«Toma la Pelota y Haz lo Que Puedas»
Era un 9 de abril, día del juego inaugural de la temporada de 1981. Los Dodgers hacían frente a los Houston Astros en el Dodger Stadium, ante la presencia de 50,500 aficionados.
En uno de esos momentos que nunca nadie hubiera anticipado, los Dodgers se encontraban sin un pitcher abridor para el juego inaugural. Jerry Reuss, el lanzador estrella de Los Angeles, se reportó incapacitado esa noche debido a una lesión en la pantorilla, ocurrida el día anterior. El abridor número dos, Burt Hooten acababa de someterse a un procedimiento para extraerse una uña encarnada, por lo que tampoco podía lanzar esa noche. El tercer hombre en la rotación de los Dodgers, Bob Welch, aún se recuperaba de un espolón óseo en el codo derecho, mientras que Dave Goltz y Rick Sutcliffe estaban fuera por problemas de salud.
Sin tener otra opción, el mánager del equipo, Tommy Lasorda, se acercó al novato de origen mexicano en su roster. Le entregó la pelota en la mano y a través del intérprete le informó: “Toma la pelota y haz lo que puedas.”
El principiante, un completo desconocido de solo 20 años de edad, recién se había unido a la organización de los Dodgers en septiembre del año anterior. Sin gran fanfarria, el joven procedió a lanzar un juego casi impecable, incitando a los bateadores de los Astros a que conectaran rodados o sencillos ocasionales, pero sin permitir ni una sola carrera. Cerró el juego con ponche a Dave Roberts, completando una blanqueada de cinco hits para una victoria para Los Angeles por 2-0. La afición, emocionada pero al mismo tiempo sin saber cómo responder a la clase de juego que habían visto, lo despidió con una ovación de pie. A partir de ese momento, el mundo del béisbol comenzó a conocer el nombre de Fernando Valenzuela.
Fernando Valenzuela es uno de los nombres más reconocidos en la historia moderna del béisbol de Grandes Ligas. Ésto no solo por su grandes hazañas o por su dominio en el montículo, sino también por el innegable impacto que dejó en este deporte, especialmente en la comunidad latina de los Estados Unidos. Conocido por su peculiar estilo de pitcheo, en el cual miraba hacia los cielos antes de hacer su lanzamiento, Fernando Valenzuela no solo cambió la historia de los Dodgers de Los Angeles, sino que también marcó un antes y un después en el proceso de integración de atletas de origen latinoamericano en el béisbol profesional de los Estados Unidos.
LOS PRIMEROS AÑOS
Fernando Valenzuela nació el 1 de noviembre de 1960 en Etchohuaquila, una ranchería de municipio de Navojoa, en Sonora, México. Fue el más joven en una familia de 12 hijos. Su padre, Avelino Valenzuela, y su madre, Hermenegilda Anguamea eran campesinos, viviendo una vida difícil con recursos económicos muy escasos.
En el área rural donde Fernando creció, las principales actividades recreativas eran los deportes, siendo el béisbol el más popular, como lo es en todo el Estado de Sonora. Desde su infancia, Valenzuela se dio a conocer por su habilidad para lanzar. A los 14 años, Fernando comenzó a destacar con equipos locales, lanzando en juegos amateur y mostrando un gran control sobre su pelota.
Ya para los 17 años, Fernando había comenzado su carrera profesional en México al ser firmado por los Cafeteros de Tepic en la Liga Invernal del Noroeste. Debutó en el Parque Gilberto Flores Muñoz en el año de 1977, en un juego contra los Pureros de Compostela.
Destacó rápidamente en esta Liga, razón por la cual llamó la atención de los Tuzos de Silao, mismos que le ofrecieron un contrato profesional por 250 dólares para jugar en la Liga Central de México. En su temporada con los Tuzos, Valenzuela tuvo un récord de 5 ganados y 6 perdidos, con un promedio de carreras limpias de 2.23, siendo líder de ponches con 91.
En el invierno, no tardó mucho para que Fernando llegara a jugar con la franquicia sonorense de los Mayos de Navojoa en la Liga Mexicana del Pacífico, quienes también le ofrecieron un contrato profesional. Con este club, Valenzuela se convertiría en líder de ponches con 154 en la temporada de 1980-81, mientras que un año más tarde lanzaría con ellos un juego sin hit ni carrera.
