En Memoria de Andrés “El Perfecto” Ayón
“Ésta es mi vida” dijo Andrés Ayón Brown mientras el dedo índice de su mano curtida por el sol y por el paso de los años señalaba hacia el montículo del Estadio Santiago “Changa” Mederos, ubicado en la barriada del Cerro en la Habana, Cuba. “Al béisbol se lo debo todo”, añadió, con sus ojos oscuros llenos de recuerdos y posados sobre el diamante durante su charla con el columnista Yirsandy Rodríguez.
Presenciaban ambos el partido del equipo provincial juvenil de La Habana desde el palco de prensa del modesto estadio, donde él le pidio a los locutores no hacer gran anuncio de su arribo, a pesar de la insistencia de éstos. “No, no hombre, no dispersen la atención del juego…” “Aquí los importantes son ellos, los jugadores, ellos son los que ahora están construyendo su historia”.
Ya ha transcurrido una semana desde que la historia de esta vida llena de éxitos llegó a su fin. Dicha historia comenzó un 22 de octubre de 1936 en La Habana, Cuba, en una época de gran turbulencia social y política en este país. Bajo la consigna “¡Abajo Machado!”, diversos sectores de la población lograron derrocar la dictadura del General Gerardo Machado un 12 de agosto de 1933, dando origen a la llamada “Revolución del Treinta” (1933-1940).
Durante este período, Cuba sufrió los estragos ocasionados por la toma del poder por cuatro presidentes en dos años, el intervencionismo Yanqui con la intención de salvaguardar sus intereses económicos y el asesinato del ex-ministro de Gobernación, Antonio Guiteras Holmes, por las fuerzas del futuro dictador de Cuba, Fulgencio Batista.
A pesar de estos sangrientos acontecimientos en el corazón de la joven nación, el joven Ayón tuvo la oportunidad de dedicarse a su pasión, destacando desde temprana edad en el béisbol amateur. Dio su salto al profesionalismo en 1955, cuando fue firmado por Napoleón “Nap” Reyes – buscador de los entonces llamados Cincinnati Redlegs – para jugar con el equipo Pilotos de su natal La Habana.
Un año más tarde, Ayón fue elegido para formar parte de la Selección Nacional Cubana – dirigida por Lázaro Ruiz, “El Zar” de la pelota juvenil en la capital cubana –, jugando al lado de los pitchers José Caneiro y Domingo Rivot. El lugar del encuentro: la Ciudad de México; y los siete equipos participantes: Aruba, Estados Unidos, Cuba, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana y el país anfitrión. Andrés dio en aquel campeonato grandes destellos de grandeza desde la colina de los martirios, pero Cuba quedó en tercer lugar tras perder contra la República Dominicana, coronándose México como campeón en ese año – gracias en parte, al desempeño de Ramón “Diablo” Montoya –.
Habiendo destacado en esa justa deportiva, Andrés Ayón dirige sus pasos hacia las Ligas Menores de los Estados Unidos, siendo asignado a los Wausau Lumberjacks en 1957 – donde sólo obtuvo marca de 8-13 con efectividad de 4.94 – y a los Visalia Redlegs en 1958 – donde tuvo una estelar temporada con 18-8 y 3.40 de efectividad, empatando en cuarto lugar en victorias y situándose en el Top-10 en carreras limpias permitidas de la Liga de California –. En 1959 continua jugando para tres clubes sucursales de los Cincinnati Redlegs: el Topeka Hawks (12-4 con 3.69), el Savannah Reds (3-4 con 3.21) y los Havana Cubans (0-1, con 6.00), logrando un 15-9. Posteriormente, en 1960 actúa con los Cuba Sugar Kings como relevista, alcanzando un 5-6 con promedio de 3.00 carreras permitidas.
Al ser trasladado el equipo a Jersey a finales de 1960, Ayón se integra a los Jersey City Jerseys en 1961, donde fue el tercero en efectividad del equipo – superando, entre otros, a Mike Cuellar – con 6-6 y 3.43. Después se mudó con los Macon Peaches (1962, 8-4 con 3.62; y 1963, 5-3 con 3.51), para terminar su carrera en Ligas Menores de los Estados Unidos con 65 triunfos y 49 descalabros.
