El Príncipe en Cuba
“El príncipe, cuando es querido por el pueblo, debe cuidarse poco de las conspiraciones; pero cuando tiene enemigos y es aborrecido, debe ciudarse de todo y de todos”, escribió Maquiavelo en el Siglo XVI.
Sin duda, el protagonista de esta columna perteneció al primer grupo al que el ‘padre de la política moderna’ hacía referencia en las líneas anteriores. Nacido en el humilde barrio de Belén de La Habana un 17 de diciembre de 1911, sus padres escogieron su nombre en honor a San Lázaro, uno de los santos más adorados en Cuba. El chico aprendió béisbol en las calles de Belén y en los clubes de la región. Sin embargo, por ser mulato, se le tenía prohibido entrar a los equipos amateurs más prestigiosos de la época. A pesar de que la isla había abolido la esclavitud desde el 19 de enero de 1880, el racismo aún prevalecía en todos los estratos sociales de la época, y los clubes de béisbol no eran la excepción.
No obstante, la historia de este deporte nos enseña una y otra vez que el talento siempre termina superando los prejuicios raciales. Abel Linares – magnate de béisbol cubano – se dio cuenta de las habilidades del muchacho y lo invitó a participar en su equipo, los Cuban Stars (West) de la Negro National League en el verano de 1930. Este equipo lo convertiría en el jugador más joven en un club de béisbol de los Estados Unidos. Ya en esa época se le conocía a Lázaro como ‘El Príncipe de Belén’ por su manera majestuosa, el esplendor de su vestimenta y su forma de hablar. Con los Cuban Stars (West), tuvo 128 turnos al bat, bateando para .210 con un promedio de embase de .260 y un porcentaje de slugging de .277.
A pesar del desorden en el que se encontraba la Liga Cubana de Invierno a fines de la década de los 1920s y principios de 1930 – reflejo de la violenta inestabilidad política y social del país en esos duros momentos –, Lázaro regresó para jugar en la isla, sin duda debido a que Abel Linares era dueño de casi todos los equipos de la época. Al fallecimiento del magnate un 21 de agosto de 1930, su viuda mantuvo el control de sus intereses y arrendó las franquicias a otros empresarios.
Según el investigador Joseph Gerard, Lázaro debutó con los Leopardos de Santa Clara en la temporada 1930-31, pero los conflictos en la isla lo hicieron buscar otras oportunidades. Fue así como Salazar regresó a los Estados Unidos, jugando con el equipo cubano House of David, que incluía a muchos peloteros del club Cuban Stars (West). Al llegar el invierno de 1931, Salazar regresa a Cuba para jugar con los Alacranes de Almendares. Con los americanos manteniéndose al margen del conflicto en esas tierras, hubieron muchas vacantes en la liga, por lo que surgieron más oportunidades para jóvenes peloteros como Salazar. Con el Almendares, Salazar tuvo 83 turnos al bat, bateando para .229 con dos dobles y dos triples. En ese año, el Almendares ganaría el campeonato con 21 juegos ganados y 9 perdidos.
Contando con 20 años en 1932, Salazar se unió a los Cubans Stars, jugando en la primera base y ocasionalmente como pitcher – llegó incluso a dar una blanqueada –. Dejó grandes números al bat – .344/.394/.361 –. De regreso en Cuba durante su segunda temporada con el Almendares, arrasó al bat con .366, empatando con José Abreu como líderes de carreras impulsadas (15) y llegando a ser el primer lugar en bases robadas (13). El Almendares terminó empatado con el Habana, por lo que se programó un juego de desempate para más tarde en ese año, pues los jugadores tenían compromiso para jugar en Puerto Rico. No obstante, el juego no se llevó a cabo debido al creciente descontento con el régimen del General Gerardo Machado. El descontento resultó en una guerra civil, siendo su régimen derrocado al no respetar éste la regla escrita por Maquiavelo y que hemos reproducido en la primera línea de esta columna.
