regreso a las mayores en la misma temporada, Castilla floreció al bat, produciendo .331/.357/.500.

Cuando comenzó la temporada de 1995, Castilla se convirtió en el antesalista titular, remplazando al difunto Charlie Hayes. La transición a la tercera base no intimidó a Castilla, quien sintió que su tiempo en el campocorto sólo había contribuido a desarrollar su capacidad para jugar en la tercera base. “Si puedes jugar de shortstop, puedes jugar en cualquier posición de cuadro”, dijo. Castilla hizo una excelente actuación en la tercera base y se convirtió en miembro fundador de los ‘Blake Street Bombers’, el quinteto de toleteros que incluía a Ellis Burks, Dante Bichette, Larry Walker y Andrés Galarraga.

La temporada de 1995 fue inolvidable para Castilla y para los Rockies. Obtuvieron el primer comodín de la Liga Nacional después de ganar 77 juegos en la temporada, terminando en segundo lugar en la Liga Nacional Oeste. Castilla obtuvo su primera de dos selecciones al Juego de Estrellas y el primero de tres premios Silver Slugger. Los Rockies terminaron primeros en la Liga Nacional en carreras, hits, triples, jonrones, promedio de bateo y slugging, ayudados por la gran temporada de Castilla en el plato. Terminó con un impresionante récord de .309/.347/.564 y 32 jonrones, 34 dobles y 90 carreras impulsadas. Sin embargo, los Rockies perdieron ante los Bravos, tres juegos a uno, en la Serie Divisional. Castilla se desempeñó bien, bateando .467 con tres jonrones y seis carreras impulsadas. Castilla luego diría que ver a los Rockies asegurando un lugar en los playoffs de 1995 se convertiría en el recuerdo más preciado de su carrera en el béisbol profesional.

Después de su fuerte temporada de 1995, Castilla continuó su ascenso a los primeros puestos de los antesalistas de las Grandes Ligas. Sus temporadas de 1996 y 1997 fueron casi idénticas –.304/.343/.548 en 1996 y .304/.356/.547 en 1997 –. No obstante, a pesar de estos números, Castilla no formó parte de un equipo All-Star en ninguno de estos dos años, pero logró llevarse a casa su segundo premio Silver Slugger en 1997. El ascenso de Castilla como bateador de poder sorprendió a los evaluadores de talento. En Atlanta, Chuck Lamar, asistente del gerente general de los Bravos desde principios hasta mediados de la década de 1990, dijo: “Nadie en la organización predijo que [Castilla] llegara a conectar más de 15 jonrones”.

El primer hijo de Vinicio y Samantha, Vinicio Jr., nació el 12 de marzo de 1996. Su nacimiento fue el heraldo que anunciara la mejor temporada de Castilla en el béisbol profesional, misma que llegó en el año de 1998. Fue el único en el que jugó en los 162 juegos de la temporada, teniendo récords en hits (206), carreras (108), jonrones (46), carreras impulsadas (144), promedio de bateo (.319), OBP (.362) y porcentaje de slugging (.589), así como su segunda aparición en el Juego de Estrellas y su tercer premio Silver Slugger. A pesar de sus impresionantes estadísticas en 1998, los resultados de los Rockies comenzaron a decaer. Al equipo no le fue bien y, a pesar de la ofensiva de Castilla y de otros Rockies, la Serie Divisional de 1995 fue la única aparición de postemporada del equipo durante los nueve años de Castilla con los Rockies de Colorado.

Los Rockies y los Padres de San Diego abrieron la Liga en su edición de 1999 en Monterrey, México, marcando ésto la primera vez en que se haya jugado un primer partido fuera de los Estados Unidos. Ante sus compatriotas, Castilla brilló al ir 4 de 5 y ayudar a los Rockies a ganar 8-2. Después del juego, Vinicio dijo a la prensa: “Intenté en mis últimos dos turnos al bat conectar un jonrón. No sucedió, pero estoy feliz por la victoria”. La campaña de 1999 fue sólida, pero no se comparó con los resultados que había disfrutado de 1995 a 1998. Sus números declinaron en casi todas las categorías y el equipo perdió más juegos que el año anterior.

Al terminar la temporada de 1999, Castilla fue canjeado por los Rockies a los Tampa Bay Devil Rays por Rolando Arrojo y Aaron Ledesma. Después de una actuación deslucida en 2000, Vinicio fue puesto en libertad el 10 de mayo de 2001. Los Cachorros y los Astros buscaron sus servicios, y Castilla eligió a los Astros, quienes planeaban dejarlo jugar regularmente. “Los Cachorros no me querían como un jugador regular”, dijo Castilla. Castilla se desempeñó bien para los Astros, conectando 23 jonrones y empujando 82 carreras para los campeones de la División Central de la Liga Nacional. Castilla llegó nuevamente a los playoffs, pero este viaje nuevamente terminó en derrota ante los Bravos. En noviembre de ese año, el segundo hijo de Castilla, Dalton Samuel, llegó al mundo.