Con la Liga Central siendo integrada a la Liga Mexicana de Béisbol durante su etapa de expansión, Fernando llegó a los 18 años a Triple A. Fue así como Valenzuela se unió a los Ángeles de Puebla. Sin embargo, debido a su nutrido cuerpo de pitcheo, la directiva de Puebla no le dio cabida y lo envió a los Leones de Yucatán en calidad de préstamo. Con los Leones, Valenzuela terminó la temporada con marca de 10 ganados y 12 perdidos y con efectividad de 2.49, ganando el premio al Novato del Año de la Liga Mexicana de Béisbol en 1979.
Poco les duraron los servicios de Valenzuela a los Leones. Llamando la atención de del scout cubano “Corito” Varona, Fernando Valenzuela fue recomendado con el cazatalentos de los Dodgers de Los Angeles, Mike Brito. Casualmente, Brito había viajado a México para evaluar a un shortstop llamado Alí Uscanga en la Liga Mexicana de Béisbol. Valenzuela estaba lanzando en ese juego, y al ponchar a Uscanga, Brito volvió inmediatamente los ojos al pitcher sonorense. El cazatalentos cubano comentaría más tarde: “Olvidé todo acerca del shortstop y me dediqué el resto del juego a evaluar el desempeño de este pitcher zurdo.”
EL ASCENSO A GRANDES LIGAS
Gracias a Mike Brito, los Dodgers de Los Angeles firmaron a Fernando Valenzuela, comprando su contrato a la Liga Mexicana de Béisbol un 6 de julio de 1979 por 120,000 dólares. Para este tiempo, la reputación de Valenzuela comenzaba a repuntar, con Scott Osler del diario de Los Angeles Times comentando: “Valenzuela lanzó el segundo juego para Yucatán. No tira duro pero su mecánica es suave y tiene una curva devastadora.”
Bajo la organización de los Dodgers, Valenzuela fue enviado a los Lodi-Dodgers de la Liga California, donde tuvo récord de 1-2 y promedio de carreras limpias de 1.13 en una prueba de 3 juegos. Después de esta prueba, Fernando fue enviado a la Liga Instruccional de Arizona, donde conoció al lanzador méxico-americano, Roberto “Babo” Castillo, quien le enseñaría el lanzamiento que le daría fama y gloria: el screwball.
En 1980, Fernando pasó la mayor parte de la temporada con los San Antonio Dodgers, consiguiendo un récord de 13 victorias y 9 derrotas con efectividad de 3.10. Con ello, se convirtió en el líder de ponches de la Texas League con 162. De ahí pasó a Albuquerque en Triple A, franquicia desde la cual daría el gran salto a Grandes Ligas.
Valenzuela entró al equipo de los Dodgers de los Ángeles en los últimos meses de la temporada de 1980 como lanzador de relevo. Así, con solo 19 años de edad, el joven Fernando Valenzuela hizo su debut un 15 de Septiembre de 1980 ante los Atlanta Braves, lanzando dos entradas sin permitir ninguna carrera. Cuatro días después, ponchó a cuatro y registró tres entradas más sin permitir carreras contra los Cincinnati Reds.
Sobre su debut, el mismo Valenzuela comentaría años más tarde: “Tenía muchas ganas de ver cuál era la situación, de tener la experiencia de estar en un estadio de Grandes Ligas y enfrentar a bateadores de ese nivel. A veces no tenías esa oportunidad porque los lanzadores abridores lanzaban ocho entradas y luego tenías al cerrador… Esperé una semana, más o menos, y surgió la oportunidad. No eran nervios, sino anticipación, adrenalina, de estar ahí en el montículo en un estadio de Grandes Ligas.”
A pesar de ser el pitcher más joven del roster de Los Angeles, el mánager Tommy Lasorda comenzó a entregarle más reponsabilidades. Con ello, apareció en un total de 10 juegos en la temporada 1980, todos como relevista, sin permitir una sola carrera, lo que ayudó a los Dodgers a llegar a la pelea por el título de la División Oeste de la Liga Nacional ante los Houston Astros.
LA FERNANDOMANÍA
Los inicios de la Fernandomanía los relatamos al principio: debido a que sus mejores cartas para abrir el juego inaugural ante los Astros se encontraban incapacitadas, Tommy Lasorda tomó la decisión de poner al novato Valenzuela en el montículo aquel lejano 9 de Abril de 1981. Nadie podía anticipar que, con esta decisión de último momento, ni los Dodgers ni el ambiente de béisbol en el sur de California volverían jamás a ser los mismos.