A pesar de sus logros, las Grandes Ligas jamás tocaron a su puerta – hemos de recordar que en ese tiempo el Presidente Eisenhower (1953-61) había cortado relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba en 1961 tras el triunfo de la Revolución Cubana (1959-1989) y que su sucesor John F. Kennedy (1961-1963) comenzó su mandato con la invasión de Bahía de Cochinos y tratando de resolver la llamada “Crisis de los Misiles” (1962), por lo que había un latente ambiente anti-cubano en territorio americano –.
Con Cuba enmedio del conflicto entre Estados Unidos y Rusia, Ayón decide continuar su carrera en México – tierra de oportunidades para muchos grandes de este deporte –. Se convirtió en una sensación instantánea en la Liga Mexicana de Béisbol, siendo con los Pericos de Puebla de 1964 el segundo en victorias (16-5) y el tercero en efectividad (2.94), detrás de Miguel Sotelo. En 1965 terminó tercero en victorias (17-12 con 4.16) con Puebla, seguido por un 16-12 con 3.62 en la campaña de 1966, año en que lanzó el primer juego sin hits de este circuito desde hacía casi 5 años – ante los Charros de Jalisco –.
Después se mudó a Jalisco en 1967, donde tuvo su mejor temporada, con marca de 25-6 con efectividad de 3.34, colocándose en el primer lugar a 9 juegos de cualquier otro lanzador de la liga. Nuevamente intenta Ayón probar suerte en el otro lado – con los Seattle Angels de la Pacific Coast League, pero fracasa, por lo que decide retomar su carrera en México.
Despúes de otros dos años con Jalisco (1969: 20-12 con 2.57 y 1970: 11-14 con 3.48), Ayón lanza para los Piratas de Sabinas – donde también fue entrenador – y para los Saraperos de Saltillo en 1971, consiguiendo un 12-6 con 1.22 de efectividad. Esta última hazaña lo hizo acreedor del título de efectividad – muy por arriba de Leonardo Ferguson (2.01), quien necesitaba que Ayón permitiera 14 carreras limpias en una entrada para quedarse con el título –. En Saltillo (1972), Ayón lideró en victorias (22-3 con 3.15), lanzando el segundo juego perfecto de la historia de la LMB – después del de Ramiro Cuevas en 1953 – frente a los Sultanes de Monterrey un 30 de junio de 1972.
Un año más tarde – después de jugar con Saltillo y Puebla (1973) – Ayón se retiró temporalmente, pero él tenía aún madera para más. Continuó con los Cafeteros de Córdoba (1975, con 2-5 y 3.88), seguidos por los Tecolotes de Nuevo Laredo (1976, 1977, 1979) hasta su retiro a la edad de 42 años, dejando un récord en la historia de la LMB como pitcher autor de tres temporadas con por lo menos 20 victorias cada una.
Ayón regresa una vez más de su retiro, pero en esta ocasión como el manager del equipo Industriales de Cuba durante la XXII Serie Nacional de Béisbol en la temporada 1982-1983. En este año consigue un cuarto lugar para el equipo, seguido por su participación en las ediciones de 1983-1984 así como 1984-1985, donde logra el segundo y sexto lugar, respectivamente.
Como se reportó la semana pasada, la vida de este gran pelotero cubano llegó a su fin el pasado 24 de octubre de 2021 en el Hospital Miguel Enríquez de La Habana, Cuba. Fue víctima de un paro cardiaco, luego de años de una frágil salud. Ayón abandona este mundo dejando atrás muchos recuerdos en su paso por Estados Unidos, México (total de 169 ganados y 98 perdidos con 3.15 de efectividad en la Liga Mexicana y 19-11 en la Liga Mexicana del Pacífico con Tomateros de Culiacán) y Cuba (21-11 en la Serie Nacional Cubana), y que vivirán por siempre en la afición de este deporte.
Fue el tercer lanzador cubano con más triunfos entre todas las ligas en que participó, superado sólo por Conrado Marrero y Martín Dihigo. Es por ello que México premió su desempeño profesional al entronizarlo en el Salón de la Fama del Béisbol en 1997 junto a Maximino León, Alfonso Araujo y Víctor Sainz. Descanse en paz, Andrés Ayón, “El Perfecto”.