Me dicen ‘El Siete Leguas’

Aunque Dick Hall pasó 19 temporadas como un competente pitcher en Grandes Ligas, su nombre en los Estados Unidos no es muy conocido hoy en día ni mucho menos vitoreado. De hecho, en sus inicios, sus propios compañeros lo apodaban indecorosamente ‘Turkey’ (pavo), por la curiosa longitud de su cuello. No obstante, en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, las cosas serían muy distintas. El gigante de 1.98 metros de altura brillaría con tal intensidad, que el Club de los Venados decidió retirar para siempre su número (9) en merecido homenaje.

Siete Leguas

El día en que se unió a unos bandoleros, el humilde José Doroteo Arango dejó de existir para para convertirse en ‘Pancho Villa’. El forajido, conocido por repartir entre los pobres una parte de lo que se robaba, se puso a la orden de Francisco I. Madero al estallido de la Revolución Mexicana. Resultando victorioso en varias batallas contra el gobierno de Porfirio Díaz, tomó el control de Chihuahua, llegando incluso a ser gobernador del Estado. Al lado de su escolta personal, Los Dorados, ganó importantes campañas militares.

El Centauro del Norte era también un buen jinete. Su corcel, capaz de recorrer grandes distancias, era conocido por su fortaleza, resistencia y fidelidad. Mientras un caballo promedio recorre hasta 30 kilómetros en un día, el de Villa podía galopar de 38 a 42 kilómetros de un jalón. Estando en conflicto con los Estados Unidos, en una ocasión Villa se vio obligado a refugiarse en un pueblo ubicado a unos 34 kilómetros de donde se encontraba. Mientras parte de su contingente tuvo que detenerse para que descansaran sus cuacos, el equino de Villa llegó hasta su destino, haciéndose acreedor del nombre con el que hoy se le conoce: Siete Leguas.

Fue el mismo Procopio ‘Bobby’ Herrera – su colega en Mazatlán – quien le pondría el nombre del corcel de Villa al americano Dick Hall. “(Yo) Tenía un andar suave cuando corría”, explicó Hall a la prensa americana. Los fanáticos mazatlecos de la época, cantando la famosa canción del equino inmortalizada por grandes como Libertad Lamarque y Pedro Infante, se maravillaban de la altura, las largas piernas y del firme paso de Hall, gritándole con alegría: ¡Hola, Siete Leguas!”, a lo cual Hall respondía con la gran sencillez que lo caracterizaba.

Un atleta multifacético

Richard Wallace Hall, nacido en St. Louis, Missouri un 27 de septiembre de 1930, era reconocido como un atleta en la más extensa definición de la palabra. Estudiando en el Swarthmore College, Pennsylvania, desarrolló un talento para el football, basketball, soccer, atletismo y por supuesto, para el baseball. En 1951 recibió una oferta de Branch Rickey, Jr. por $5,000 USD por las temporadas de 1952 y 1953, mas un bono de $16,000 USD por cuatro años para firmar con los Piratas de Pittsburgh, siendo invitado para el Spring Training en 1952.

Mientras en la universidad jugaba como jardinero y pitcher, bajo la batuta del legendario Branch Rickey, los Piratas colocaron al gigante en la primera base. No obstante, antes del último juego de la temporada de exhibición, Rickey lo cambió a tercera base. Nunca había jugado ahí, pero tres días más tarde los Piratas abrieron la temporada con Hall como titular. No obstante, un mes más tarde, el americano fue enviado a Burlington (Clase B), jugando como shortstop, pues su bateo con los Piratas llegó a .138 con 17 ponches en 80 veces al bat.

En 1953, Hall comenzó la temporada con Burlington, siendo transferido a Waco, Texas (Clase B), donde bateó para .246, lo que le bastó para ser llamado a los Piratas en septiembre. Ahí conectó 7 sencillos en 24 veces al bat. En 1953, el americano llegó a La Habana para el Spring Training de esa temporada, donde Hall tuvo también la oportunidad de practicar su Español. En ese momento, Carlos Bernier (Puerto Rico) y Felipe Montemayor (México) eran los únicos hispanohablantes de los Piratas.