Valenzuela comenzó la temporada blanqueando a Houston. Después de lanzar otro juego completo en su siguiente apertura contra San Francisco, el sonorense logró tres blanqueadas consecutivas, luego otro juego completo, seguido por otra blanqueada. Así, en sus primeras ocho aperturas en 1981, Valenzuela cosechó una marca de 8-0 con porcentaje de carreras limpias de 0.50.
Para un novato de 20 años de muy humildes orígenes y que no hablaba inglés con fluidez, su actuación habló más fuerte que cualquier idioma. Su estilo de lanzamiento poco ortodoxo, mirando hacia el cielo como pidiendo guía divina antes de desatar su devastador lanzamiento, dejó a los bateadores perplejos y a los fanáticos hipnotizados. Era como si Valenzuela hubiera entrado en contacto con algo de otro mundo, una fuerza mística de su tierra natal que canalizaba en cada lanzamiento.
Después de ganar sus primeros 4 juegos por blanqueada, Valenzuela regresó el 27 de abril a Los Angeles, siendo recibido como un héroe en el Dodger Stadium. Miles de fanáticos irrumpieron el recinto para darle la bienvenida a casa contra los San Francisco Giants, con muchos de los presentes ondeando banderas mexicanas. Los vendedores ambulantes ofrecían parafernalia de Fernando Valenzuela, bandas de mariachis tocaban música mexicana y los mexicano-estadounidenses se presentaban en masa para apoyarlo. “La demografía de los fanáticos del Dodger Stadium cambió en un mes”, recordó el cronista deportivo Peter Schmuck. “Era impresionante llegar al estacionamiento y pasar por las bandas de mariachis. Claro que antes los mexicano-estadounidenses venían a los juegos, pero no así.”
Valenzuela les dio lo que vinieron a ver, venciendo a los Giants 5-0 para asegurar su cuarta blanqueada y su quinta victoria consecutiva. “Webster no tiene palabras para definirlo”, expresó el segunda base de los Dodgers, Davy Lopes. “Él es el dueño de esta ciudad ahora mismo. Tiene derecho a todo este reconocimiento. Es un chico estupendo y un gran lanzador.”
Rápidamente la comunidad mexico-americana lo identificó como un símbolo de superación personal. Su aceptación llegó pronto, cuando una joven, de nombre Norma Echevarra, vestida con una camiseta con la inscripción “Valenzuela 34” corrió al campo rumbo al montículo, agarró los hombros de Valenzuela y lo besó en la mejilla derecha. Después, levantó los brazos en el aire y saltó de arriba a abajo en el montículo antes de ser escoltada por la seguridad del estadio. El beso de Echevarra fue un símbolo del reconocimiento y aceptación a Valenzuela de parte de la comunidad mexico-americana. Se convirtió, en palabras de Erik Sherman, en “una imagen duradera y un símbolo del amor y la adoración que millones de fanáticos mexicanos y otros latinos le otorgaban a su nuevo héroe.”
A partir de ese momento, Valenzuela se convirtió en un imán de taquilla para los Dodgers y para Grandes Ligas. En el Dodgers Stadium, atraía un promedio de 48,431 personas, mientras que todos los demás miembros del cuerpo de lanzadores atraían solo a 40,941. En sus juegos como visitante, tenía un promedio de asistencia de 32,273 personas, mientras que otros lanzadores de los Dodgers obtenían 14,292, una diferencia de 18,981 aficionados por juego. El veterano locutor de los Dodgers en español, Jaime Jarrín, recuerda esos días: “Realmente creo que no hay otro jugador en la historia de las Grandes Ligas que haya creado más nuevos fanáticos que Fernando Valenzuela. Sandy Koufax, Don Drysdale, Joe DiMaggio, incluso Babe Ruth no lo hicieron. Fernando convirtió a tanta gente de México, América Central y América del Sur en fanáticos. Creó interés en el béisbol entre personas a las que anteriormente no les importaba el béisbol.”
Fernando Valenzuela terminó la temporada regular con récord de 13 victorias y 7 derrotas y con efectividad de 2.48, ponchando a 180 bateadores. Ayudó a los Dodgers a derrotar a los Astros en la Serie Divisional y a los Expos en la Serie de Campeonato de la National League, cosechando un récord total de 2 victorias y 1 derrota en 4 juegos con efectividad de 1.91 y contribuyendo para que Los Angeles llegara a la Serie Mundial de 1981.
