El Conde de San Luis

Hay niños que no le temen a nada. Les encantan los retos. Son intrépidos, audaces y en algunas ocasiones, sus acciones pueden caer en la imprudencia. Quizás sean éstos los rasgos de personalidad necesarios para triunfar en los deportes, pues por lo general, muchos de ellos suelen entregarse a esta actividad. El chico, nacido un 9 de marzo de 1928 en una vecindad en San Luis Potosí, fue uno de ellos. No le tenía miedo de nada, mucho menos a las alturas. Pero hay razones por las que de pequeños, nuestros padres tratan muchas veces de frenar nuestra audacia.

Un grito se oye en el corazón de la calle Morelos. Proviene de la voz de aquel niño, que pasaba sus ratos de esparcimiento jugando sobre la azotea. Se encuentra en el suelo, sollozando mientras hace una mueca de dolor al apretarse la muñeca. En la vecindad recibe la asistencia médica de una curandera. “Me sobaron, pero ya no quedé bien”, le confesaría al cronista Manolo Herrera décadas más tarde.

“Me hicieron una operación”, continuó, “mas no quedé bien. El hueso de la muñeca se me saltó, pero nunca, jamás me afectó. De ahí viene el mote de ‘La Mano Embrujada’, por las curvas muy naturales, les decía que eran rectas, a la hora de lanzar…”.

Esas fueron las palabras de uno de los mejores lanzadores que ha producido el béisbol mexicano. Se trata de Francisco Ramírez Zavala, hijo de Don Delfino Ramírez Castaneda, maquinista ferrocarrilero, y Doña Amalia Zavala, ama de casa, pero mejor conocido en el microcosmos del béisbol como ‘Panchillo’ Ramírez.

Francisco era el mayor en una familia de cinco hijos. Siendo niño, trabajaba como ‘chícharo’ para ayudar a su familia. En sus ratos libres se dedicaba a jugar béisbol. Comenzó con Los Tablajeros del Mercado de La Merced y con el equipo de la Perfumería Francesa, jugando en viejos parques como el Parque Morales y el Parque España con otros equipos llaneros de la Liga Municipal de segunda fuerza.

“En 1946, me invitaron a jugar aquí en el barrio, igualmente los beisbolistas de San Sebastián contra San Miguelito, los del ‘Tecuán’; ahí empezó todo, me tomaron en cuenta por las condiciones beisboleras que tenía; recuerdo que Baldomero Pérez Romo me ayudó mucho.”

Entre su trabajo en el mercado y el béisbol amateur, Ramírez también se dedicó a la repostería. “Yo era panadero en la panadería ‘San Antonio’; estaba también por la Calle de Morelos; hace muchos años que desapareció. Después me llamaron a jugar béisbol y como tenía mucha potencia en los dedos de la mano derecha, con la que lanzaba, la bola se me movía”.

Su amigo, un carnicero de La Merced le comentó sobre su poder al lanzar, por lo que ‘Panchillo’ se dio cuenta que lo suyo era el pitcheo. Comenzó ganando juegos amateur, llamando la atención a tal grado que fue invitado a participar en un nacional amateur celebrado en Puebla. Ahí no sólo fue designado como el Jugador Más Valioso, sino que también fue llamado para jugar con la selección de México al Mundial Amateur en Managua, Nicaragua en 1948.

Regresando a San Luis, su amigo Miguel ‘El Camarón’ Aldrete, le dijo que probara suerte en la Liga del Golfo: “Vente, yo te voy a pagar los gastos”. En dicha liga conocería al periodista de El Heraldo,  Marco Aurelio Reyes. “Un día estaba lanzando y me comentó Marco Aurelio: ‘¿Quién te dijo que tú eras pítcher?’ ‘Tú me trajiste’, le contesté. Le dio risa y se fue. Él me llevó con los Tuneros de San Luis.”

