Perdí mi Ojo de Venado

“¡Hazme una limpia por favor, amor… despójame de todo mal, carnal..!

Seguramente las líneas de esta famosa canción que hacen referencia a la superstición se aplican bien a la vida del pelotero protagonista de la columna de esta semana. Quienes lo vieron en acción con los Venados de Mazatlán quizás aún recuerden cómo este pitcher antillano se negó vehemente a lanzar contra los Tacuarineros de Culiacán cuando la afición, sabiendo de sus creencias, dejó correr un gato negro en el Estadio Ángel Flores por allá en la cada vez más lejana década de los 50s del siglo pasado.

De gran velocidad y control, el famoso pitcher oriundo del barrio Puentes Grandes de La Habana nació un 23 de septiembre de 1922 con el nombre de Lino Donoso Galata. Destacó rápidamente en los campeonatos juveniles, jugando como primera base, jardinero y pitcher. De acuerdo con una investigación de Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga, siendo Lino sólo un jovencito, se integró a un equipo llamado ‘Estrellas de León’. Al poco tiempo fue seleccionado por el director Duque González para hacer una gira por todo Cuba con otro equipo denominado como ‘Estrellas Juveniles’, alineando con peloteros como Fernando ‘Bicho’ Díaz Pedroso y Luis Bay. En ese momento, el joven zurdo lograría un juego sin hits ni carreras, imponiendo un récord de 22 ponches en un partido juvenil – récord que permaneció vigente hasta 1953 –. De ahí siguieron apariciones con Ciudad Trujillo, con Placetas de la Liga Inter-Provincial de Las Villas (amateur), así como el Sancti Spiritus. De este equipo – que se perfilaba como campeón pero resultó ser acreedor del tercer lugar del torneo de 1944 –, se escribiría en la prensa: “Los espirituanos fueron la revelación del año. En sus filas estaba un negrito, flaquito, zurdo, con el nombre de Lino Donoso, que venía de las filas juveniles del ‘Cerro’ habanero y no sólo se convirtió en la carta de triunfo, sino que con el tiempo pasaría como profesional…”

En noviembre de 1944 pasa al equipo Cromo, de Camagüey, donde debuta con una derrota. Viendo acción en 16 juegos, terminó la temporada de 1945 con 10 victorias y 4 derrotas. Regresó al Sancti Spiritus de la Liga Interprovincial ese año y luego al equipo Cromo en Noviembre. En la Liga de la Federación ganó 1 y perdió 2 con Camagüey, antes de seguir con el Marianao – novena dirigida entonces por Reynaldo Cordeiro – de la Liga Profesional Cubana. En esta liga participaría en seis temporadas – en 1946-1947, con el Marianao (1-2), 1947-1948 (3-3), 1948-1949 (3-4), 1949-1950, alternando entre Marianao y Almendares (0-0), 1954-1955, con el Almendares (4-3) y 1955-1956 (2-3).

En 1946 se une al Camagüey de la Liga Profesional de Verano en Cuba, donde se convierte en líder en carreras limpias con un asombroso promedio de 1.74 de efectividad. Con ello se gana una invitación a participar en el béisbol profesional americano en 1947, año en que se une a los New York Cubans de Ligas Negras. En este equipo, Donoso ve acción en 13 juegos, consiguiendo un récord de 5 ganados y 2 perdidos y con efectividad de 2.18, contribuyendo así a que el equipo ganara ese año la Serie Mundial de Ligas Negras sobre los Buckeyes de Cleveland. Con este equipo permanecería durante las temporadas de 1947, 1948 y 1949.

En 1950 fue invitado por el mismísimo Martín Dihigo a jugar en México, donde destacó con el Águila de Veracruz, club con el que en 1951 obtiene el título de carreras limpias admitidas – con 2.55 y  retirando a 197 bateadores –. Una de sus más recordadas actuaciones en esa temporada fue un miércoles 21 de marzo de ese año, cuando el llamado ‘Chucumite’ logró una joya de pitcheo en Nuevo Laredo tras la victoria por marcador de 12-0 para el Veracruz. En este partido, Donoso aceptó sólamente un hit del ‘Chino’ Guajardo en la cuarta entrada y ponchó a 18 bateadores – empatando así la marca impuesta tiempo atrás por Dihigo –. Siguieron otros dos grandes años con el Águila. 1952 fue la temporada en que el equipo ganó el campeonato y en la cual Donoso ganó 18 juegos, consagrándose como uno de los lanzadores más temidos al ponchar a 235 contrincantes. Posteriormente en 1953, Donoso ganó 17 juegos, así como su tercer corona en ponches, retirando a 160.  Ganando tres lideratos de ponches en forma consecutiva entre 1951 a 1953, Donoso impuso una nueva marca en el béisbol profesional mexicano.

