El Eclipse de un Grande
“Después de tu muerte, volverás a ser lo que fuiste antes de tu nacimiento“, escribió Arthur Schopenhauer a mediados del Siglo XIX. Nuevamente, el mundo del béisbol se estremece ante la noticia del fallecimiento de otro de los grandes. Con sólo dos semanas desde la muerte de Andrés Ayón (22/Oct/1936 – 24/Oct/2021), la vida ahora nos arrebató a quien fuera el séptimo jugador y primer pitcher zurdo originario de México en Grandes Ligas, Guillermo ‘Memo’ Romero Luna (25/Jun/1930 – 09/Nov/2021).
Cuando me llegan estas noticias, no puedo evitar el amargo sentimiento de tristeza que me golpea en olas desde la pérdida de nuestro abuelo – nuestro padre –, Gilberto ‘Gilillo’ Villarreal (26/Dic/1926 – 08/Ago/2020). Los caminos de ambas estrellas se cruzaron en el crepúsculo de aquella bella época dorada del béisbol invernal conocida como la Liga de la Costa del Pacífico (1945-1958), cuando ambos jugaban para los Cañeros de Los Mochis.
Originario de Tacubaya (el lugar ‘donde se recoge el agua’) en la alcaldía de Miguel Hidalgo de la Ciudad de México, ‘Memo’ Luna nació un 25 de junio de 1930 en el seno de una familia de muy bajos recursos. A la edad de 12 años tuvo que abandonar sus estudios para dedicarse a la manufactura y venta de bisutería para turistas americanos – actividad que le daba 7 pesos al día –. Intentó más tarde retomar su educación, pero con la escuela nocturna y con un trabajo de 8 horas al día durante 6 días a la semana, le fue imposible continuar sus estudios.
No obstante, las calles Tacubaya le ofrecieron otra manera de ganar dinero: el béisbol. A los 13 años de edad participó con el equipo amateur juvenil ‘Estrellas de Tacubaya’ – una novena que jugaba sin uniformes o spikes y en el cual él fue manager, ya que las pelotas con las que todos jugaban eran de su propiedad –. El equipo destacó en ese año (1943) ganando 25 de 25 partidos, con el joven Memo ponchando a 24 en uno de ellos. Su record llamó la atención de los profesionales. Cuando Querétaro – Liga del Centro – le ofreció de 9 a 10 pesos al día por lanzar, Memo abandonó el negocio de la bisutería y comenzó oficialmente su carrera como beisbolista profesional.
Con el fin de la Segunda Guerra (1945), México había logrado sobresalir en el béisbol gracias a los esfuerzos, fortuna e influencia política del millonario Jorge Pasquel y sus hermanos – quienes tenían la ambición de colocar a la Liga Mexicana de Béisbol al mismo nivel que las de los Estados Unidos –. Con carretadas de dinero, los Pasquel atrajeron talento de Ligas Negras – a quienes no se les tenía permitido jugar en las Mayores – y Cubanas. Para 1946, Pasquel comenzó a firmar a estrellas de Ligas Mayores, causando esto tensiones con las autoridades de béisbol del país del norte. Con el arribo de extranjeros a territorio mexicano, Memo comenzó a exponerse a otro nivel de béisbol. Él mismo citaba como influencias a Theolic “Fireball” Smith, Lonnie Summers, Josh Gibson y Max Lanier.
Para 1947, el zurdo Luna ya ganaba 20 pesos diarios y su brazo había desarrollado mucha velocidad y control. No pasó mucho tiempo para que equipos de mayor categoría llamaran al chico de 17 años a jugar con ellos. Dos de ellos fueron Xalapa – de la Liga Veracruzana –, y otro muy recordado: los ‘Cañeros de Los Mochis’ (antes ‘Pericos’), mismos que entraron a la Liga de la Costa del Pacífico en el marco de la tercera temporada del circuito invernal (1947-1948). En esta Liga, Memo Luna se enfrentó en varias ocasiones al futuro miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, Edward Charles ‘Whitey’ Ford (21/Oct/1928 – 08/Oct/2020).
Ford, quien en 1961 se convertiría en acreedor del premio Cy Young, jugaba los inviernos en la Liga de la Costa mientras se fogueaba en Triple A. De acuerdo con Luna, ambos lanzadores se enfrentaron por primera vez en Mazatlán un domingo en partido doble, donde Los Mochis logró retirar a Ford después de tres entradas. Con gran espíritu de lucha, Ford pidió entrar ese mismo día al juego vespertino, donde libró un clásico duelo de pitcheo con Luna, saliendo Ford victorioso con un cerrado 1-0. La próxima vez que se enfrentaron, Memo venció al futuro Yankee en un 1-0, seguido de otros dos encuentros donde el mexicano también se vestiría de gloria.
