El Primer Bat de Culiacán

Aquella noche, a “Gilillo” se le veía nervioso, como nunca antes. Para una vida que por muchos años había estado en el centro de los reflectores, del escrutinio de la prensa y de la vista de los fanáticos, resultaba difícil comprender el motivo de su inquietud. Habiendo entrado a la gloriosa edad de 92 años, supondría uno que ya no existía nada más que, en el invierno de su vida, le quitara el sueño. Pero su nerviosismo no era injustificado: le atemorizaba profundamente lucir como la pálida sombra de aquel hombre fuerte y vigoroso que había sido durante sus años de juventud. A su respetable edad, las fuerzas del cuerpo, la flexibilidad y la velocidad que caracterizan a una persona consagrada al deporte comenzaban a escapársele furtivamente.

Pero el viejo pelotero oriundo de ElDorado – poblado que en aquellos días era una sindicatura del municipio de Culiacán, Sinaloa –, no sabía defraudar; mucho menos faltar a un compromiso adquirido. Su credo fue siempre hacer el mejor esfuerzo ante cualquier reto y sobre todo, cumplir cabalmente con su responsabilidad. Frente a las 20,000 almas reunidas en el Estadio Tomateros, el veterano iba a hacer llegar esa bola a su destino y a como diera lugar.

Era el viernes 25 de octubre de 2019. La temporada 2019 de la Liga Mexicana del Pacífico había comenzado y los Tomateros de Culiacán se enfrentaban en casa ante los Mayos de Navojoa. Habiendo recibido una invitación personal de su amigo, el Presidente Ejecutivo del Club Tomateros, Don Héctor Ley, ‘Gilillo’ Villarreal fue convocado para lanzar la primera bola del encuentro.

Después de concluidas las formalidades, los saludos, las fotografías y las entrevistas para la prensa, ‘Gilillo’ recibió la esférica de manos del umpire y se dirigió al centro del diamante, sintiendo con cada paso la mirada de todos los ahí presentes así como la de los miles de aficionados que seguían minuto a minuto la transmisión televisiva del juego de esa noche. Con ambos pies puestos sobre el montículo, Villarreal se llevó una mano a la cara y retiró sus anteojos, limipiándolos mientras repasaba su estrategia en su mente.

Acto seguido, ejecutó su plan: Con paso firme, el veterano shortstop descendió del montículo y avanzó unos cuantos pies hacia el home plate hasta una distancia que, consideraba él, podría abarcar con su disparo. Detrás de home le esperaban no sólo el umpire y el catcher, sino también, como en los tiempos de antaño, un bateador. Haciendo uso de todas sus fuerzas, ‘Gilillo’ estiró su brazo derecho y lanzó un proyectil que se le escapó de los ojos del bateador, haciéndolo abanicar. Un golpe secó anunció que la pelota había llegado con éxito a la manopla del receptor. Enhorabuena. El lanzamiento había sido todo un éxito. ‘Gilillo’ respiró con alivio, esbozando su contagiosa sonrisa.

El aplauso de la multitud no se hizo esperar. En una noche de gran alegría y orgullo para Villarreal, los Tomateros le secundaron, venciendo a los Mayos de Navojoa al son de 8 carreras contra 3 en el primer encuentro de ambas escuadras en esa temporada.

El motivo de la invitación extendida a ‘Gilillo’ fue debido a la conmemoración de aquella lejana fecha del sábado 27 de octubre de 1945, misma que enmarcó el banderazo de inicio de la temporada número 1 de la primera liga de béisbol profesional del noroeste de México: la Liga de la Costa del Pacífico (1945-58).

Recibiendo las felicitaciones y muestras de afecto de su familia, de la afición y de la directiva de Tomateros, Villarreal recordó en esos momentos aquel sábado en que inició su travesía por el mejor béisbol invernal del país. Dicha aventura comenzó con él siendo tan sólo un chico de 19 años de edad. Gracias a su velocidad y buenos reflejos, el joven había sido elegido para ser el primero al bat por el club que representaba a la tierra que lo viera nacer.

Como se había acordado por la directiva de la liga, presidida en aquellos días por Don Teodoro Mariscal, las ciudades capitales de los dos Estados constituyentes serían las sedes para los juegos de inauguración. Fue así como los Venados de Mazatlán se enfrentaron a los entonces Presidentes de Hermosillo, mientras que los desaparecidos Ostioneros de Guaymas visitaron a los llamados Tacuarineros de Culiacán.

Mientras La Casa del Pueblo sería el escenario de batalla en Hermosillo, el actual Estadio Universitario de la UAS lo fue al mismo tiempo en Culiacán, en donde se contó con cerca de tres mil aficionados en una ciudad que tenía en aquel entonces unos 25,000 habitantes. La multitud fue tan abrumadora, que la afición que no alcanzó a entrar al estadio tomó las bancas de la Plazuela Rosales para sentarse a ver el juego desde las afueras.

En dicha inauguración, el encargado de lanzar la primera bola en la ciudad sería nada menos que Alejandro Aguilar Reyes, mejor conocido como ‘Fray Nano’, famoso cronista deportivo, fundador del diario ‘La Afición’ (el primer periódico deportivo del país) y cofundador de la tradicional Liga Mexicana de Béisbol. Fungiría también ‘Fray Nano’ como el primer Alto Comisionado de la Liga de la Costa del Pacífico.