Fue debido a su impresionante actuación en México que Lino Donoso fue llamado a jugar en el mejor béisbol del mundo. Comenzó en el sistema de Ligas Menores de los Piratas de Pittsburg en 1954 – cosechando récord de 19-8 con efectividad de 2.37 –, seguido por 1955 – donde se fue de 4-3 con efectividad de 3.26 –. Luego llegó el ascenso a Grandes Ligas. Su debut, fechado el 18 de junio de 1955, lo hizo pasar a la historia como en el primer lanzador cubano en los Piratas de Pittsburg. Portando el número 31, el cubano alinearía en este equipo con grandes como Felipe ‘Clipper’ Montemayor y con un joven Roberto Clemente. Con los Piratas de 1955, Donoso lanzaría en 25 juegos – 3 de ellos completos –, ganando 4 y perdiendo 6 (.400). Un breve descenso a Ligas Menores hizo un paréntesis en 1956 – donde jugó en 14 partidos para un récord de 2 victorias y 2 derrotas –, seguido por un ascenso con los Piratas nuevamente, apareciendo en sólo 3 partidos. Durante su tiempo en Grandes Ligas, Donoso vio acción en 96.2 innings, permitiendo 108 outs, otorgando 36 bases por bolas y ponchando a 39 para un promedio de carreras limpias de 5.20.

Terminado su tiempo en Grandes Ligas, Lino Donoso regresa a la Liga Mexicana con los Tigres de la Ciudad de México. Con los Tigres de 1956 entregó números de 6-4 y 2.90, mientras que en 1957, bajo las órdenes de Chuck Genovese, llegó a 8-2 y 2.57. Fue en esta temporada de 1957 cuando sería coronado como campeón de pitcheo de la Liga Mexicana de Béisbol.

Fue también en la temporada de 1957 cuando Donoso contrajo nupcias en el diamante del Parque del Seguro Social con su gran amor: una popular señorita llamada Genoveva y conocida en Veracruz como ‘La Peluda’ – mujer también llamada ‘La Diosa Alvaradena’ y que se dice que paraba el tráfico, causando sensación en la década de los 60s –. Fue en 1959 que Donoso regresó al puerto de sus amores con el Águila, para tener una gran temporada con 16 victorias y 10 derrotas y 2.84 de efectividad. Siendo contratado por el Ing. Carlos Rubio, sus últimas temporadas en la Liga Mexicana las pasó con el Veracruz, ponchando un total de 1230 bateadores en 1789 entradas. En un total de 11 temporadas en la Liga Mexicana, Donoso obtuvo un récord de 118-84 con un impresionante promedio de 2.92.

El pitcher cubano también fue leyenda en la Liga de la Costa del Pacífico, portando la franela de los Ostioneros de Guaymas (1950-51), así como la de los Venados de Mazatlán (1951-52, 1952-53, 1953-54 y 1956-57). Versátil, Donoso también jugó en la Liga Veracruzana en la temporada de 1957-1958 con los Aztecas y con el Puebla. Al terminar su carrera como jugador activo, Donoso permaneció en su hogar en Veracruz, fungiendo como coach del equipo de sus amores.

Lamentablemente, su historia tuvo un final triste: abandonado, olvidado y en la pobreza, Lino Donoso murió después de haber permanecido cinco meses internado en la Cruz Roja de Veracruz un 13 de octubre de 1990. Genoveva – de quien se separaría unos años más tarde después de su matrimonio – le seguiría los pasos un octubre de 1993, debido a complicaciones de diabetes.

A pesar de ello, las hazañas deportivas de Lino Donoso serán por siempre recordadas. En 1988, el antillano se uniría a la distinguida lista de peloteros cubanos miembros del Salón de la Fama del Béisbol Mexicano, como lo son Martín Dihigo, Lázaro Salazar, Ramón Bragaña, Agustín Bejerano, Roberto Ortiz, Santos Amaro, Basilio ‘Brujo’ Rosell, Mario Ariosa, René González, Orestes Miñoso, Andrés Ayón, así como los umpires Armando Rodríguez y Amado Maestri y los managers Agustín Verde y Adolfo Luque.

Que en paz descanse, Lino Donoso, hijo adoptivo del puerto de Veracruz.