Mientras Luna se unía a las filas de los Alijadores de Tampico en 1948 – equipo donde tuvo récord de 5-0 –, el sueño de Pasquel se derrumbaba debido a los altos salarios, la falta de público y las muchas rencillas entre sus dueños. Con problemas financieros en la Liga Mexicana en ese año – un año después de que los Dodgers le dieran cabida al primer pelotero afroamericano, Jackie Robinson –, muchas estrellas de Ligas Negras en México se regresaron a probar suerte en las Ligas Mayores y Menores mientras que las cubanas retornaron a su país de origen.
Además, como medida de contraataque ante la amenaza de Pasquel, el béisbol americano instaló también Ligas Menores en México, lo cual resultó de provecho para algunos mexicanos, quienes encontraron de esa manera su camino a Grandes Ligas. Fue así como Memo Luna se unió a los Indios de Cd. Juárez de la Liga Arizona-Texas en 1949, entregando un 12-6 en ese año y un 14-10 en el siguiente. Fue en 1951 cuando Memo destacó con los Potros de Tijuana de la Southwest International League, ganando 26 de 13 juegos, así como la atención de los Padres de San Diego de la Pacific Coast League, quienes compraron su contrato por 5 mil dólares.
Habiendo adquirido recientemente una “clasificación abierta”, el equipo de los Padres estaba situado en aquel tiempo entre AAA y Grandes Ligas. Su modelo de negocio era adquirir joven talento a un bajo precio, desarrollarlo y venderlo a Grandes Ligas por una suma mayor.
En el San Diego de 1952, Memo se encontró con un potpurrí de jugadores provenientes de Ligas Negras aspirando a seguir los pasos de Jackie Robinson rumbo a las Mayores y uno que otro ligamayorista degradado. Ahí conoció al manager ‘Lefty’ O’Doul – considerado el abuelo del béisbol profesional en Japón y mentor de los hermanos DiMaggio –, Theolic Smith – su héroe de la niñez –, así como otros veteranos de la Liga Mexicana como Moe Franklin, Lou Klein y Lonnie Summers – su catcher con el Tampico –.
Bajo la tutela de Lefty O’Doul, Luna se convirtió en un pitcher completo, integrando un mayor repertorio de lanzamientos como el ‘slider’, ‘screwball’ y el ‘nuckleball’ a su ya confiable curva y ‘fastball’. En esa temporada, Memo ganó para los Padres 15 juegos con un porcentaje de 2.94 con tan sólo 22 años.
Memo jugaba siempre en invierno para Los Mochis. No lo hacía sólo por el salario o para mantener su brazo en forma, sino también como una cuestión de orgullo nacional. Sin embargo, los Padres no estaban de acuerdo con esto, pues temían que Luna se lastimara y se perdiera la inversión que ya habían hecho en él. Cuando comenzó la temporada 1952-1953 con Los Mochis, Memo ya había lanzado en 38 juegos para los Padres.
Según los estándares del béisbol organizado, Memo estaba obligado a tomar un descanso. Al ver que su mejor activo seguía jugando béisbol invernal en el Pacífico, Bill Starr, el dueño de los Padres, le ordenó que desistiera. Inclusó lo amenazó con suspenderlo del equipo. Los diarios americanos escribieron que Memo Luna estaba en Los Mochis lanzando por “tacos y tortillas”, a lo cual respondió a la prensa: “This is my country. I happen to like tacos and tortillas.” (“Este es mi país. Sucede que a mí me gustan los tacos y las tortillas”). Finalmente, Starr llegó a un acuerdo con la directiva de Los Mochis para dejar jugar a Memo Luna una vez por semana para los Cañeros.
De regreso en San Diego, Memo continuó su buena racha en la temporada de 1953 con 17 victorias y efectividad de 2.67. Con ello, los Cardenales de San Luis posaron sus ojos sobre él. Joe Mathes, cazatalentos del San Luis, escribió en su reporte: “His knuckleball and curve are very good, he has tremendous poise on the mound and is outstanding in fielding his position and holding runners on base.” (“Su bola de nudillos y su curva son muy buenas, tiene un tremendo equilibrio en el montículo y es sobresaliente al defender su posición y mantener a los corredores en la base»).
Como proprietario de un club independiente, Bill Starr colocó un precio de venta muy generoso sobre el contrato de Luna (100,000 dólares). Después de algunas negociaciones, los Cardenales pagaron 75,000 dólares y ofrecieron tres jugadores para integrar al joven oriundo de Tacubaya al equipo ligamayorista.
