El Príncipe en México
“Cuanta más arena haya escapado del reloj de arena de nuestra vida, más claramente deberíamos de ver a través de él” escribió Maquiavelo en su opus magnum, ‘El Príncipe’. Y las arenas del reloj del aún muy joven Lázaro Salazar comenzaban a agotarse rápidamente y sin su conocimiento. No obstante, para la temporada de 1938, Salazar había encontrado un buen hogar en México, país en donde se casó y en el que permaneció por el resto de sus días. El club Córdoba le había abierto las puertas del país y Salazar supo retribuirle al ganar el campeonato de la Liga Mexicana de Béisbol en 1939.
A pesar del gran éxito obtenido por los Cafeteros de Córdoba en 1939, el equipo no regresó para la temporada de 1940. Con el arribo de Jorge Pasquel al béisbol de la Liga Mexicana, el puerto de Veracruz recibió grandes apoyos para que su club se convirtiera en uno de los más poderosos de este circuito. Con la intención de crear una rivalidad entre el Veracruz y el tradicional equipo de los Diablos Rojos del México – por aquel entonces llamados simplemente ‘Rojos’ –, el Águila – llamado en ese momento ‘Azules’ – se cambió a la ciudad capital. Pasquel, buscando formar un equipo campeón, reunió los talentos de grandes peloteros cubanos como Santos Amaro, Ramón Bragaña, Martín Dihigo y por supuesto, Lázaro Salazar. Al mando del equipo Azul, su compatriota, Martín Dihigo, se encargó de llamar a grandes leyendas de Ligas Negras como Joshua Gibson, ‘Cool Papa’ Bell, Barney Brown, Ray Dandridge, Leon Day, Roy Partlow, ‘Double Duty’ Radcliffe y Willie Wells. Con un equipo de este pelo, estuvo claro que los Azules ganarían en esa temporada. Su récord fue de 61-30. Sería el segundo campeonato que a Salazar le tocaría vivir en México.
Salazar decidió regresar a Cuba para la temporada invernal de 1940-41, llegando a dejar excelente promedio de bateo (.316) con el Almendares. Cuando Martín Dihigo decidió no regresar a México para la temporada de 1941, Salazar fue puesto a cargo del Veracruz. Al mando de Salazar, el Veracruz arrasó el torneo con récord de 68-35, marcando el segundo triunfo de Salazar al comando de un equipo mexicano. La victoria no sólo se debió al calibre de la plantilla del club: en esa misma temporada, Salazar bateó para .336 y obtuvo siete triunfos desde la loma de las responsabilidades.
Otro gran hito en la vida de Salazar en México llegó en 1942: el cubano sería llamado a dirigir al tradicional equipo de los Industriales de Monterrey – hoy Sultanes –. En ese primer año al mando del equipo regiomontano, Salazar se encargó de meter al club a la pelea por el título. El equipo, que consistía de distinguidos peloteros como Roy Campanella, Ramón Heredia, Héctor ‘Comadre’ Leal, Zenón Ochoa, Daniel y Filomeno Ríos, Epitacio ‘La Mala’ Torres y Armando ‘Indian’ Torres, entre otros, quedaría a sólo juego y medio del campeón en el segundo lugar. Con mejor suerte y menores cambios en la alineación de la novena, el cubano de 31 años de edad se encargó de llevar al Monterrey a la victoria en la temporada siguiente, cosechando un récord de 53-37.
Lázaro estaba listo para llevar a la pelea a su muy bien coordinada escuadra. Con el pitcheo del confiable Daniel Ríos (12-9 y efectividad de 3.74), Vidal López (13-14 y efectividad de 3.78), Alberto Leal (10-7 y efectividad de 4.26) y de su propia hechura (14-8 y efectividad de 2.87), Salazar envió al equipo a la contienda por el campeonato de 1944, quedando el equipo en segundo lugar con récord de 51-39. Un resultado similar arrojaría el año de 1945, cuando Salazar conquistaría el segundo lugar con récord de 48-42 y con un roster que incluía a sus incondicionales junto a otros peloteros de renombre como Claro Duany, Ramón Heredia, Felipe ‘Muñeca’ Iturralde así como Carlos y ‘Gilillo’ Villarreal. En la siguiente temporada (1946), el tradicional club terminaría en un tibio quinto lugar (48-49).