Reyes lo presentó con José Luis ‘Chile’ Gómez, manager de los Tuneros, en el año de 1950. “Aquí te traigo a un muchacho, es pítcher con esa mano.” Con el San Luis, equipo conocido entonces como los ‘Niños Catedráticos’, alinearía junto a figuras como Francisco Alcaraz, Juan ‘Bibi’ Crespo, Ramiro Cuevas, Fidel Reséndiz, Claudio ‘Sordo’ Solano, Armando ‘Indian’ Torres, Gilberto ‘Gilillo’ Villarreal, Celso Zendejas y Raúl Navarro.

“Una vez el catcher cubano Raúl Navarro, […] me pedía una bola y le tiraba otra, ya que la bola se movía de más.” Navarro le dijo: “Bueno tira lo que sea, aquí la agarro, para qué batallamos”. ‘Chile’ Gómez, quien pronto vio la calidad de su pitcheo, le dijo a Navarro: No, lo que pasa es que se mueve la pelota porque para ‘Panchillo’, ése lanzamiento es natural, así pitchea.” “Así empezamos, luego me llevaron a la Liga de la Costa del Pacífico, con el equipo de Los Mochis.”

Con Los Tuneros, Ramírez conoció a otro de los dos mejores pitchers que ha producido San Luis: Ramiro Cuevas. A los dos Tuneros se les conocería como ‘El 1 y 2’. De su estilo de pitcheo comentaría Ramírez al periodista Manolo Herrera: “…Mucha curva, no tenía mucha velocidad.”

Ramírez alineó con el San Luis en las temporadas de 1950 – en la cual fue elegido por la Liga Mexicana como el Novato del Año –, 1951 – resultando ganadores de la Primera Vuelta y llegando a la controversial Final contra el Veracruz de Pasquel – y 1952 (9-6) – temporada en que el equipo dejó de existir para convertirse en los Diablos Rojos del México –.

“Cuando surgió la versión de que habían golpeado a Pasquel con una piedra en un juego del Tuneros, contra Veracruz, esas fueron mentiras, siempre estaba rodeado por guardias presidenciales, qué le iban a hacer. Ganó el San Luis al Veracruz y Pasquel manifestó: ‘Se acabó el béisbol aquí. Mientras viva no habrá béisbol en San Luis…’ Se llevó al San Luis al Parque Delta y [lo convirtió en los] Diablos Rojos de México. Con ello se terminó el béisbol profesional en San Luis.”

Pasquel abandonó el béisbol profesional al final de la temporada. El Dr. Eduardo Quijano Pitman, presidente de la Liga Mexicana, logró que le alquilaran el Parque Delta tras la venta de éste al Departamento Central por Pasquel. Los Tuneros, convertidos en los Diablos Rojos, terminaron a 13.5 juegos del campeón, el Águila de Veracruz, en cuarto lugar.

En 1953, Ramírez probó suerte en el béisbol organizado, alineando con las Águilas de Mexicali. En este equipo cosechó un total de 27 victorias y 12 derrotas en dos temporadas. Los Cardenales de St. Louis quedaron impresionados y le ofrecieron jugar en la Texas League (AA) para los Búfalos de Houston. De esta época, Ramírez recordó: “Estaba solo como mexicano… el ambiente no me gustó, del parque a donde vivías, el tipo de comidas, total, regresé a México.”

Luego llega la época de grandes éxitos con los Diablos Rojos del México. Regresó al tradicional equipo en 1956, en aquel año en que Lázaro Salazar tomó las riendas del equipo hasta llevarlos a su primer campeonato. En esta temporada, Ramírez recibiría la triple corona de pitcheo con récord de 20-3, 2.25 de efectividad y 148 ponches – siendo así el primer mexicano y tercer lanzador en la historia de la liga en lograrlo –. Fue en ésta época que ‘El Mago Septién’ lo bautizaría con el apodo de ‘El Rey Pancho’.