En el tercer juego de la Serie Mundial contra los New York Yankees, Valenzuela lanzó ante 56,236 fanáticos en el Dodger Stadium. El sonorense realizó 147 lanzamientos para llevar a los Dodgers a la victoria sobre los Yankees con pizarra de 5-4. Aunque tuvo muchas dificultades en el juego y estuvo a punto de ser retirado en más de una ocasión, Lasorda se mantuvo firme y lo dejó terminar el juego. “Fue el juego más difícil de mi carrera”, confesó Valenzuela tiempo después. Sobre este juego, el famoso Vin Scully expresaría en la radio: “No fue la mejor actuación de Fernando. Fue su más fina actuación.”
Los Dodgers derrotaron a New York en la Serie Mundial en 6 juegos, conquistando así el quinto título de la franquicia. Por su parte, Valenzuela ganó el premio al Novato del Año de la Liga Nacional y el premio Cy Young ese año, siendo ésta la primera vez en la historia en que un lanzador se llevara a casa ambos trofeos en la misma temporada. Hasta la fecha, ningún lanzador ha sido capaz de igualar tal hazaña.
A lo largo de la campaña de 1981, Valenzuela también apareció en la portada de Sports Illustrated con el título “IRREAL”, así como en portadas de otras revistas deportivas como The Sporting News y Baseball Digest.
LA ESTRELLA DE LOS DODGERS
Tras su éxito en 1981, Fernando Valenzuela se consolidó como uno de los mejores lanzadores de MLB. Durante la década de los 80, el sonorense continuó siendo una pieza clave para los Dodgers de Los Ángeles, participando en los Juegos de Estrellas desde 1981 hasta 1986 y manteniéndose como uno de los lanzadores más temidos de la National League.
En la temporada de 1982, “El Toro” regresó con fuerza, cosechando un récord de 19 ganados por 13 perdidos con efectividad de 2.87 en 37 juegos. Continuó su buena racha en 1983 con marca de 15-10 con efectividad de 3.75. Aunque tuvo una campaña difícil en 1984, cuando terminó con 12 victorias y 17 descalabros, en 1985 consiguió su mejor temporada en porcentaje de carreras limpias con 2.45, cerrando el año con récord de 17-10.
Una de sus mejores temporadas llegó en 1986, cuando “El Toro” embistió a sus oponentes con 21 ganados y 11 perdidos y con efectividad de 3.14. En el Juego de Estrellas de 1986, reemplazó a Dwight Gooden después de tres entradas y procedió a ponchar a Don Mattingly, Cal Ripken, Jesse Barfield, Lou Whitaker y Teddy Higuera, antes de que Kirby Puckett lograra un roletazo. Con esos cinco ponches consecutivos, Valenzuela igualó el récord establecido por Carl Hubbell en el Juego de Estrellas de 1934.
Valenzuela no solo fue uno de los mejores lanzadores de la Liga Nacional, sino también uno de los mejores pitchers bateadores. Ganó dos veces el Premio Silver Slugger, conectando 26 dobles y 10 jonrones en su carrera. “El Toro” no solo se desempeñó como pitcher, sino que también fue un jugador de posición. En 1982, Valenzuela jugó en los jardines y en 1989 actuó también como primera base.
No solo fueron los números los que definieron a Fernando Valenzuela. “El Toro” se convirtió también en un ícono para la comunidad latina en Los Angeles. En aquel joven de humildes orígenes que logró conquistar el pasatiempo nacional y con ello el sueño americano, la comunidad latina se sintió identificada y representada.
Para los inmigrantes mexicanos y sus familias, Fernando significó un ideal a seguir. Cada vez que subía al montículo, los abarrotados estadios vibraban con una vitalidad nunca antes vista en el béisbol. Fernando no solo era admirado por sus hazañas en el campo, sino también porque representaba las esperanzas, el orgullo y el deseo tácito de pertenecer que muchos inmigrantes latinos y sus familias sentían en ese momento. Y justo cuando su screwball dejaba a los bateadores confundidos, Valenzuela tejió una nueva narrativa en Los Ángeles, una ciudad que ahora está conectada para siempre al ritmo de la cultura latina.
