De la Pluma del Gral. de Div. A.L. Rodríguez
¿Por qué será que las personas más tenaces provienen siempre de muy pobres orígenes? El chico nació en el seno de una familia muy humilde en el puerto de Guaymas un 12 de mayo de 1889. De joven llegó a cursar hasta el cuarto grado de educación primaria, tratando de ganar sustento para su familia en una ferretería, en una mina de cobre y hasta como beisbolista. Pero su destino no era – como en el caso de todos aquellos de quienes hemos hablado en espacio – convertirse en una leyenda de este deporte. Su destino era ser Gobernador de dos Estados de la República y, por si esto fuera poco, también Presidente de México.
Se unió a la Revolución Mexicana en 1913, ascendiendo a Coronel tres años más tarde. Fue durante esta tumultuosa década que apoyó con su firma al Plan de Agua Prieta, promulgado por la facción sonorense de Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles en rebelión al gobierno de Venustiano Carranza – a quien derrocaron y asesinaron un 21 de mayo de 1920 –. Concluído el conflicto bélico, se convirtió en 1923 en Gobernador de Baja California, cargo que ejerció hasta 1929. Siendo Pascual Ortiz Rubio Presidente de Mexico (1930-1932), el otrora Gobernador se desempeñó en dos cargos en el gabinete de éste.
A manera de protesta por el intervencionismo del ex-presidente Plutarco Elías Calles – quien fuera llamado “Jefe Máximo de la Revolución” y quien ejerció el poder de facto de 1928 a 1934 –, Ortiz Rubio renuncia a la Presidencia de la República. Designa entonces como su sucesor al militar convertido en hábil político y protagonista de esta entrega en Primer Bat, Abelardo L. Rodríguez. El guaymense asumió funciones del 04 de septiembre de 1932 hasta el 30 de noviembre de 1934. Sin temblarle la mano, el nuevo presidente se opuso firmemente al influyentismo de Calles durante su breve mandato… aunque no triunfó del todo.
Al término de su presidencia interina, A. L. Rodríguez hizo un paréntesis en su carrera política, mismo que se extendió por 9 años y que finalizó al convertirse en Gobernador de Sonora (1943-1948). Siendo regente de este estado, apoyó a los empresarios Fernando M. Ortíz, Juan Chávez Echegoyén y Florencio Zaragoza en la creación de los dos clubes de béisbol representantes de Sonora en la primera temporada de la novel Liga de la Costa del Pacífico (1945-1946). En agradecimiento, su ciudad natal nombra en su honor un 13 de julio de 1945 al legendario estadio que fuera durante décadas la casa de los Ostioneros de Guaymas.
Estrecha fue la relación del político y militar sonorense con la dirigencia de la naciente liga de béisbol en el pacífico mexicano. Sin embargo, dicha relación también tuvo sus altibajos, como aquel descontento ocurrido durante la séptima serie de la primera temporada de este circuito invernal, en la que los Venados de Mazatlán visitaron a Hermosillo en la Casa del Pueblo. En el primer encuentro, celebrado el sábado 08 de diciembre de 1945, Hermosillo parecía tener la victoria en el bolsillo, pues justo en la primera entrada, el equipo anfitrión castigó a los porteños con marcador de 6 carreras por 0.
Sin embargo, la ofensiva de Mazatlán, a cargo del cubano Manolo Fortes, contraatacó con tal fiereza que para la quinta entrada, el partido ya estaba empatado a 7 carreras. En el octavo capítulo, Hermosillo logró desempatar el juego con un triple de Vargas, pero otro triple de Manuel Magallón por Mazatlán en la parte alta de la novena entrada hizo llegar a Daniel Ríos y al mismo Magallón al home plate para decidir el partido en un emocionante 12 a 10. Lamentable derrota para Hermosillo, quienes a pesar de haber llenado las bases sin out en la novena entrada, se quedaron ahí sin poder anotar.
En el segundo juego, los aficionados se deleitaron con un duelo de diez entradas entre Bob Lemon y Guadalupe Ríos, resultando ganador este último con marcador de 3-2. El tercer desafío fue tan épico que merece su propia columna, por lo que hoy nos limitaremos a decir que en el octavo inning, el manager Manolo Fortes fue expulsado al discutir violentamente una jugada con el umpire, a quien incluso intentó agredir a golpes. Se armó tal zafarrancho en la Casa del Pueblo, que Fortes terminó en la Comandancia de la Policía y con una multa de 50 pesos de los de antes.
Tan fuerte fue el conflicto suscitado en la Casa del Pueblo, que acabó llegando a oídos del Gobernador del Estado, mismo que reaccionó escribiendo una carta de su puño y letra al Sr. Juan Chávez Echegoyén, Presidente del Club de Hermosillo. En dicha carta, el General ponía en manifiesto su disgusto al notar que “últimamente se ha venido viendo en los juegos de la Liga del Pacífico una absoluta negación [del espíritu deportivo] por parte de algunos de los jugadores y de los directores de distintos clubes”.
Ordenaba también a la directiva “permitir únicamente al ‘manager’ de cada club que discuta las decisiones o dificultades que se presenten con los ‘umpires’” así como designar como umpires “a individuos enteramente imparciales, procurando que éstos no sean de la localidad, para que, aún cuando sean intachablemente honrados, los jugadores no tengan prejuicios acerca de su imparcialidad”.
Terminó su misiva con una clara advertencia para Chávez Echegoyén: “Como Usted comprenderá, el público concurre al estadio para presenciar juegos de beisbol y no para ser testigo de disputas desagradables y molestas… En vista de lo anterior me permito manifestarle que, si desgraciadamente se da el caso de que vuelva a presentarse un incidente como el que ayer promovió uno de los jugadores de beisbol, mi Gobierno dejará de facilitar el Estadio de la Casa del Pueblo para esta clase de eventos… Sin otro particular, me repito de Usted afectísimo amigo y atento servidor, Gral. de Div. A.L. Rodríguez.”
Fuertes palabras del político amante del béisbol para el club representante de la capital sonorense y que pusieron a temblar a su directiva.