Nace un Campeón
Una pedrada marcó el fin de la era de Jorge Pasquel en la legendaria Liga Mexicana de Béisbol (LMB). Recordado por traer a México a grandes figuras del béisbol americano – tanto de Ligas Negras como de Grandes Ligas, que hoy vienen siendo lo mismo – y con ello elevar el espectáculo del béisbol mexicano a niveles sin precedentes, Pasquel se retira para siempre del negocio del béisbol en el año de 1951.
Desde el punto de vista empresarial, su decisión es totalmente comprensible, pues las ganancias, en declive, no alcanzaban a cubrir los excesivos gastos – ocasionados no sólo por la nómina de estrellas como Martín Dihigo, Willie Wells, Josh Gibson, Satchel Paige, Ray Dandridge, Mickey Owen, Max Lanier y Sal Maglie, entre otros, sino también por la mala administración –.
Recordado en la comunidad latina y afroamericana por su contribución – voluntaria o involuntaria – a la integración racial del béisbol de la Unión Americana en 1947, Pasquel dejó a la Liga Mexicana en antagonía con el béisbol organizado de los Estados Unidos. Dueños de franquicias americanas lo acusaban de robar a sus jugadores – blancos, negros y cubanos – y de desestabilizar a sus equipos. ¡Inclusó le ofreció $50,000 USD anuales al hombre que trató detenerlo, ‘Happy’ Chandler, para dejar su puesto como Comisionado de Béisbol y convertirse en Comisionado de la Liga Mexicana!
Aunado a ésto, la salida de Pasquel ocasionó el fin del clásico capitalino entre los Diablos Rojos del México y sus Azules del Veracruz – los equipos más taquilleros –, radicados ambos en la Ciudad de México. Mientras que el equipo escarlata era desmantelado – ocupando su lugar los Tuneros de San Luis, quienes desaparecieron para siempre para convertirse en los nuevos Diablos Rojos del 52 –, el Veracruz se marchó de la capital para nunca volver.
Una terrible tragedia sacude al béisbol en ese mismo año del 52: una parte de la tribuna del viejo Estadio Delta de la Ciudad de México se viene abajo, ocasionando un saldo de dos muertos y varios heridos entre la afición. La gente dejó de asistir al que fuera el estadio con más capacidad del tradicional circuito mexicano. En respuesta a ésto, el IMSS anuncia en 1953 la construcción de un estadio moderno sobre el Delta, conocido después como el Parque del Seguro Social.
Esperando revivir el clásico de la Ciudad de México, aparecen en 1953 los Indios de Anahuac, quienes sólo juegan en esa campaña y sin causar mucho furor. Otro esfuerzo se hace con el ‘México Azul’, franquicia fundada en 1954 y dirigida por los señores Carlos Osuna Jr. – socio del Banco de Comercio (Bancomer) – y Plutarco Elías Calles. Jr. – hijo del ‘Jefe Máximo de la Revolución’ y cuñado de Pasquel –. No obstante, este club tampoco logra activar una rivalidad deportiva con la tradicional novena escarlata.
Con todos estos tropiezos, el futuro del béisbol mexicano era incierto. Empero, un parteaguas para la organización representa el año de 1955 – año en el que, por cierto, muere Pasquel en un trágico accidente aéreo –: 1955 no sólo vio la llegada del nuevo Parque del Seguro Social, sino también el momento en que la Liga Mexicana logra limar sus asperezas con el béisbol organizado de los Estados Unidos, integrándose al sistema de Ligas Menores de Clase AA – sin duda gracias a las gestiones de Anuar Canavati –.
Con ello, los 6 equipos de la LMB comienzan a firmar convenios con Grandes Ligas – los recién llegados Leones de Yucatán con Washington, los Sultanes de Monterrey con Brooklyn, el Águila con Boston, los Tecolotes de Nuevo Laredo con Gigantes y los Diablos Rojos con Cincinnati –. Sin embargo, aún faltaba la novena a cargo de Osuna y Elías Calles, Jr.
Según narra Julio Martínez, el Ing. Merino, directivo de Poza Rica, entonces campeón de la desaparecida Liga Invernal Veracruzana, facilita la organización de una serie de pretemporada entre los Diablos Rojos y los Azules del México. En los últimos 3 juegos de la misma, celebrados entre el 7 y 10 de abril del 55 en el Parque de los Alijadores de Tampico, Merino invita a los directivos de los Piratas de Pittsburgh – con quienes tenía convenio en el circuito invernal – a reunirse con los de los Azules. Ahí y entonces se firma el convenio de trabajo entre los Piratas y el equipo capitalino.
