La Carrera de Armas – Torres vs. Bejerano

1947. Año en el que un objeto volador no identificado se estrella en un rancho en Roswell, Nuevo México – dando origen a una de las teorías de conspiración más conocidas en todo el mundo –; en el que los Estados Unidos votan a favor de la creación del Estado de Israel – desatando con ello décadas de conflictos armados con los países vecinos árabes –; en el que India y Pakistán ganan su independencia de Gran Bretaña – después de haber sido explotados por más de 200 años –; en el que Chuck Yeager se convierte en la primera persona en romper la barrera del sonido a bordo del cohete Bell X; así como el año en el que Jackie Robinson rompe la barrera del color, al ser el primer afroamericano en integrarse a un equipo de Grandes Ligas – ganando ese año, dicho sea de paso, el título del Novato del Año –.

Mientras en diversas partes del mundo se rompen toda clase de ataduras y barreras que anteriormente parecían imposibles, en México, dos ilustres hombres se encuentran muy cerca de romper otra barrera creída también impenetrable: la de los 1,000 hits anotados en el béisbol de verano de más alto nivel en el país.   

Corre la temporada número 23 de la Liga Mexicana de Béisbol. A primera vista parece un partido cualquiera del rol regular de juegos, pero en realidad, los aficionados reunidos en las gradas del antiguo Parque Delta de la Calzada de la Piedad están a punto de presenciar un momento muy especial en la historia de este deporte.

Todas las de ganar tiene el legendario toletero cubano, Agustín Bejerano. Nacido en Manzanillo, Cuba, un 16 de mayo de 1909, Bejerano debutó en la Liga Mexicana con el Águila en 1937, bateando para un impresionante .404. Un pelotero consistente en todos los rubros, Bejerano hizo historia tras batear arriba de .300 para equipos como el Córdoba (1938-39), el Veracruz (1941-1944) y el Nuevo Laredo (1945-46). En 1947 llega a cubrir la posición de jardinero central de los antiguos Industriales de Monterrey, registrando para el 12 de septiembre de ese año la impresionante cantidad de 999 imparables.

El legendario jardinero derecho de los Industriales, Epitacio ‘La Mala’ Torres es un hombre que no necesita introducción. Novato del Año en 1939, Torres es recordado no sólo por sus nueve Guantes de Oro como jardinero derecho o por sus 13 apariciones en el Juego de Estrellas (1943-45, 1947-49, 1951-55 y 1956), sino también por batear arriba de .300 durante 8 temporadas de la Liga Mexicana de Béisbol. Para septiembre de 1947, el joven ícono del Monterrey ya había acumulado 997 imparables – sólo 2 menos que su compañero de equipo, ‘El Pijini’ Bejerano –.

En esta noche septembrina de hace tantos ayeres, hay un obstáculo que separa a ambos hombres de esta importante marca. Abriendo para los Diablos Rojos del México, el americano Fred Martin, ex-estrella de los Cardenales de San Luis – quien en esa temporada lanzó para 16-9 con efectividad de 3.05–, es el contrincante de ambos desde la loma de los disparos. Cuidando su retaguardia se encuentran estrellas de la talla de Raymond ‘Mamerto’ Dandridge, Edward Stone, Roberto Ortiz, ‘Wild Bill’ Wright, Theolic Smith, entre otros.

Se canta el ‘Pleybol’ en el Parque Delta. Agustín Bejerano, primer bat del Monterrey, se dirige a asumir su lugar en la goma. El público recibe al hombre más cercano al millar de hits con una ovación tan fuerte, que hace retumbar al recinto. Lanza Martin una bola ligeramente fuera de la zona, cayendo el primer strike. Ésta es seguida por una recta que se estrella en el guante del catcher, llegando el segundo. Martin remata con un disparo indescifrable, mismo que envía al ‘Pijini’ en blanco de vuelta al dugout.

Llega la tercera entrada y el ilustre hijo de Villaldama, Nuevo León hace su primera aparición al bat. Recibe de igual forma una fuerte ovación por parte de los ahí presentes. Torres responde el gentil gesto con una línea seca que resulta imparable. Con este disparo, el mexicano reduce la brecha entre Bejerano y él a un solo hit.

Bejerano regresa en la sexta entrada con un batazo tan contundente, que los mismos aficionados, ansiosos, se levantan entusiasmados de sus asientos. No obstante, de la nada aparece la figura de ‘Mamerto’ Dandridge, quien, lanzándose al terreno de juego y estirando su guante, se queda con la esférica para robarle un indiscutible a Bejerano, permitiendo a ‘La Mala’ seguir en la pelea.

En esa misma entrada, y con todo el equipo del Monterrey respondiendo al bat, regresa Torres por más. Alentado por el público, el toletero espera el lanzamiento adecuado… y anota con singular certeza el hit que empata a ambos destacados atletas.

Llega la octava entrada. ‘El Hombre de los Pies Alados’, Bejerano regresa al bat. Sin embargo, y para su desfortunio, el cubano continúa sin poder descifrar los lanzamientos de Fred Martin, yéndose de nueva cuenta en cero. Las cosas no pintan bien para el toletero.

Es el turno de ‘La Mala’ Torres en esa misma entrada. Con esa estoica quietud que lo caracteriza, se acerca al plato. Fred Martin estudia con cuidado las señas hechas por el afamado receptor Carlos Colás. El americano reflexiona detenidamente, asiente con la cabeza, se impulsa frenéticamente y al primer lanzamiento… Epitacio suelta un swing a medio vapor. De su bat sale una línea seca, potente, tan rápida, que no puede ser detenida por el veloz jardinero de los Diablos Rojos del México.

El público capitalino, en éxtasis, aplaude, grita y se emociona al presenciar el momento histórico como si se tratara un jugador local quien hubiera realizado la inconcebible hazaña: ¡el hit número mil en la Liga Mexicana de Béisbol!

Para enmarcar para siempre ese momento, el juego se detiene para hacer entrega a Torres de la pelota con la cual él realiza la sensacional proeza. La carrera de armas del año de 1947 ha terminado, surgiendo Torres como su vencedor supremo.

Al cierre de la temporada, el Monterrey, dirigido por el inigualable Lázaro Salazar, se corona campeón por segunda vez – siendo éste el primero de los 3 campeonatos al hilo conquistados por el club –, mientras que Torres cierra su novena temporada en la Liga Mexicana con récord de 1,032 hits. Por su parte, el toletero cubano, Agustín Bejerano, no se queda cruzado de brazos, registrando 1,026 imparables al final de esa memorable temporada.

Sin embargo, ni en la memoria de los pueblos ni en los anales de la historia hay cabida para los segundos lugares, por lo que Torres cimenta en esta temporada y para siempre su justo lugar entre los mejores del béisbol mexicano de todos los tiempos. 


Epitacio ‘Mala’ Torres, primer jugador en producir 1,000 hits en la historia de la Liga Mexicana de Béisbol.