Después de jugar para los Cubans Stars en las temporadas de 1933 y 1934, Salazar regresa en el invierno de 1934-35 con los Tigres de Marianao, cambiándose pronto con el Almendares, donde se convierte en uno de los mejores jugadores de la liga tras batear para .407 y lanzar con efectividad de 1.64. Con el Almendares ganando otro campeonato, Salazar recibió su primer título como Jugador Más Valioso.
En 1935, el magnate Alex Pompez lo contrata para unirse a los New York Cubans de la Liga Nacional Negra, alineando con otras leyendas como Martín Dihigo, Alejandro Oms, Ramón Bragaña y Manuel ‘Cocaína’ García. Salazar logró destacar en este equipo repleto de grandes estrellas, bateando para .390 – quinto mejor en la liga – con 15 dobles – líder de la liga – y 6 triples – tercero mejor –. El equipo quedó en primer lugar en la segunda mitad y estuvo a punto de derrotar a los Crawfords de Pittsburgh en la Serie Mundial de Color, novena considerada en nuestros días como el mejor equipo de Ligas Negras en la historia. En su segunda temporada con el equipo, Salazar terminó segundo en la liga con promedio de bateo de .371. A pesar del nivel de competencia en la temporada 1936-37 de la Liga Invernal Cubana, Salazar lideró en este circuito en carreras anotadas con 47, bateando para .313 y entregando un récord de 4-3 desde el montículo.
Al no participar los New York Cubans en la Liga Nacional Negra de 1937, Salazar recibió su primera oportunidad para dirigir a un equipo a los 24 años de edad. El club era conocido como los Dragones de Ciudad Trujillo – República Dominicana – y contaba con talento como Satchel Paige, Josh Gibson, ‘Cool Papa’ Bell y Sam Bankhead, entre otros. Según cuenta el propio Satchel Paige, siendo la escuadra rivales de una novena manejada por un enemigo político del general Rafael Trujillo, el militar envió a su propio equipo a pasar la noche en prisión ante la custodia de los guardias para evitar que los jugadores se fueran de juerga. La estrategia le funcionó al general, pues los Dragones vencieron a las Águilas Cibaeñas, un club que incluía a Martín Dihigo, Chet Brewer y Luis Tiant. Además de batear para .292 y ser líder en carreras anotadas, Lázaro Salazar se distinguiría por sus capacidades de liderazgo con los Dragones. Esto haría que Emilio de Armas lo contratara para dirigir a los Leopardos de Santa Clara en la temporada de 1937-38, año en que Salazar llevaría al equipo a la victoria y en el cual conseguiría su segundo título como Jugador Más Valioso con promedio de bateo de .318.
Existen momentos que cambian nuestras vidas para siempre. Muchos de nosotros ni siquiera nos damos cuenta de ello cuando éstos ocurren. Sólo reflexionando sobre nuestro andar por la vida nos hace percatarnos del instante en el que ocurrieron. Probablemente el joven ‘Príncipe de Belén’ se dio cuenta con el pasar de los años que el gran momento de su vida llegó en la temporada de 1938, año en que fue invitado por primera vez a jugar en México. El equipo que le abrió las puertas de la tradicional Liga Mexicana de Béisbol al talentoso cubano fueron los Cafeteros de Córdoba.
Su primera temporada en México fue espectacular. Bateó para .500(!) en 48 turnos al bat y cosechó un récord de 4-3 desde la loma de las responsabilidades para concluir con efectividad de 1.92. Después de tremenda temporada debut en México, estaba claro que Salazar sería invitado una vez más a dirigir al Córdoba en 1939. En el mejor momento de su carrera como jugador, el joven de 27 años dirigió al equipo rumbo al campeonato de la Liga Mexicana, bateando para .374 e imponiendo una marca de 16-5 y efectividad de 2.20 como lanzador.
Gracias a Salazar, los Cafeteros ganarían el primero de muchos títulos de la Liga Mexicana con un extraordinario récord de 46 juegos ganados y 12 perdidos. Y ésto era sólo el comienzo. Con los años, Salazar sería conocido como ‘El mejor manager que ha habido en México’, pero esta parte de su historia es para la próxima entrega…