Los comentaristas deportivos de la época se maravillaban con el brazo de hierro de Valenzuela. Sin embargo, muchos aún critican al mánager Tommy Lasorda por el sobreuso de su pitcher estrella, mismo al que empleó por lo menos en 250 entradas por temporada entre los años de 1982 a 1987. Para finales de la década, su brazo comenzó a mostrar signos de uso excesivo, y como resultado, su rendimiento a finales de los ochentas comenzó a mermar.
LA LONGEVIDAD Y LOS ALTIBAJOS EN LOS 90s
Para 1987, Fernando cerró la temporada con marca de 14-14 y efectividad de 3.98, mientras que en 1988 ganó solo 5 juegos, registrando 8 derrotas en 23 apariciones. En 1988, los Dodgers ganaron su sexto título de la Serie Mundial, pero Valenzuela no fue utilizado en la postemporada, con Orel Hershiser, Tim Belcher y Tim Leary llevando al equipo a la victoria desde el montículo. A finales de 1988 y principios de 1989, Fernando pasó por una mala racha de 19 aperturas consecutivas sin obtener una victoria, siendo ésta la más larga para un ganador del premio Cy Young.
No obstante, en 1990, el gran Toro daría una actuación magistral. La fecha fue el 29 de junio y Fernando estaba preparándose para salir al campo de juego. Unas horas antes del inicio del juego, Dave Stewart de los Oakland A’s logró un juego sin hit ni carrera. Estando en el bullpen, sus compañeros le informaron de la hazaña de Stewart, a lo que Valenzuela comentó, en tono de broma: “Bueno, ya vieron un juego sin hit ni carreras por televisión… ahora verán uno en vivo.”
“El Toro” cumplió con lo que vaticinó. Demostrando que aún tenía poder en su brazo, Valenzuela derrotó a los St. Louis Cardinals, impidiéndoles conectar un solo hit en una victoria para los Dodgers con pizarra de 6-0. Lanzó 119 veces, concediendo 3 bases por bola y repartiendo 7 ponches. Después de la hazaña, Vin Scully exclamó: “Si tiene usted un sombrero, ¡tírelo al cielo!”
Fernando lanzó con los Dodgers durante 11 temporadas, ganando 141 juegos y convirtiéndose en el octavo mejor pitcher de la franquicia. También fue llamado 6 veces al Juego de Estrellas, ganando el Cy Young en 1981 y terminando tercero en la votación en 1982 y segundo en 1986 cuando lideró la liga en victorias con 21. En cinco apariciones en el Juego de Estrellas, Valenzuela no permitió una carrera. Su récord general de postemporada fue de 5-1 con un promedio de carreras limpias de 1.98.
De 1981 a 1987, Fernando ganó más juegos que cualquier otro abridor de la Liga Nacional y tuvo la segunda mejor efectividad de los lanzadores de la Liga Nacional con 1,000 entradas durante ese período, terminando segundo detrás de Nolan Ryan. De hecho, Fernando ponchó a más bateadores que Ryan durante esos años, con 1,448 contra los 1,438 de Ryan. Fernando tuvo seis temporadas consecutivas de más de 250 entradas y podrían haber sido siete de no ser por la huelga de 1981. Dadas las tendencias actuales en el uso de lanzadores, es probable que Valenzuela sea el último lanzador que haya tenido seis temporadas consecutivas de 250 entradas y una temporada de 20 juegos completos.
Por si esto fuera poco, Fernando Valenzuela también fue un buen bateador. Su mejor año en el plato fue en 1990 cuando bateó .304 con cinco dobles, un jonrón y 11 carreras impulsadas en 69 turnos al bate.
Con todo y ello, la organización de los Dodgers lo dio de baja en la temporada de 1991. Después de todos los millones de dólares que Fernando había hecho ganar a los Dodgers, ya sea directa o indirectamente, la directiva lo despidió como una medida para reducir costos.
Despedir al veterano de 30 años del equipo donde hizo su carrera fue difícil, pero peor fue el momento en el que ocurrió. Sucedió a finales del Spring Training de 1991, cuando la mayoría de los rosters de los equipos ya estaban definidos, por lo que le resultó difícil encontrar un nuevo club. Por esta razón, Valenzuela apareció solo en 2 juegos con los California Angels en la temporada de 1991. A pesar de que siguió lanzando hasta 1997, Fernando estuvo molesto con los Dodgers durante más de una década, negándose a asistir a los juegos de los Dodgers como espectador, a pesar de vivir a diez minutos del estadio, o a participar en eventos patrocinados por los Dodgers.