El line up de Culiacán en el recordado encuentro incluyó a ‘Gilillo’ Villarreal en la segunda base, David ‘Llorona’ Ocampo en la tercera, Jesús Mora como receptor, Blas ‘Máscara’ Guzmán en el short stop, Jesús ‘Mú’ Núñez en el jardín derecho, Manuel ‘Negro’ Morales en el jardín central, Francisco Sosa en el prado izquierdo, Guadalupe ‘Lupe’ Ortegón como pitcher y Rodolfo Sánchez en la primera base. Manuel ‘Shorty’ Arroyo, quien con los años se convertiría en el manager campeonísimo de la Liga de la Costa, no estuvo presente para la inauguración.

Ese sábado sería la primera vez que los Culichis portarían el legendario color guinda. Haciendo referencia a los colores del Instituto Politécnico Nacional (IPN), fundado por el revolucionario Juan de Dios Bátiz Paredes, Héctor Peña Bátiz – socio fundador de la Liga y hermano del entonces Presidente del Club Culiacán, Enrique Peña Bátiz – se encargó de proponer dichos colores.

Por otra parte, el roster de los Ostioneros de Guaymas, dirigidos por el timonel cubano, Agustín Bejerano, incluía a figuras como Ambrosio Camacho en la segunda base, Salvador ‘Rata’ Vargas en el terreno corto, al propio Bejerano en el jardín central, Filomeno Ríos en la tercera base, Alfredo ‘Moscón’ Jiménez en el prado derecho, Manuel Ríos en la primera base, Joaquín ‘Mago’ Robles en el jardín izquierdo, Luis Villanueva en la receptoría y el pitcher oriundo de Sierra Morena, Cuba, Julio Alfonso.

En palabras de ‘Gilillo’, fue un partido difícil para Culiacán, con Guaymas amenazando desde la primera entrada y con su primer bat, Ambrosio Camacho, llevando sus pasos hacia la antesala. Por otro lado, Culiacán comenzó siendo retirado en orden en el primer episodio. En la segunda entrada, Culiacán regresó el favor, dominado a los porteños mientras se apuntaba su primer hit, salido del bat de Blas ‘Máscara’ Guzmán.

Con caja llena en el tercer episodio, Ortegón dominó al ostionero Filomeno Ríos con un elevado al jardín central, evitando mayor daño. Julio Alfonso, pitcher estrella del Guaymas en la Liga de Sonora, dominó a los siguientes 14 bateadores de Culiacán, hasta que ‘Gilillo’ Villarreal, en la sexta entrada, logró romper el hechizo del cubano, colándose a la primera base por error de Manuel Ríos.

En la novena entrada, Alfredo Jiménez abrió con hit al derecho, robándose la segunda base. Manuel Ríos fue dominado, pero Julio Alfonso respondió con un hit al jardín derecho, empujando la primera carrera del encuentro. Le siguió Luis Villanueva, quien bateara un triple que se escondió entre los jardines central y derecho, remolcando así la segunda carrera del día, que sería la del triunfo.

En entrevista con Jorge Luis Télles, ‘Gilillo’ Villarreal confesaría décadas más tarde: “jugamos prácticamente con puros peloteros locales y Guaymas, pues ¡traía un equipón! Julio Alfonso era el mejor pitcher del beisbol mexicano en aquel momento y nos tiró una blanqueada: perdimos 2-0.”  

Sin embargo, ‘Fray Nano’ se expresaría con gran satisfacción sobre la participación de Culiacán en el inicio de la Liga de la Costa: “Para este fraile fue una delicia el ver a más de media docena de players mexicanos jóvenes, jugando un beisbol de calidad que NUNCA habíamos visto en ninguna de las muchas ciudades de nuestro país a donde hemos ido a ver encuentros del gran deporte.”

“Sabiendo que peleaban frente a un enemigo superior, los chicos culichis no se amilanaron. “…Vimos a un chico (Gilillo) Villarreal, que con gran destreza desempeñó un día la segunda y otro el short. Un joven (Francisco) Sosa, que primero cubrió un jardín y luego una primera base […], lleno de soltura y elegancia. Otro de apellido Guzmán (Blas), que en un match jugó short y en otro jardín… Players llenos de fibra, de soltura, de valentía, de deseo de victoria, obtenida no con marrullerías sino por jugar mejor, por pelear en busca de ella. Una delicia del béisbol.”

A pesar de comenzar con el pie izquierdo en su debut, los Tacuarineros de Culiacán terminarían siendo el equipo campeonísimo de la Liga de la Costa del Pacífico, conquistando cinco campeonatos (1948-49, 1949-50, 1950-51, 1951-52 y 1955-56) en los 13 años que ésta duró, sentando las bases para lo que hoy en día conocemos como los Tomateros de Culiacán.

Por otro lado, aquel chico de 19 años que fuera elegido para ser el primer bat de Culiacán se convertiría unos 17 años más tarde en el timonel y coach del club culichi, dejando huella en éste al ayudar al equipo de sus amores a llegar al campeonato en las temporadas de 1966-67 y 1969-70 de la actual Liga ARCO Mexicana del Pacífico.

Agradecemos al club de Tomateros de Culiacán por todos los reconocimientos y atenciones prestadas a nuestro ‘papá viejo’, Gilberto ‘Gilillo’ Villarreal, durante sus muchos años como jugador retirado.

Y sobre todo, muchas gracias a usted, querido lector, por acompañarnos cada semana mientras descubrimos la historia de nuestro béisbol en este espacio llamado ‘Primer Bat’, mismo que hoy celebra su segundo aniversario. ¡Muchas gracias de corazón!