Después llegó el primer año que marcó el inicio del tricampeonato del Monterrey. Junto con sus jugadores de siempre, el equipo de 1947 se nutrió del talento de Manuel Magallón, José ‘Pepe’ Bache, Agustín Bejerano, Alex Carrasquel, George Hausmann y Lou Klein, dejando un impresionante récord de 70-47. 1948 repitió el gran éxito con récord de 51-35 para el bicampeonato. El tricampeonato llegaría al año siguiente con el apoyo de sangre nueva como Felipe Montemayor, ‘Burro’ Hernández, José Villegas, entre otros, quienes contribuyeron para que el club terminara con récord de 53-33. Con esto, Salazar se convirtió en el manager más codiciado de México durante el cénit de la llamada ‘Época de Oro del Béisbol’.
Los años de 1950 a 1954 trajeron buenos resultados para el Monterrey, pero ningún otro campeonato. Un tercer lugar en 1950 (récord de 49-37); un segundo lugar en 1951 (42-42); un sexto lugar en 1952 (36-54); un segundo lugar en 1953 (40-35); así como un tercer lugar en 1954 (41-38) fueron los resultados que entregó el cubano a la directiva y a la afición regiomontana.
Durante los inviernos, Salazar siguió jugando para la Liga Cubana, ya sea con los Tigres de Marianao o para los Alacranes de Almendares, ganando el banderín con éste último en la campaña de 1946-47, temporada que se vio marcada por el nacimiento de una nueva liga en Cuba – la National Baseball Federation, creada para recibir a peloteros cubanos y americanos que no hubiesen desafiado la orden de ‘Happy’ Chandler de rechazar la invitación de Jorge Pasquel para jugar en México –. Salazar fue un éxito inmediato en Valencia, Venezuela, después de que los Navegantes ganaran dos campeonatos consecutivos en las primeras dos temporadas del cubano al mando (1949-50 y 1950-51). Un tercer campeonato llegaría en la temporada de 1954-55, cuando el equipo, sumido en el sótano, contrató a Salazar en medio del torneo.
El 26 de agosto de 1956, Salazar cambia el curso en México y su mano mágica lleva a los Diablos Rojos a la conquista de su primer gallardete, tras dejar fuera de la contienda a los Leones de Yucatán. Grandes recuerdos dejó esa temporada en la que Alonso Perry bateó para .392, con 28 jonrones y 118 carreras remolcadas, siendo acreedor de la triple corona de bateo. Por su parte, ‘Panchillo’ Ramírez brilló desde la loma con récord de 20 victorias por 3 derrotas y efectividad de 2.25. Salazar logró dirigir al joven lanzador con sensatez, convirtiendo a ‘Panchillo’ en el rey del pitcheo de esa temporada.
Salazar regresó al México en 1957, pero la tragedia tocó a su puerta un 25 de abril en el famoso Parque del Seguro Social – antes Delta –. Estando en el dugout de los Diablos Rojos durante un juego con el Monterrey, Salazar cayó al suelo, murmurando: “¡Cayeron dos outs, ganamos!”. Fue enviado de inmediato al hospital, pero a las 3:45 pm del siguiente día, el gran estratega cubano habría de perder la vida a causa de una hemorragia cerebral a la edad de 45 años. Años después se supo que Salazar había firmado para regresar a Cuba como manager del Almendares en esa misma temporada de 1957. Lamentablemente, su gran sueño de dirigir a esta novena cubana jamás se concretó.
México estuvo en shock después de enterarse de su fallecimiento. Los Diablos Rojos cancelaron 2 juegos en respeto a su memoria y el 25 de mayo, México retiró oficialmente su número (el 17, hoy retirado de todos los equipos de béisbol profesional mexicano). De su muerte, el legendario periodista Alejandro Aguilar Reyes ‘Fray Nano’ escribiría: “Lázaro Salazar, el manager beisbolero de más éxito que ha operado en nuestro país, uno de los grandes extranjeros cuya influencia puede juzgarse como la máxima para el desarrollo y mejoría del beisbol en México… ha pasado a mejor vida.”
“El inicio del gran viaje fue el escenario indicado para él: el majestuoso Parque del Seguro Social, el cual como es sabido, se encuentra en el mismo terreno en que por más de treinta años estuvo el Parque Delta, lugar en el que el finado hizo su presentación en esta metrópoli el año de 1938”. “… Ahí, en el mismo [sitio] que fue teatro de muchísimas de sus grandes hazañas… se le presentó la implacable parca. Tuvo los primeros indicios en el juego de antenoche, durante la primera parte de la séptima entrada cuando Monterrey […], abrió la anotación del encuentro con una. Salazar ya no salió a la caja de coach de tercera base, como siempre lo hacía cuando el México fue a batear el cierre de ese turno”.