En la temporada de 1992, Fernando firmó con los Detroit Tigers, pero nunca militó con el equipo, jugando para los Charros de Jalisco en esa temporada, con quienes obtuvo 10 victorias y 9 derrotas. Después tuvo un breve regreso en MLB con los Baltimore Oriols en 1993 con marca de 8-10. Saltando entre Grandes Ligas y México por las siguientes temporadas, Valenzuela regresó a Ligas Mayores en 1994, jugando con los Philadelphia Phillies y obteniendo un récord de 1-2. Después continuó con los San Diego Padres, con quienes obtuvo una marca de 13-8 y un promedio de carreras limpias de 3.62 en la temporada de 1996.
Fernando Valenzuela se retiró de Grandes Ligas en 1997 con los St. Louis Cardinals, dejando un récord de por vida de 173-153 y un promedio de carreras limpias de 3.54. Los Cardinals sería su último equipo en Ligas Mayores. A pesar de que los Dodgers le ofrecieron participar en el Spring Training de 1999, Valenzuela rechazó la invitación.
VALENZUELA DESPUÉS DE SU RETIRO DE MLB
Después de su retiro de Grandes Ligas, Valenzuela regresó a los campos del béisbol invernal de la Liga Mexicana del Pacífico. En 2005, Valenzuela obtuvo un récord de 4-2 con efectividad de 4.31 con los Águilas de Mexicali. Estando con este equipo, jugó al lado de su hijo, Fernando Valenzuela Jr.
Después de 13 años de ausencia, Fernando Valenzuela regresó a la organización de los Dodgers como comentarista de radio en español para los juegos de la Liga Nacional División Oeste, uniéndose a su gran amigo e intéprete Jaime Jarrin y a Pepe Yñiguez, ambos comentaristas de radio en español. También fungió como comentarista en español para SportsNet LA.
Ayudando a México en el Clásico Mundial de Béisbol, Fernando Valenzuela compartió sus conocimientos con las selecciones mexicanas de 2006, 2009 y 2013. También se convirtió en dueño del legendario equipo de los Tigres de Quintana Roo de la Liga Mexicana de Béisbol en 2017.
En 2011, Valenzuela fue elegido para el Salón de la Fama del Béisbol Latino. También fue entronizado en el Salón de la Fama del Béisbol del Caribe en 2013, luego de obtener una marca de 1-0 con efectividad de 1.05 en tres Series del Caribe en las ediciones de 1982, 1993 y 2001.
Como homenaje por parte de sus connacionales, Valenzuela fue elegido para el Salón de la Fama del Béisbol Mexicano en 2014, encabezando la votación en una clase que incluía a figuras del béisbol mexicano como Daniel Fernández, Ricardo Sáenz y Cuauhtémoc Rodríguez. Así mismo, la ciudad de Hermosillo renombró al Estadio Sonora en honor a Fernando Valenzuela en 2023.
Lamentablemente, a pesar de sus grandes hazañas y récords en Grandes Ligas, Valenzuela no fue electo para el Salón de la Fama en Cooperstown. El legendario lanzador mexicano fue incluido en las papeletas del Salón de la Fama en 2003 y 2004, pero sus aspiraciones se vieron truncadas al terminar con el 6.3% y el 3.8% de las votaciones, respectivamente.
No obstante, en reconocimiento a su trayectoria y a sus contribuciones a la franquicia, los Dodgers de Los Angeles retiraron su famoso número 34 en 2023 en una magna ceremonia previa a un encuentro entre los Dodgers y los Rockies de Colorado. Antes del juego, “El Toro” pasó por el Ayuntamiento, donde el Consejo Municipal de Los Angeles emitió una proclamación especial para declarar el 11 de agosto de 2023 como el “Día de Fernando Valenzuela” en la ciudad angelina.
“Ser parte de un grupo que incluye a tantas leyendas es un gran honor”, expresó Valenzuela. “Para los aficionados – el apoyo que me han dado como jugador y trabajando para los Dodgers – esto también es para ellos. Me alegro por todos los fans y por toda la gente que ha seguido mi carrera.” Con ello, el 34 de Valenzuela se unió a los otros número retirados del club, como los de Pee Wee Reese, 1; Tommy Lasorda, 2; Duke Sinder, 4; Gil Hodges, 14; Jim Gilliam, 19; Don Sutton, 20; Walter Alston, 24; Sandy Koufax, 32; Roy Campanella, 39; Jackie Robinson, 42; Don Drysdale, 53; y los narradores Vin Scully y Jaime Jarrín.