Dick Hall llega a Mazatlán

Para 1953, Hall seguía sin poder batear. Por esta razón, Rickey tomó la decisión de enviarlo al bésbol invernal. Fue así como los Piratas lo hicieron empacar sus maletas para Mazatlán, Sinaloa para mejorar su bateo en la fuerte Liga de la Costa del Pacífico, que en la temporada de 1953-54 contaba con sólo 6 equipos y un calendario de 80 juegos. Ahí alineó con Felipe Montemayor, José Zacatillo Guerrero, Eddie ‘Pecas’ Serrano, Barney Serrell, Ángel Castro, Epitacio ‘La Mala’ Torres, Ray Zonta, Lino Donoso, Pisi Martínez, Daniel ‘Coyota’ Ríos y Procopio Herrera, en la gran época de ‘Memo’ Garibay como timonel del equipo.

La temporada comenzó el 8 de octubre y terminó el 14 de febrero de 1954. El joven de 23 años causó gran impresión en el club, pues resultó campeón jonronero de la temporada (20) – anotando tres de ellos en un partido contra Navojoa –, con Montemayor (18) y Castro (14) siguiéndole los talones. En total, el equipo acumuló 76 cuadrangulares, borrando la anterior marca de los Cañeros de Los Mochis (63). Sin disputar una serie final, Mazatlán estuvo a punto de perder el campeonato en la última serie contra Hermosillo, pues Navojoa estaba a sólo dos juegos del primer sitio. No obstante, mientras que los Mayos limpiaron a Culiacán (7-2, 8-6, 5-1 y 5-1), Mazatlán se escapó con el título al doblegar a Hermosillo en tres juegos (6-1, 12-3 y 8-1), sin duda gracias al pitcheo de Procopio Herrera.

Naturalmente, Hall regresó a Mazatlán en el invierno de 1954. Ahí ayudó al equipo a ganar su tercer título consecutivo en la Liga de la Costa, así como el Campeonato del Béisbol Invernal en su primera edición, al imponerse con 3 juegos a 1 sobre el campeón de la Liga Invernal Veracruzana, los Petroleros de Poza Rica. La temporada de 1955-56 fue terrible para los Venados – terminaron en último lugar a 10 juegos del campeón Culiacán – y la de 1956-57 no contó con la presencia de Hall. En la última temporada de la Liga de la Costa (1957-58), los Venados conquistaron por última vez el campeonato, con Hall contribuyendo desde el montículo como líder en efectividad (1.20), lanzando un juego de un solo hit y ayudando al equipo a ganarle nuevamente a Poza Rica (4 juegos a 2) en la cuarta edición del Campeonato del Béisbol Invernal el 10 de febrero de 1958.

Hall disfrutó su tiempo en el puerto sinaloense. Pasaba sus ratos libres jugando béisbol con peloteros locales en los campos que se encontraban detrás del Hotel de Cima en Mazatlán. Él mismo compartiría con los medios: “No puedo decir lo suficiente sobre México y su gente. Jugar a la pelota allí era un paraíso. Cuatro partidos por semana en un paraíso semitropical: ¿cómo podrías superarlo?”.

Rápidamente, Hall se convirtió en uno de los ídolos de la juventud de la época. Según recuerda el destacado periodista Bernabé López Padilla, cuando su padre lo puso a trabajar como ‘bolero’ en su natal Los Mochis, Hall se dirigió a él diciendo: “tú boy, shine mis spikes bien, eh, yo pagar bien.” Al entregarle sus spikes – que eran, por cierto de 15 pulgadas de largo –, el americano le obsequió una gorra de los Piratas de Pittsburgh. Esa misma tarde, López lo esperó a las afueras del Estadio Mochis para saludarlo. Hall, bajando del autobús del equipo, lo vio y lo tomó de la mano, llevándolo con él para que se sentara a ver el juego.  

En la Perla del Pacífico, Hall encontró al amor de su vida. Una noche de domingo en Mazatlán, su colega Ron Kline estaba bailando con una bella señorita en un salón del puerto. Kline le pidió a Hall llevarla a su casa, pues éste no sabía hablar Español. Se trataba de María Elena Nieto – la madrina del club de los Venados –, a quien le propuso matrimonio el 20 de noviembre y con quien se casaría en la Catedral de Mazatlán el 31 de diciembre de 1955. Con ella procreó tres hijas y un varón, siendo éste un destacado pelotero amateur.  