Castilla se convirtió en agente libre después de la temporada. Firmó un contrato de dos años y $8 millones (USD) para regresar a los Bravos. Aparentemente, el trato no tenía sentido, pues los Bravos tenían ya a un All-Star jugando en la tercera base – Chipper Jones –, pero Jones se movió voluntariamente al jardín izquierdo para fortalecer el equipo. Jones dijo: “Salimos y obtuvimos un antesalista de primer nivel y por eso me cambié”. La idea era que el valor proporcionado por Castilla estuviera en línea con un jardinero de primer nivel a una fracción del costo. Y si Castilla hubiera tenido un desempeño similar al que tuvo para los Rockies, o incluso para los Astros en la temporada anterior, la firma habría sido beneficiosa para los Bravos. En cambio, Castilla logró 12 jonrones en una pésima temporada de 2002, donde produjo al bat sólamente .232/.268/.348. Castilla se recuperó levemente en 2003, conectando 22 jonrones y viendo mejoras en todas las categorías ofensivas.

La temporada 2004 lo reunió con los Rockies de Colorado. Este acontecimiento fue precedido por el nacimiento del tercer hijo de Castilla, Cristian, el 20 de febrero. Su regreso a los Rockies aparentemente lo rejuveneció, produciendo 35 jonrones y 131 carreras impulsadas – líder en la liga –, a pesar de que los resultados del equipo no fueron buenos. (Terminaron con 68 victorias y 94 derrotas). El resurgimiento ofensivo mostró que Castilla todavía tenía habilidad para batear y le valió un contrato más antes de retirarse.

Castilla dejó los Rockies después de la temporada 2004, firmando como agente libre con los Expos de Montreal, quienes se convirtieron en los Nacionales de Washington. Castilla fue el antesalista titular de los Nacionales en 2005, pero su producción disminuyó drásticamente. Terminó la temporada con sólo 12 jonrones y 66 carreras impulsadas. Después de la temporada, los Nacionales cambiaron a Castilla a los Padres de San Diego por Brian Lawrence y dinero en efectivo. Los Padres liberaron a Castilla en julio de 2006 y los Rockies lo firmaron para una última actuación con el equipo. En sus 15 juegos para cerrar la temporada, Castilla sólo tuvo cuatro hits. Fue liberado después de la temporada.

La temporada 2006 no fue toda una decepción para Castilla. Fue elegido capitán del Equipo de México en el Clásico Mundial de Béisbol inaugural en 2006. El Equipo de México finalizó sexto en el torneo con un récord de 3-3 y ganó el Grupo B al vencer a Estados Unidos. Castilla citó su experiencia en el WBC de 2006 como un ímpetu para seguir en el béisbol como manager y/o ejecutivo después de su retiro.

Castilla anunció su retiro en febrero de 2007 luego de jugar como primera base para México en la Serie del Caribe en Carolina, Puerto Rico. Castilla se retiró como el líder de todos los tiempos entre los jugadores nacidos en México en jonrones, carreras impulsadas, extrabases y bases totales. Castilla se unió a la oficina principal de los Rockies como asistente especial del gerente general Dan O’Dowd, cargo que aún ocupaba en 2018 a pesar del cambio gerencial de 2014. Castilla también se desempeñó como manager-jugador de los Naranjeros de Hermosillo de la Liga Mexicana del Pacífico desde 2006 hasta 2010, y en 2008 se anunció que Castilla sería el manager del Equipo de México en el Clásico Mundial de Béisbol de 2009.

En 2014, Castilla, junto con Moises Alou, Bert Campaneris, Omar Moreno y Ozzie Virgil Sr. fue incluido en el Salón de la Fama Latino. En 2016, fue uno de los seis atletas, y el único jugador de béisbol de las Grandes Ligas, incluido en el Salón de la Fama del Deporte de Colorado. Con orgullo, el tercera base All-Star Nolan Arenado dijo de él: “Vinny trae energía todos los días y trae felicidad, si quieres decirlo de esa manera. Cuando estás deprimido, él siempre está ahí para ti. Siempre trae energía positiva al estadio. Nunca he visto a Vinny deprimido o desanimado […]. Él es increible.“