MUERE EL HOMBRE, PERO NACE LA LEYENDA
El 1 de Octubre de 2024, Fernando Valenzuela fue hospitalizado debido a una enfermedad no revelada. Se alejó de su trabajo como comentarista de los Dodgers justo cuando el equipo estaba a punto de comenzar la postemporada en su camino rumbo a la Serie Mundial. El día 22 de Octubre, Fernando falleció de su enfermedad a los 63 años de edad, justo a dos días de que los Dodgers ganaran el banderín de la Liga Nacional. Los Dodgers vencieron a los New York Yankees en la Serie Mundial en 5 juegos, dedicando la victoria al legendario “Toro”. El desfile de la victoria de la Serie Mundial se llevó a cabo el 1 de noviembre de 2024, en lo que hubiera sido el cumpleaños número 64 de Valenzuela.
Sobre su fallecimiento, el Director Ejecutivo de los Dodgers, Stan Kasten, lo elogió como “uno de los Dodgers más influyentes de la historia, quien pertenece al Monte Rushmore de los héroes de la franquicia”. Su amigo y compañero de transmisión, Jaime Jarrín, dijo al Orange County Register: “Éste es un golpe devastador, aunque sabía que estaba en muy, muy mal estado. Él era muy especial para mí y para los fanáticos de los Dodgers”. “Era nuestro campeón”, comentó Alex Padilla, Senador de los Estados Unidos y nativo de Los Angeles.
El segunda base Steve Sax recordó el impacto de Valenzuela en los jugadores de ligas menores. “Fue simplemente asombroso lo mucho que los jugadores estaban cautivados por él”, recordó Sax en una entrevista con MLB Network Radio. “Había un televisor en el dugout para que pudiéramos ver todo lo que Fernando estaba haciendo. Eso era lo mucho que cautivaba, incluso para otros jugadores”. “Que un jugador hispano llegara a la cima y creara una nueva audiencia que fuera al Dodger Stadium fue algo muy importante”, expresó Ron Cey.
“Odiaría compararlo con Jackie Robinson. No estaba rompiendo la barrera del color. Pero lo que hizo… fue un agente de cambio”, comentó también Orel Hershiser.
A pesar de no haber recibido un lugar en Cooperstown, el impacto que ha tenido Fernando Valenzuela en la cultura mexico-americana es difícil de ignorar. Valenzuela atrajo aproximadamente a 9,000 fanáticos más en los juegos en los que él lanzó, aumentando la base de fanáticos mexico-americanos de los Dodgers de un 10 por ciento cuando comenzó su carrera en MLB al 50 por ciento que es hoy en día.
También fue un defensor incansable de la educación, al alentar a niños y niñas a continuar con sus estudios, visitando innumerables escuelas primarias durante su carrera para inspirar a los jóvenes. Igualmente, fue designado por el presidente Barack Obama en 2015 como embajador presidencial para la ciudadanía y la naturalización.
Más que nada, Valenzuela ayudó a traer de regreso al estadio a los mexico-americanos que habían sido marginados por el maltrato percibido en la sociedad americana y por la expulsión brutal de Chavez Ravine durante la construcción del Dodger Stadium en 1959.
En el proceso, Valenzuela les dio la sensación de que pertenecían allí porque uno de los suyos estaba en el montículo y que, de alguna manera, representaba sus sueños y esperanzas. Valenzuela alteró fundamentalmente la composición de la base de fanáticos de los Dodgers, tendencia que continúa a casi tres décadas de haber concluido su carrera en Grandes Ligas.
Valenzuela no solo es admirado por quienes lo vieron jugar, sino también por quienes lo escucharon transmitir los juegos de los Dodgers por la radio. Valenzuela abrió el camino para los futuros grandes peloteros de los Dodgers como Hideo Nomo, así como para Shohei Ohtani y Yoshinobu Yamamoto. Se podría decir que Valenzuela debería pertenecer al Salón de la Fama en Cooperstown no por su impacto estadístico, sino por su impacto cultural. Tanto para los fanáticos de los Dodgers como para los mexicanos-estadounidenses, Valenzuela seguirá siendo una leyenda del béisbol y de la cultura nacional.