El nacimiento de un Pitcher

Fue también en Mazatlán que Hall encontró su llamado como pitcher. A pesar de haber debutado con los Venados como jardinero, Hall comenzó a lanzar en el invierno de 1954. Según comentó en entrevista en 1970, él mismo le dio el crédito a ‘Memo’ Garibay por ayudarlo a encontrar su futuro lugar en Grandes Ligas.

“En el invierno de 1954-55, el Sr. Rickey me envió a México… para trabajar en mi bateo, y le dije a Memo que había pitcheado algo en la universidad y que podía ayudar en caso de apuro. Un día tuvimos un aprieto y él me llamó desde el jardín central. Creo que lancé dos entradas en blanco y terminé ganando el juego. Memo dijo: ‘Creo que tu futuro está en el montículo’.”  Fue así como, según relata López Padilla, Hall aprendió los secretos del montículo de mano de Daniel Ríos y Lino Donoso.

Y muy oportuno fue el desarrollo de ese talento. Mientras los Piratas ya lo habían descartado como bateador – su promedio fue de .167 en 1953 y .239 en 1954 –, Hall lanzó en 1955 para los Lincoln Chiefs con marca de 12-5, 16 juegos completos y con efectividad de 2.24. Ganó su primer juego con los Piratas con pizarra de 12-5 sobre los Cachorros de Chicago en el Forbes Field, aunque cerró la temporada con 15 juegos y récord de 6-6 (3.91). En 1957 se convirtió en pitcher de tiempo completo, pero, tras una lesión, pasó la mayor parte de la temporada en Columbus. Una hepatitis lo separó de la temporada de 1958. Regresó en 1959 a la Pacific Coast League con los Salt Lake City Bees, ganando 18 juegos – lo cual lo convirtió en el Jugador Más Valioso de la Liga –. Por esta razón fue llamado de vuelta a Pittsburgh en septiembre.

En 1959, los Piratas de Pittsburgh lo cambian a los Kansas City Athletics de la Liga Americana. Ahí fue titular en 28 juegos, teniendo marca de 8-13 y efectividad de 4.05. Luego siguió su paso a los Orioles de Baltimore en 1961, donde se convirtió en relevista, teniendo su mejor temporada en 1964 al lanzar 87 2/3 entradas con efectividad de 1.85. De sus lanzamientos, sus compañeros comentarían: “Hall tiene uno de los movimientos de lanzamiento más extraños y menos atractivos de las ligas mayores, un curioso enredo y giro que termina con un pequeño y abrupto movimiento del brazo. Tiene un aspecto horrible cuando lanza, pero es un competidor eficaz. Sin uniforme, apacible, tranquilo, tímido, calvo, parece y actúa más como un instructor de análisis cualitativo que como un atleta.”

Relevista en dos Series Mundiales

Hall ayudó a los Orioles a ganar la Serie Mundial de 1966 y 1970, así como el banderín de la Liga Americana en 1969 y 1971. Hizo un paréntesis de dos temporadas con los Phillies de Philadelphia, teniendo un año estelar con ellos en 1967 – 10 victorias, 9 salvamientos y 2.20 de efectividad –. Regresó a Baltimore en 1969 como el primer lanzador en registrar una victoria en la Serie de Campeonato de la Liga en 1969, terminando su carrera como el jugador de mayor edad de la Liga Americana en las temporadas de 1970 y 1971.

Tras su retiro, Hall se dedicó de tiempo completo a la contaduría hasta 2001. En retribución por sus contribuciones al equipo, la directiva del club de Baltimore lo eligió para el Salón de la Fama de los Orioles en 1989.

Tristemente, la vida del famoso ‘Siete Leguas’ llegó a su fin el pasado 18 de junio de 2023 a la edad de 92 años. No obstante, la gente beisbolera de la vieja escuela en Mazatlán aún lo recuerda con mucho cariño no sólo por sus talentos, sino también por su don de gente y caballerosidad.