“El gigantesco inicialista del México, Perry, salió en lugar de él para dirigir a los corredores. Eso llamó la atención de muchos aficionados, pero cuán lejos estuvieron de imaginar que se había iniciado la marcha para el viaje del cual nunca se vuelve, del que fuera estrella de estrellas, superjugador y supermánager, al mismo tiempo que finísima persona, correctísimo en todos sus actos dentro y fuera del terreno, y gran amigo.” “… Al siguiente episodio – octavo –, el Monterrey hizo un rally de cuatro carreras que Salazar ya no vio. El mareo de una entrada antes se había convertido en una notoria hemorragia cerebral. Ya no se daba cuenta de nada y su estado era más grave a cada momento, siendo atendido por varios médicos, entre ellos el del club, Dr. Roberto Peláez.”
“Es posible que ni siquiera se haya dado cuenta de la carrera que su antiguo club hizo en la séptima entrada y se haya ido con la visión del cerrado empate a cero que prevalecía hasta iniciarse la séptima, pues una vez que perdió el sentido, ya nunca lo recobró. Don Héctor Peralta, presidente del México, ordenó lo transladaran a la Central Médica, donde lo [atendieron] los doctores Leopoldo Gatica, Manuel Velasco Suárez y Jorge Moreno, siempre estando junto a él por lo menos uno de ellos. Todo fue inútil. Las punciones cerebrales no dieron ningún resultado y a las 15:45 horas de la tarde de un día antes, [Salazar] entregó su alma al Gran Umpire”.
Lázaro Salazar dejó un gran legado en su corta vida. Fue una de las primeras estrellas que vinieron del extranjero a la Liga Mexicana. Zurdo para tirar y batear, su extraordinaria habilidad para jugar y sus dotes de caballero dentro y fuera de los diamantes hicieron que el cubano pronto se ganara la admiración y el cariño de los aficionados. Fue un distinguido pitcher y primer base, pero hoy es mucho más recordado por sus cualidades como manager-jugador, tras obtener siete galardones en su paso por el tradicional circuito mexicano, estableciendo un récord que sigue vigente hasta nuestros días. Ingresó al Salón de la Fama del Béisbol mexicano en el año de 1964, al Cubano en 1954 y al Venezolano en 2010. Salazar fue manager del Monterrey por 13 temporadas (1942-1954), ganando cuatro campeonatos – y siendo tres de ellos consecutivos –, mientras que al bat, se distinguió por su porcentaje de .363 en 1942, .379 en 1944 y .314 en 1952 a la edad de 41 años.
Su placa en el Salón de la Fama con sede en Monterrey dice: “El mejor manager que ha habido en México. El primero en conquistar siete campeonatos”. La vida del gran Lázaro Salazar quizás haya sido breve, pero su recuerdo perdurará en la memoria de la afición por siempre.
RESULTADOS DE LÁZARO SALAZAR EN LA LIGA MEXICANA DE BÉISBOL:
AÑO | EQUIPO | POSICIÓN | RÉCORD |
1938 | Córdoba | Cuarto Lugar | 08-05 |
1939 | Córdoba | Campeón | 46-12 |
1941 | Veracruz | Campeón | 68-35 |
1942 | Monterrey | Segundo Lugar | 46-41 |
1943 | Monterrey | Campeón | 53-37 |
1944 | Monterrey | Segundo Lugar | 51-39 |
1945 | Monterrey | Segundo Lugar | 48-42 |
1946 | Monterrey | Quinto Lugar | 48-49 |
1947 | Monterrey | Campeón | 70-47 |
1948 | Monterrey | Campeón | 51-35 |
1949 | Monterrey | Campeón | 53-33 |
1950 | Monterrey | Tercer Lugar | 49-37 |
1951 | Monterrey | Segundo Lugar | 42-42 |
1952 | Monterrey | Sexto Lugar | 36-54 |
1953 | Monterrey | Segundo Lugar | 40-35 |
1954 | Monterrey | Tercer Lugar | 41-38 |
1956 | México | Campeón | 83-37 |
1957 | México | — | 04-04 |
TOTAL | 7 Campeonatos | 839-621 |