La noriedad de Luna le valió una invitación para jugar en la Liga Cubana de Invierno, ganando 4 de 5 juegos con los Alacranes del Almendares – equipo que lo sacó en hombros tras ganarle al Habana con score de 3-0) – antes de ordenársele que regresara a los Estados Unidos para un examen físico en St. Louis el 1 de diciembre de 1953. Pasando el examen, Luna regresó a México, donde se le pidió descansar para el inicio del ‘spring training’ en febrero.
Pero en un juego en su honor – el ‘Día de Memo Luna’ –, las cosas cambiaron para siempre. Subió al montículo el 19 de febrero de 1954 en un partido entre los Diablos Rojos y los Aztecas, y después de anotar un ponche en la tercera entrada, Memo se estrechó el codo izquierdo con dolor. Aquejado, Memo continuó el partido hasta la victoria con un 8-5.
En el ‘spring training’, Memo informó a los Cardenales sobre su lesión, la cual lo obligaba a utilizar más el ‘nuckleball’ y el ‘slider’ – lanzamientos que él controlaba menos –, en lugar de sus famosas rectas y curvas. Se enfrentó una vez más a ‘Whitey’ Ford, obteniendo la victoria en un cerrado 0-1 para los Cardenales. Según reveló el mismo Memo en 2006 al entrevistador Johnny McReynolds, después del partido, Ford le dijo: “Vienes hasta aquí para vencerme”.
Pero la lesión de Luna estaba influyendo sobre su desempeño. De haber sido cualquier otro prospecto, Memo hubiera sido relegado a Triple A antes de terminar la primavera. Sin embargo, su alto precio había convertido al joven prospecto en uno de los novatos más esperados. Por esa razón, Luna, lesionado, fue colocado en el roster del día inaugural de los Cardenales de St. Louis en la temporada del 54. La mesa estaba puesta para un desastre…
Memo hizo su debut en Grandes Ligas en el juego del 20 de abril contra los Redlegs de Cincinnati en St. Louis. 11,000 fanáticos asistieron al juego del martes por la tarde. Memo comenzó el partido otorgándole la base a Bobby Adams. Roy McMillan siguió con un doble, anotando Adams. McMillan quedó en tercera por un error de fildeo de Rip Repulski. Gus Bell conectó un elevado al jardín derecho que Stan Musial capturó para el primer out. Jim Greengrass conectó otro elevado a Musial, pero esta vez McMillan anotó en la tercera para poner en 2-0 a Cincinnati. Con las bases vacías, Ted Kluszewski conectó un doble y luego Memo dio base por bola a Johnny Temple. Pocos minutos pasaron antes de que Eddie Stanky, manager de los Cardinales, llegara al montículo junto con el relevista Mel Wright.
Según Luna, Stanky le dijo: “I don’t want @#$&% Mexicans” (“No quiero @ # $ &% mexicanos») antes de sacarlo del juego. Fue el paso de Luna en Grandes Ligas tan rápido como el de un eclipse: una semana y media más tarde (el 1 de mayo), los Cardenales ya habían enviado a Luna a su club de Triple A en Rochester. Para entonces, lanzar su recta y su curva le resultaba muy doloroso. Trató de arreglárselas con su ‘knuckleball’ y su ‘slider’, pero sin gran éxito. Tuvo una gran salida contra Toronto, seguido de una derrota igualmente desastrosa. Terminó la temporada en Rochester con récord de 9-11.
En 1955, Memó jugó para los Omaha Cardinals, donde sólo obtuvo 4 victorias y 4 derrotas en 30 juegos. Siguió su descenso en ligas menores con paradas en Nuevo Laredo (Liga Mexicana) y San Antonio (Liga Texas) antes de pasar sus últimas temporadas con Poza Rica (1958) y con los Tigres Capitalinos de México (1958, 60, 61).
Al terminar su carrera como beisbolista profesional, Luna regresó a su hogar en Los Mochis – ubicado por muchos años por la Calle Cárdenas casi esquina con Santos Degollado –, ciudad en donde se dedicó con éxito a las ventas, dedicando su tiempo libre a enseñar a la juventud sinaloense el deporte que él tanto amaba.
A pesar de aquel debut, truncado de tan triste manera, Memo Luna tuvo una brillante carrera, misma que fue condecorada tanto por el Salón de la Fama del Béisbol en México (1987) como por el Salón de la Fama de los Padres de San Diego. Tuvieron que transcurrir más de 25 años para que otro gran zurdo mexicano llegara a Grandes Ligas para conquistar los corazones de la afición beisbolista a nivel mundial, pero esa es otra historia.
Descanse en paz, Memo Luna, primer pitcher zurdo mexicano en Grandes Ligas.