Durante las reuniones de negociación, se acuerda la contratación del timonel americano, George Genovese. Por otro lado, Branch Rickey, Jr. – hijo del gerente que orquestrara la entrada de Jackie Robinson a Ligas Mayores –, sugiere cambiar el nombre de la franquicia capitalina con el fin de evitar la confusión con el equipo escarlata. Con ello, se acuerda sustituir el nombre del ‘México Azul’ por el de los ‘Tigres de México’. Así, un 11 de abril de 1955, la directiva, propiedad de Alejo Peralta y presidida por Osuna y Elías Calles Jr., presenta oficialmente a los Tigres de México a la afición beisbolera.
Curiosamente, también se acordó con Pittsburgh cambiar el color azul del equipo por el negro y naranja – colores oficiales de los Piratas y a tono con su nuevo nombre –. No obstante, siendo la fecha del debut del equipo un 14 de abril en Mérida y con los uniformes ya preparados, el equipo debuta portando el color azul y con la palabra ‘México’ al frente.
Los uniformes bengalinos tampoco llegaron – o no quisieron llegar – para el debut de la novena en el nuevo Parque del Seguro Social contra los Diablos Rojos, debutando así un 21 de abril de 1955 con un uniforme que portaba una ‘M’ azul con filo dorado – idéntica, dicho sea de paso, al logo de la Cerveza Modelo, cervecería propiedad de la directiva de Tigres –.
Lamentablemente, el debut de Tigres ante los Diablos termina en derrota por pizarra de 7-3 a favor de la pandilla escarlata con victoria de Amador ‘Bule’ Guzmán y descalabro para el americano Harry Gilbert. No obstante, de esta serie surgiría una de las rivalidades de mayor tradición en el deporte mexicano, misma que aún se conoce en nuestros días como ‘La Guerra Civil’. Al fin, los Diablos volvían a tener un digno adversario.
Con el objetivo de mejorar los pobres resultados de los Tigres, Osuna y Elías Calles Jr. solicitan refuerzos a Pittsburgh. Fue así como llegaron al equipo estrellas como ‘Pepe’ Bache, Al Grunwald, Paul Pettit, Jimmy Baumer, Fred Walters y ‘Leo’ Rodríguez. El mismo Rodríguez recuerda:
“Estaba entrenando en la primavera de 1955 con el equipo Estrellas de Hollywood en la [Pacific Coast League] cuando me dijeron que me iban a enviar al Pelícanos de Nueva Orleans de la Liga del Sur, pero mi compañero Lino Donoso me dijo que, de ir allá era preferible ir a la nueva Liga Mexicana con los Tigres, equipo que tenía convenio de trabajo con los Piratas.”
Con nueva sangre bucanera, los Tigres comenzaron a ganar partidos, escalando del lúgubre sótano hasta la cima y terminando la temporada con récord de 53 victorias contra 47 descalabros. En dicho certamen, consistente de un calendario de 100 juegos en rol corrido, el equipo con más juegos ganados se coronaba campeón. Al terminar empatados en ganados y perdidos con Nuevo Laredo, fue necesario celebrarse una serie extraordinaria. Así, con cuenta de 2 juegos ganados por 0, los Tigres Capitalinos se impusieron ante los Tecolotes, obteniendo el primer campeonato de su historia en su año debut en la LMB.
El éxito de la novena se debió sin duda a la excelente actuación de los refuerzos Piratas. En ese año, los Tigres no sólo contaron con Fred Waters – quien, con récord de 18 victorias, 126 ponches y 2.06 de efectividad, resultó ganador de la triple corona de pitcheo –, sino también con los tres mejores bateadores de la temporada – Leo Rodríguez (.385), Gail Henley (.383) y Paul Pettit (.382) –.
“Tuve la oportunidad de jugar con un gran team…”, recuerda Rodríguez. “Fuimos campeones y logré ganar el campeonato de bateo. El infield que tuvimos fue el mejor donde he jugado: Al Grunwald en primera, ‘Pepe’ Bache en segunda, Jimmy Baumer en el short y yo en tercera. George Genovese estaba en la transición de jugador a manager, era joven con muchas cosas por aprender, pero su trato con los jugadores siempre fue formidable. Me gustó mucho jugar para él, era agresivo y traía nuevas ideas, nueva estrategia y sistemas que se estaban usando en la pelota americana.”
“En la recta final luché por el título de bateo con el ‘Burro’ Hernández de los Diablos y con mi compañero Gail Henley. Gané en una final de fotografía. Nuestro mejor pitcher era Fred Waters, un zurdo americano que no solamente tenía buena velocidad, sino que se le movía mucho la recta. Fue un año inolvidable, uno de los mejores de mi carrera y del béisbol mexicano.”
Así comenzó la historia del ‘Equipo que Nació Campeón’. De parte de Primer Bat felicitamos los Tigres en su Aniversario Número 68. ¡Que vengan muchos más éxitos!.