La Tuza Perfora la Artillería de Hermosillo

Pocos han sido los pitchers de la Época de Oro del Béisbol Mexicano cuya memoria ha logrado escapar con éxito de la influencia corrosiva del tiempo y de la indiferencia de las futuras generaciones.

En la Liga de la Costa del Pacífico (1945-1958), circuito deportivo de excelente calidad y que contó con la participación de gran talento nacional e internacional, hubo tres lanzadores mexicanos que dejaron una indeleble huella. Curiosamente, los tres cruzaron caminos en algún momento de su carrera en el club de los Tacuarineros de Culiacán. Ellos fueron Tomás “Piyuyo” Arroyo – un gran amigo y compañero de trabajo de mi “papá viejo” durante su tiempo como entrenador en la Universidad Autónoma de Sinaloa –; Daniel “Coyota” Rios – quien, como dijo nuestro amigo Cesáreo Suárez Naranjo, “¡qué traición!”, pues fue éste conocido como el “Venado Mayor” y pilar del equipo de Mazatlán –; y, por supuesto, imposible no hacer mención del famoso serpentinero oriundo de La Barca, Jalisco: Alfonso “La Tuza” Ramírez (08/Dic/1919 – 19/Sep/2004).

Nacido bajo el nombre de José Concepción Ramírez Trujillo, “La Tuza” comenzó como muchos grandes jugando béisbol en las llanuras durante su niñez a finales de los años 20s y comienzos de los 30s del siglo pasado. Su padre quería que fuera talabartero, pero él desde muy joven sabía que su camino era por el béisbol. El apelativo con el que se le conocería a lo largo y ancho de la República Mexicana se lo ganó a partir de su participación con el equipo amateur de la Compañía Perforadora “La Tuza”, empresa donde trabajó en el año de 1938.

Siendo un pitcher con una recta de gran velocidad y tremenda curva, Ernesto Carmona lo integró a los Rojos del México en marzo de 1942, donde obtuvo importantes victorias, como aquella propinada a los Azules de Veracruz de Jorge Pasquel al son de 6-5 u otra frente a los Industriales de Monterrey de Lázaro Salazar en 1943 en un dramático 1-0. Estas victorias hicieron que la afición se desbordara en el Parque Delta y se llevara a “La Tuza” en hombros por las calles de la Ciudad de México en ambas ocasiones.

Reconocida también fue su participación en la Serie Mundial Amateur de Caracas en 1944, donde la escuadra mexicana logró derrotar a Panamá. También formó parte de aquel viejo circuito que se instauró como reacción al despotismo de Pasquel: la Liga Nacional – misma que se dice, fue apoyada por Grandes Ligas para evitar que el magnate siguiera contratando a peloteros del otro lado del Río Grande (como le dicen los gringos al Río Bravo) –.

En la Liga Nacional, Ramírez se alineó al Torreón de Salvador Benavides, donde contribuyó con 6 victorias a que éstos obtuvieran el campeonato. Regresó más tarde con los Rojos del México, donde pasó sus mejores años en los torneos de 1948 (14 victorias), 1949 (17 victorias) y 1950 (12 victorias), imponiendo en 1949 la marca de más innings consecutivos (41) con cero anotaciones en su contra.

En un total de 11 campañas en la Liga Mexicana de Béisbol, “La Tuza” logró un récord de 93 triunfos contra 91 derrotas, mientras que en la Liga de la Costa del Pacífico – donde fue toda una estrella e ícono de los Tacuarineros de Culiacán – produjo 77 juegos ganados por 43 perdidos a lo largo de 7 campañas, siendo en la primera temporada donde destacaría como campeón de ponches con 78 víctimas.

Algunas de éstas víctimas encontrarían al verdugo jalisciense en el marco de la quinta serie de la primera temporada de la Liga de la Costa del Pacífico (1945-1946), cuando los Queliteros de Hermosillo visitaron a Culiacán en el Estadio Universitario. La semana anterior, los sonorenses habían logrado imponerse sobre la escuadra mazatleca y, emergiendo de las profundidades del sótano, habían conseguido colarse a un segundo lugar en el torneo (PCT: .500) con gran juego de pitcheo de Joe Valenzuela, Lin Sánchez, Thomas Turner y de Manuel “Ciclón” Echeverría.

La quinta serie inició el 24 de noviembre de 1945. Un triste sábado para la afición culiacanense fue ese primer juego, pues con rectas de gran velocidad salidas de su potente brazo, “El Ciclón” Echeverría lograría colgarle a Guadalupe Ortegón y a la capital sinaloense un contundente 6-3.

Culiacán sintió la presión de ese descalabro. No podía permitirse otra derrota y en su propia casa, pues con 6 ganados, 4 reveses y 2 empates, el club había logrado consolidar su lugar como líder del campeonato desde la serie anterior (PCT: .600). “La Tuza” Ramírez sabía lo que estaba en juego y era momento de demostrar por qué él era considerado como uno de los mejores en el medio.

Así, con un sobresaliente pitcheo, Ramírez defendió la posición con gran responsabilidad y decoro, admitiendo sólo cinco carreras contra las 14 que les propinaron los Tacuarineros a Hermosillo, quienes poco pudieron hacer a pesar del su singular desfile de lanzadores. Más pelea ofreció la capital sonorense en el partido celebrado esa misma tarde del domingo 25 de noviembre, cuando Joe Valenzuela se enfrentó con valentía al confiable brazo tacuarinero, Manuel “Negro” Morales, en un cerrado 0-2 a favor de Culiacán.

Con esta victoria sobre Hermosillo y gracias al excelente cuerpo de pitcheo encabezado por “La Tuza” Ramírez, Culiacán continuaba al frente (PCT: .615), mientras que los Venados vencían al puerto guaymense en su propia casa para colocarse en segundo lugar (PCT: .500). Con ello, los clubes sonorenses caían al tercer (Hermosillo, PCT: .462) y cuarto sitio (Guaymas, PCT: .429) al término de la quinta serie.

Sin embargo, Hermosillo tenía un as guardado bajo la manga: un famoso veterano de la Segunda Guerra Mundial estaba por hacer su primera aparición en la sexta semana del torneo y le daría a la escuadra sonorense el apoyo que tan desesperadamente necesitaba…