Aprovechando el convenio de trabajo entre Diablos y los Rojos de Cincinnati, ‘Panchillo’ probó suerte con los Havana Sugar Kings de la International League en 1957. Sin embargo, regresa a los Diablos por otros 4 años (1957-1960), dejando 3 temporadas con 17 victorias cada una. “En 1958, le gané 5 a 3 en un juego de exhibición, de tres que se celebraron, a los Piratas de Pittsburgh. Venía con ellos Roberto Clemente, al que ponché en dos ocasiones, también venían otros bateadores tremendos como Ted Kluszewski, Bill Mazeroski, Dick Groat…”

Durante la temporada de 1961, Ramírez llegó a los Sultanes de Monterrey. “Llegué a los Sultanes cuando las relaciones con el Diablos no funcionaron. Estuve con Monterrey de 1961 a 1966, era un equipazo, ahí estaba como manager Clemente ‘Zungo’ Carrera, Alonso Perry, Vinicio García, Alfredo ‘Yaqui’ Ríos, Héctor Espino, Alfonso ‘Gallina’ Peña, Pepe Rodríguez, […] Con este equipo fui campeón en 1962 en la Liga Mexicana. Ese estadio siempre se llenaba, muy bonito parque, con mucha tradición. Dejé bastantes amigos en Monterrey. Seis años jugué con los Sultanes…” Aquí ya era conocido en todo San Luis como ‘El Conde’, debido a su estilo similar con el de Juan Conde.

Para la temporada de 1967, Ramírez, de 39 años, se fue con los Charros de Jalisco. “Se decía que estaba a punto de retirarme, mas demostré que todavía había ‘Panchillo’ Ramírez. Con este otro gran equipo dirigido por ‘Memo’ Garibay nos hicimos campeones en 1967. Gané 12 juegos, completé otros 14, ellos con 2.75 de carreras limpias. Jugué una temporada con los Charros de Jalisco. Me vendieron a la Liga del Sureste en donde jugué con Campeche y otra con ciudad del Carmen, creo que con ellos me despedí de la Liga Mexicana…”

Al concluir su carrera, existió un acercamiento con los Diablos Rojos. “Lo intentaron, pero, les dije que con el dinero que me daban era muy poco. Fue cuando decidí regresar a San Luis. Aquí Don Pedro Martínez, gerente de la Carta Blanca, me dice: ‘Pon una cantina’. Así lo hice […] Le puse por nombre ‘El Conde’, está en la mera esquina de Morelos y Sevilla y Olmedo, a unos cuantos pasos del Mercado de la Merced, de eso hace más de treinta años…”

Sin duda, su vida en el beisbol profesional le dio grandes satisfacciones. “Hice bastantes amistades como a Javier Solís. Lo conocí en Nogales. En la ciudad de México todas las noches nos veíamos en el restaurante ‘El Águila’, le gustaba el béisbol y el boxeo en donde fue sparring, luego se metió de cantante. El béisbol me dio muchas satisfacciones, 29 años desde que me inicié como jugador llanero…”

Otra de sus más grandes satisfacciones fue recibir el reconocimiento de ser ingresado al Salón de la Fama de Monterrey en 1982, junto a Mario Ariosa, Manuel ´Ciclón´ Echeverría, Horacio ‘Macacho’ López Díaz y Burnis ‘Wild Bill’ Wright.

Lamentablemente, uno de los hijos más famosos de San Luis Potosí jamás ha recibido un homenaje  su ciudad natal. “En todos lados me han hecho [homenajes], menos en San Luis. Hasta en Cuernavaca, Morelos, me han homenajeado, al igual que en Monterrey, Los Mochis, México, en fin… Aquí nada…”

La vida del ‘Gran Pancho’ llegó a su fin un jueves 5 de febrero de 2015. Esperamos que algún día la gran ciudad cuna del Plan de San Luis (1910) le brinde a uno de sus hijos más ilustres el homenaje que se merece.